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¿AQUÍ QUIÉN MANDA?

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Dejamos atrás las fiestas navideñas, esos juegos del hambre disfrazados de espumillón y villancicos, y nos lanzamos como locos a la dieta detox, la intermitente, la de sólo proteínas y la… ¡yo qué sé! ¡Hay tantas! Y aunque cada vez son más los hombres que se ponen a dieta en estas fechas, este es un territorio ocupado mayoritariamente por las féminas.

Somos muchas, muchísimas, a las que llegado enero, nos entran los remordimientos y nos matamos horas y horas en el gimnasio, sacrificándonos con dietas microscópicas y pasando más hambre que el perro de un ciego. Todo ese esfuerzo para que podamos embutirnos en una talla 36 y así parecernos a las que ahora cortan el bacalao en el mundo del cuerpo perfecto. Sin embargo, en nuestro fuero interno (muuuuuuy interno) hay mucha envidia cochina hacia esas otras, valientes como la que más, que han decidido pasar de todo eso de ajustarse a los cánones de la moda y han decidido mantenerse rollizas, comiendo lo que les da la gana a la hora que les da la gana y cuyo cuerpo en época de Rubens, o de Boticelli, era el equivalente a las Victoria Secret de hoy.

¡Y es que los del mundo de la moda nos llevan locas! Porque si antes molaban las regordetas con la piel más blanca que la leche, ahora son las de huesos y piel con bronceado permanente. Y, de camino entre un extremo a otro, no nos olvidemos del papel tan importante que jugó el corsé -protagonista de desmayos y ahogos por apretar hasta la asfixia y estrujar todo lo que podía y más- para que nos dejara un cuerpo con mucho pecho y mucha cadera, y cintura de avispa. O de cuando apareció la cirugía estética para que a la que quisiera -y pudiera pagarlo- le cortaran unas lorzas por aquí y le estiraran los pellejos por allá y así mantenerse en unos eternos treinta y tantos. O veintitantos. Eso…¡y el rubio platino!

No es normal que si antes nos aterraba ver cuerpos famélicos, ahora -por verlos desfilar en pasarelas y en revistas de moda- nos lancemos como locos a copiar su estética. Y lo peor de todo: si alguien no cumple “con lo que toca”, si hay gente cuya estética no casa con lo políticamente correcto, sean excluidas social e incluso profesionalmente. Y al revés. Porque también pasó, pasa y pasará que personas que han sido rechazadas y tratadas como raras por lucir cuerpos diferentes a los cánones establecidos en los tiempos “¿modernos?” que corren, ahora son lo más top del mundo mundial.

¿Aquí quién manda? ¿Tú o la moda? ¿Qué nos pasa? ¿Somos incapaces de ser nosotros mismos, felices con nuestros cuerpos y disfrutando de los privilegios de vivir la vida? No lo sé. No sé si es instinto de supervivencia, falta de autoestima, egos desmedidos…pero creo que por esa necesidad humana de ser queridos y aprobados por los demás para sentirnos aceptados, se nos está yendo la olla con tanto cambio.


P.D.: ¿Qué será lo próximo?

Coco.

Fuente de la fotografía: Pinterest.

See you soon, Mrs.

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Hoy Una madre como cualquier otra tiene el corazón roto, y me consta que muchas mas personas también.

Se nos ha ido la primera profe de inglés de nuestros hijos. Una mujer radiante y valiente a la que esa maldita enfermedad ha devastado en apenas seis meses.

He aquí la despedida que le hace hoy Una madre como cualquier otra y que hago también mía y de todos los que la conocimos.

DEP, Melanie.

Reyes

«See you soon, Mrs.


Hoy ha sido uno de esos días feos, y no lo digo por el tiempo de perros que hace, porque estos días de frío y lluvia es lo que toca tener en pleno invierno y además eso al final se acaba pasando en unas semanas. Hoy nos ha tocado despertar con la triste y dura noticia que, si bien hace ya unas semanas nos esperábamos, no deseábamos que llegase nunca.


¿Qué tendrá el puñetero cáncer que apaga los ojos azules más brillantes, que evapora los rizos más característicos y transforma las actitudes más enérgicas en tímidos gestos?. Pero si hay algo contra lo que el bicho malo no puede es con lo que reside en el alma y el corazón, y tú fuiste un tremendo ejemplo, pues a pesar de todo tenías intacto el cariño y amor por tu familia, tus amistades, tus compañeros y tus alumnos y sus familias.


¡Ay Melanie!


Cuántos niños habrán aprendido sus primeros “Hello!” a tu lado, habrán canturreado “Head, shoulders, knees and toes” ante la embobada mirada de los padres o simplemente habrán escuchado las historias de Humpty Dumpty con tu inimitable British Accent.
Siempre recordaremos las mañanas en las que nos recogías en la puerta y nos llevabas a clase, los teatros del día de San Jorge con tu voz en off narrando el cuento ante la mirada atónita de todos los niñitos del cole, y tus intervenciones en las dinámicas de clase que tantos beneficios silenciosos aportaban a tus alumnos.


Es típico decir que se nos van los más grandes, pero es que contigo más bien diría que se nos ha ido un pilar. Y aquí hablo en primera persona al sentirme profundamente agradecida de que 3 de mis 4 hijos tuvieran el privilegio de aprender tanto de ti entre sonrisas y juegos.


Gracias por tu valentía, porque enfrentarte a una enfermedad tan devastadora ya denota tu carácter. Pero más allá de esto, gracias por ser capaz de encontrar las energías necesarias cada mañana para salir a la calle y regalarnos un saludo y tu más bonita sonrisa, a pesar de que ya no fuésemos capaces de reconocerte físicamente. Por seguir queriendo recibir los mensajes de cariño que te dedicaban tus niños y no querer dejar la ocasión de enviarles “big big kisses and all your love” a todos.


Pues sí, es que la vida va de esto, de repartir amor del bueno. Pero a ti esto no te pillaba por sorpresa porque tú estando rodeada de los seres más puros del planeta, lo tenías muy claro. Porque es cierto eso de que los que más cerca se saben de la muerte son los que más lecciones de vida nos regalan. Porque es cierto eso de que todos los días son perfectos para decirle a alguien que te alegras de tenerla en su vida, que es importante para ti, que lo bueno y bonito a su lado se transforman en maravilloso.


Qué gran enseñanza nos has dejado, “Teacher” al marcharte dejando tanto cariño y buenos recuerdos entre nosotros.

Tu Rock Band te echaremos mucho mucho de menos.
We love you.»


Fdo: #unamadrecomocualquierotra

Un amor de película, o no.

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Semanas de amorres y desamores en las me cuentan y escucho una teoría de esas que te hace pensar.

Me mantengo escuchando mientras me explican que teoría del amor romántico sostiene que el amor romántico es un concepto culturalmente construido y no es algo natural. Esto significa que las expectativas culturales sobre el amor romántico y la monogamia pueden causar problemas en las relaciones.

La idea del amor romántico es una construcción cultural que se ha popularizado en nuestra sociedad y que se ha convertido en una expectativa en las relaciones. La idea de encontrar a la «media naranja» y vivir felices para siempre es un ideal que se ha promovido en películas, libros y en general en la cultura popular a lo largo de los tiempos y en las redes sociales en los tiempos actuales. Sin embargo, esta expectativa puede causar problemas en las relaciones reales ya que puede llevar a la idea de que la relación debe ser perfecta perfectísima y que cualquier problema o dificultad es un signo de que la relación no es la «correcta» y no funciona.

El amor es un concepto complejo y único de cada persona, y no debería ser forzado a seguir un patrón culturalmente construido. Cada relación y cada persona es diferente y es importante ser consciente de eso y ser abiertos a la posibilidad de que la relación puede evolucionar y cambiar con el tiempo.

Además, debemos ser conscientes de que las expectativas culturales sobre el amor romántico pueden ser limitantes y pueden llevar a la idea de que, si una relación no es perfecta, entonces es un fracaso. Es importante recordar que las relaciones son un trabajo constante y requieren compromiso, comunicación y esfuerzo para mantenerlas saludables.

En lugar de forzarnos a seguir un ideal de amor romántico, debemos aprender a amar de manera auténtica y aceptar que el amor puede tener diferentes formas y significados para cada persona. Como diría una amiga mía “No me quieras tanto y quiéreme bien”

Cada relación debe ser única y adaptarse a las necesidades y deseos de cada persona. Y debemos aprender a expresar nuestro amor de manera única y personalizada.

Así que ya sabes, aplícate el cuento.

El amor real es mucho mejor que el amor de película.

Ahora ya no

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Hay personas en la vida, cuya respuesta a cualquier cosa es siempre «no». Es lo que en mi oficina hemos apodado «los noístas».

Esas personas a las que le propones un plan, les pides algo o simplemente les cuentas cualquier cosa y a todo lo le sacan pegas. Son «Noístas» profesionales. Puede ser tu padre, tu pareja, un/a jefe/a, un/a amigo/a… ¿Ya caes? Seguro que ya le pones cara a alguno.

Dicen que contra el vicio de pedir está la virtud de no dar, pero esto ya me parece demasiado. Los «Noístas» ponen el no por delante siempre, aunque les propongas el mejor plan del mundo. Son expertos en buscar el lado malo de las cosas, la imposibilidad aunque sea la más remota, es lo que les viene a la cabeza. ¡Y a la lengua! que si al menos lo pensaran y se callaran pues sufrirían en silencio y los demás podríamos seguir viviendo en paz, ¡pero ni eso!.

Al final acaban entrando en razón pero tu ya estás en modo desilusión.

Después de decirme que no quieres, que no te apetece, que no te gusta o directamente que no lo vas a hacer, vas y lo haces. Y encima yo te tengo que dar las gracias.

Pues mira, no. Ahora ya no, ni me hace ilusión ni me gusta ni me apaña.. Yo también tengo mi corazoncito, mis sentimientos y mis apetencias y cuando al final cedes y piensas que me estás alegrando el día o me estás haciendo un favor, ya no me hace ni gracia.

Reyes

¿QUÉ PASÓ CON LA MERMELADA?

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¡Ay que ver cómo hemos empezado el año en el mundo del corazón! Mientras Tamara y su chico se reconcilian en el Polo Norte, Shakira y Piqué andan a tortas entre relojes Casio y coches Twingo. Entre tanto, el planeta entero debatiendo, opinando y sentenciando si hacen bien, hacen mal o hacen regular. Y aquí diré que yo la primera.

Hables con quien hables, cada uno tiene su propia idea. Unos andan a favor de la reconciliación de Tamara, otros que no porque se la va a volver a liar. Otros tantos a favor de la canción de Shakira mientras los hay que le tachan de amargada despechada con un arrebato de cuernos del quince.

Seguir queriendo a quien te ha dejado pasa. Ha pasado a lo largo de los siglos, pasa y pasará hasta que el fin del mundo llegue. Nadie conoce las circunstancias ni las emociones de cada desamor. Y cada uno lo llevará lo mejor que pueda. Y según sea la herida, así nos la lameremos y nos lamentaremos. Cada duelo es diferente, cada duelo tiene sus tiempos, pero todos los duelos son iguales. Unos (casi todos) lloraron, otros tuvieron que tomar antidepresivos, algunos se arrodillaron rogando más oportunidades y muchos, después de tanto dolor, lo superaron. Todos, eso sí, pasan por sacar el sufrimiento que llevamos dentro. Para ello unos tirarán de venganza y rencor a través de temazos; otros de rezos, apoyo espiritual y exclusivas millonarias y la gran mayoría directamente pasando página y haciendo hueco al siguiente. Sin embargo Shakira y Tamara, además, facturan.

De toda la vida se han hecho maravillosas canciones hablando del amor y del desamor. Esto no es nuevo. Te abres en canal para bien o para mal. Las sutilezas no tienen sentido. Pa qué. Y ellas, lo ha hecho. Ellas son así. Shakira se ha abierto en canal utilizando lo que mejor sabe hacer, cantándole al desamor igual que en su momento también se abrió en canal para cantarle al amor que le tenía al padre de sus hijos. Tamara, por su parte, ha abierto su corazón en la revista favorita de su madre para abrirse también en canal y decir que donde dije digo ahora digo Diego. Total, si la mentira y la infidelidad que sufrió fue pública, pues ella también hace pública la reconciliación alegando que hay que perdonar al prójimo y ella, por supuesto, sabe hacerlo mejor que nadie con ese desparpajo tan angelical que gasta.

En el caso de la colombiana ¿Qué debía haber hecho? ¿Soportar las humillaciones calladita? Ahora todos andan preocupados por los hijos, pero cuando esos mismos niños eran acosados por la prensa y el padre de ella estaba gravemente enfermo ya circulaban imágenes de Piqué con la nueva y todos mudos. Si él le ha traicionado en público, ella públicamente se venga.

Todos, para todo, necesitamos nuestro tiempo. En el caso de Shakira si las etapas del duelo son 5, le faltan 2 canciones más. Mi amiga M. me cuenta que, si le hubiera pasado a ella, nunca hubiera sacado un sólo tema… ¡hubieran lanzado un disco entero! En el caso de Tamara falta la exclusiva de la boda, el embarazo (y ¿el divorcio?) además de la segunda temporada de Netflix. Y ya puestos, una tanda de podcast ahora que están tan de moda.

Para finalizar os confesaré que de esta historia echo en falta una cosa: Echo en falta saber por qué «la otra» se comió la mermelada de Shakira. ¿En serio era necesario llegar tan bajo, niña de 22? ¿No te la podías haber llevado de casa? Es algo que me tiene en ascuas. CLARA-mente no llego a comprender semejante aberración. Necesito respuestas. Necesito oír la opinión de la única que (de momento) no factura.

Fin de la historia.

Coco.

Fuente de la fotografía: Google.

PEDIR AUMENTO…Y NO MORIR EN EL INTENTO.

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Ni en Navidad, ni en el Niño, ni el extra de la ONCE… ¡ni la pedrea, oiga! Comidas de empresa por aquí, cenas con los amigos por allá, comprando marisco a precio “de marisco”, regalitos de Papá Noel, regalazos para Reyes Mayos, las rebajas de enero, su cuesta… ¡y lo que te rondará! Total, que tenemos la cuenta bancaria más pelá que… (aquí cada uno que se exprese como quiera).

Con este panorama tan triste y a falta de pluriempleo, ¿Qué tal si pides un aumento de sueldo sin que se partan de la risa? Lo sé. Ahora al que le da la risa es a ti, porque sólo oír mencionar el tema da cierto pudor. Es algo que le da pavor a mucha gente, pero ya sabes que el mundo no está hecho para cobardes. Siempre anima tener una buena nómina y no conozco a nadie que haya sido despedido por pedir un aumento de sueldo. Así que toca echarle un par y palante. Total… ¡año nuevo, vida nueva!

Si estás empezando a darle vueltas al tema, pero no sabes cómo coger el toro por los cuernos, no está de más seguir unos consejos para pedir aumento y no morir en el intento, porque en estas situaciones las circunstancias lo son todo.

El primer paso es saber elegir el momento. Siempre mejor a primera hora de la jornada y los primeros días de la semana. Conforme avanzan los días, el jefe empieza está un poco hasta las narices de que le toquen las mismas dentro y fuera de la empresa. Tampoco es mala idea plantear el tema después de comer, porque ya sabes que con la tripa llena las cosas se ven de otra forma.
¡Ojo! Nada de improvisar. Hay que currárselo y tenerlo todo bien atado. No debes dejar cabos sueltos. Ponle morro al tema y argumenta por qué te lo mereces sin dar un mitin ni creerte que estas charlando con un colega y haz, si necesitas una ayudita, un pequeño informe que te guie y le guie al jefe, pero pasando de infografías y power points (cursilerías y peloteos fuera). No te vengas arriba con estas cosas porque se te pueden ir de las manos. Y, por supuesto, ni se te ocurra decir que necesitas el dinero para pagar el alquiler o para irte de viaje. ¡ERROR! La clave está en venderte bien y vender tu trabajo como imprescindible para la empresa -aunque sepas que en esta vida nadie es imprescindible- pero tú véndete como si lo fueras. Cuéntale tus virtudes y tus habilidades y ni pensar en compararte con el vecino de mesa. Si lo hace estarás muerto y quedarás fatal. Quedarás como un envidioso y, aunque realmente lo seas, no hace falta que se sepa.

Y si a pesar de currártelo tanto te dicen que NO, pues no se acaba el mundo. En otra ocasión será. Trago incómodo eso de encajar un NO, lo reconozco. Será un gran jarro de agua fría pero no te lo tomes como un NO definitivo. No te machaques ni pienses que no te valoran. Tú sigue pico pala porque a lo mejor en un futuro más próximo de lo que piensas…puedes volver a intentarlo.

Coco.

Fuente de la fotografía: Pinterest.

Nunca es tarde

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Nunca es tarde (aunque hayan pasado 10 días) para realizar los propósitos del nuevo año.

Lo importante es que lleguen y que a 31 de diciembre podamos revisarlos y reajustarlos, porque sabemos a ciencia cierta que va a ser muy difícil, sino imposible que los cumplamos todos. ¿Qué digo todos? si conseguimos alcanzar uno al 100% ya podemos darnos con un canto en los dientes!

Voy a por los míos:

  • Volver a escribir post regularmente (aunque sea tarde).
  • Reencontrarme con las personas que quiero y tengo perdidas desde hace tiempo.
  • Terminar de una vez el TFG de Comunicación.
  • Aprobar el C1 de valenciano.
  • Retomar las clases de ballet.
  • Ir al cine (aunque sea una vez en todo el año).
  • Leer novela en papel y dejar de leer artículos en pantalla.
  • Apuntarme las cosas para que no se me olviden y llevar siempre una agenda en el bolso (la del móvil no vale porque no la miro).
  • Dejar de ser «una señora gruñona» como dice mi compañera, y hacerle entender las cosas de otra forma, o dejarla a su bola directamente.
  • Enfadarme menos cuando fallo, porque enfadarme se que me voy a enfadar.
  • Elegir destino y planificar viaje con tiempo, que las prisas son muy caras y no estamos para dispendios.
  • Beber más agua y planificar comidas a ver si asi mi dia a dia deja de ser un caos (seguro que mi cuerpo me lo agradece).

Ahora que los cuento, he han salido 12, uno por cada mes del año, ¿Seré capaz de llegar a todos?

Como prueba de compromiso los dejo aquí escritos y los comparto, y ya los ajustaremos a final de año.

¿Y tu? ¿ya tienes tu lista de propósitos para este año?

Reyes

¿Alguien da más?

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¡Por fin!
Un poco tarde, pero… ¡ya están el Belén, las luces, el árbol, todo el brillibrilli que encontré en el altillo y las felicitaciones en correos! ¡Prueba superada!

Noto que cuanto más mayor me hago más me afectan estas fechas. Para bien o para mal. Afortunadamente este año el Grinch que hay en mi se ha ido de vacaciones (de momento). Estoy con muchas ganas. Con ganas de darlo todo. Tantas tantas tantas ganas que he estado todo un domingo, rodeada de espumillón, encendiendo velas, colocando mi Belén (el que hice en el colegio y que sobrevive milagrosamente) y escuchando en bucle los villancicos de la lista de mi amiga Maria que es la más fan y friki de la Navidad que hay en este planeta. Revisando el menú navideño y, como en casa se celebra todo, ejerciendo de elfo y paje.

Reunirme con toda mi familia, en casa, con los que son familia y los que van a ser. Recordar a los que nos están sabiendo que desde donde estén van a ser felices de vernos felices también…disfrutar de uno de los mayores placeres de la vida: el de querer y ser querido, el de recibir y, sobre todo, dar.
¡Ah! Y en breve vuelve mi hija de Bulgaria. Todo el mundo vuelve a casa por Navidad.
Navidad, amigos. ¿Alguien da más?

Con semejante panorama navideño y con mi niña en casa, me despido de vosotros hasta el 2023. ¡Quiero exprimirla a tope! Pero os quiero. Y quiero que lo sepáis. Porque no os imagináis lo mucho muchísimo mucho que agradezco que perdáis el tiempo leyendo lo primero que me pasa por la cabeza.


P.D.: Espero seguir siendo de vuestro interés el año que viene. Se lo he pedido a SS.MM. los Reyes Magos y ellos nunca fallan.

Coco

Fuente de la fotografía: Pinterest.

La dulce muchacha.

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Hace unos días, en un organismo oficial, me topé con una chica hipersúpermega competente, de voz dulce y refinados modales. Sin embargo, el estilismo que lucía y su maquillaje excesivo, sugerían algo totalmente diferentes. No cuadraban los modales, las formas, la dulzura, el saber estar, la diligencia y competitividad de esa mujer con su interpretación de la moda y la cosmética. Iba en esos momentos acompañada de unas amigas y todas coincidimos en lo mismo: algo se escondía detrás de esa joven, en su interior. Y también llegamos a la misma conclusión: los seres humanos, por la razón que sea, a veces hacemos cosas para causar el efecto contrario. Y queremos, a través de otros métodos, decirle algo a los demás o a nosotros mismos. Porque detrás de ese eye-liner, esos labios tan marcados y de ese estilismo tan peculiar lucidos en un lugar tan solemne como en el que nos encontrábamos, había algo más hay un mensaje secreto. Algo que va más allá de nuestras palabras.

Estamos hartos de oír a diestro y siniestro eso de «sé tú mismo» como fórmula infalible para desplegar una brillante carrera profesional y para relacionarte exitosamente con los demás. Lo escuchamos en todas partes, a todas horas. Desde la guardería hasta que nos graduamos es el estribillo que siempre suena en los discursos del ponente de turno. Sin embargo, la vida y la experiencia nos han enseñado que jugar con tus propias reglas no siempre da resultado. Y que ser tú mismo no siempre es fácil, pudiendo convertirse incluso en algo desafortunado en según qué circunstancias.
Muchos de nosotros, visto lo visto y vivido lo vivido, hemos tenido que adaptar -como si fuéramos camaleones- nuestro cuerpo y nuestra alma al ambiente que nos rodea, aunque ello implique ponernos en contra de nuestro verdadero yo. Y seguramente estaré equivocada, pero creo que se debe a que en determinados trabajos y en determinados círculos sociales, se valora extraordinariamente a los que tienen esa especial habilidad para adaptar su comportamiento a la situación que toque vivir.
Con ese panorama a la vista, no son pocos los que nerviosos y preocupados temen llamar la atención, temen no estar a la altura …temen “el qué dirán”. Creen que mostrándose tal y como son tienen un alto riesgo de fracaso tanto en el trabajo como en las relaciones personales y precisamente por ello se ven obligados -o puede que ni siquiera se den cuenta que lo están haciendo- a mudar de piel, y mimetizarse con el entorno. Auténticos camaleones.

Vuelve a mi cabeza la dulce muchacha y creo que una extrema inseguridad y el miedo a defraudar es lo que le lleva a camuflarse así entre los demás, quizás para sentirse integrada y defenderse de posibles “depredadores”. No seré yo quien diga si lo ha hecho bien o mal. ¡Faltaría más! Pero creo que no se trata de transformarnos en quienes no somos, sino de ir al ritmo que suene en ese momento. Ser personas y no personajes, adaptándonos, pero sin perder nuestro YO.

Vivir en sociedad nos obliga a encajar, pero…¿vale todo con tal de ser aceptados?

Coco.

Fuente de la fotografía: Pinterest.

Anoche tuve un sueño

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Anoche tuve un sueño en el que estaba rodeada por un montón de personas que me pedían que hiciera cosas, pero en un idioma que yo no entendía.

Cada uno me decía una cosa diferente y yo intentaba entenderlos, hacer lo que me pedían, pero mi cerebro no funcionaba y mi cuerpo era incapaz de reaccionar.

Anoche tuve un sueño en el que todo fluía, las cosas se hacían solas y todo el mundo a mi alrededor era feliz y estaba encantado con lo que en ese momento estaba ocurriendo.

Todos sonreían, me daban las gracias y entre ellos celebraban su alegría regalándose cumplidos y buenos deseos.

Anoche tuve un sueño en el que tú estabas al otro lado de la pantalla y te sentías identificado con mis textos, reconocías las situaciones, las personas y hasta los momentos.

Se que estás, se que lo sientes y lo mejor de todo es que nada ha sido un sueño.

Reyes

«DE MODA»

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Está muy bien eso de protestar cuando algo no te gusta y quieres denunciarlo. Cuando quieres que se sepa. Y si crees que no se sabe, o que se mira para otro lado, está también muy bien eso de hacerlo con todo el ruido del que seas capaz. ¡Liándola gorda, vamos! Pero esa moda de pegarse a los cuadros creo, sinceramente, que se les ha ido un muchito de las manos. Porque reivindicar cosas, las que sean, destrozando maravillosas obras de arte es estar pa los leones del circo. Dicho esto con todos mis respetos para los leones, para los domadores, para los que cuidan de los leones en el zoo, etcétera, etcétera, etcétera.

¿Qué culpa tendrán los Girasoles de Van Gogh, la Joven de la Perla o las Majas de Goya? Que yo sepa ninguno de ellos tiene culpa de lo salvajes que hayamos sido a lo largo de los siglos atentado contra el planeta, contra la naturaleza, contra las civilizaciones, contra……….(esta línea de puntos os la dejo para que añadáis lo que se me haya olvidado). Por supuesto tampoco son culpables del cambio climático ni de tantas otras cosas que ahora se reivindican con pegamento fuerte o cola de contacto de esas que te arrancan las huellas dactilares de cuajo.

Los gamberros disfrazados de activistas que han hecho esas barbaridades (porque eso es lo que son, una panda de gamberros con cara de no haber roto un plato en su vida y usando palabras grandilocuentes para despistar a la tropa) ahora van y sueltan que su intención no era dañar las obras. Que sólo querían lanzar el mensaje de que urge luchar contra la emergencia climática. Sin peleas, sin broncas, sin violencia. Sólo eso. (Sin comentarios)

A ver almas de cántaro: Estamos de acuerdo que la cosa va en serio, que ya se está notando eso de que el planeta está muy enfadado por lo que hemos hecho a lo largo de los siglos, que tenemos que reaccionar cuanto antes porque nos lo jugamos todo. Hasta la propia vida. Cierto es también que lo que está pasando es algo gravísimo y que debe ser conocido por todo el mundo para poder frenarlo. Y por supuesto hay que darle voz a esta situación. Pero criaturas, esa no es la mejor forma de plantear el problema. Así lo único que vais a conseguir es que no os tomen en serio, que os encierren en la cárcel una temporadita por vandalismo, que nos caigáis fatal y que ni vuestra tía la Soria crea en vuestra causa.

La próxima vez que se os caliente el morro, valorad la posibilidad de daros una vueltecita por colegios, institutos y universidades y contadles a los jóvenes que ocupan esas aulas (y que son nuestra esperanza ante semejante barbarie) el grave problema al que se enfrentan. Al fin y al cabo, ellos son los los herederos del destrozo que estamos causando y los que más van a vivir con el deterioro medioambiental que entre unos y otros estamos organizando. Protestad con la ciencia en la mano y haciéndonos ver cómo el futuro del planeta se está destruyendo, pero sin hacer el gamberro y con argumentos sólidos. Porque eso que hacéis es una payasada mayúscula (y desde aquí pido perdón también a los payasos). Esa agresividad que gastáis, por mucho que penséis lo contrario, no gusta. A nadie. Sólo conseguís que os tomemos por una panda de ridículos cuando vuestra verdadera razón, creo, es que os tomen en serio. Pero así no. Así nunca os tomaremos en serio.

En serio: Dejad esa moda de ir pinacoteca por pinacoteca haciendo el gilipollas…por mucho que os lo pida el cuerpo.

Coco.

Fuente de la fotografía: Pinterest.

#VEINTICINCORAZONES

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Porque me dijiste que todo iba a ir bien. Y va bien. #Estapasando
Porque tienes la voz más bonita del mundo. #Inlovetotal
Porque nunca has intentado cambiarme. #Ymenosmal
Porque tus palomitas están más buenas que las del cine. #Movierecord
Por ser romántico…a tu manera. #Progresasadecuadamente
Porque piensas en mi cuando yo no lo hago. #Alwaysinmymind
Porque siempre aprendo algo de ti. #Workinginprogress
Porque juntos somos… ¡un equipazo! #Perfectteam
Porque nunca me has llevado de camping. #Aleluya
Porque sabes cómo desarmarme. #Nodirémás
Porque siempre me gustó tu nombre. #YcierraEspaña
Porque me sigues abrazando mientras dormimos. #Muerodeamor
Porque te ríes con mis chistes malos. #Matamecamion
Por pararme los pies más de una vez. #Nuncaessuficiente
Por tus mensajes en el espejo. #Mesaggeinamirror
Porque ni la distancia podrá con nosotros. #Togetherforever
Porque siempre te despiertas de buen humor. #GodmorningVietnam
Porque te gusta que veamos juntos nuestras series favoritas. #Sofamantaypeli
Porque me sigues mirando como la chica que conociste aquél primer día. #Bemybaby
Por tus arroces domingueros. #Envidiadelamala
Porque, con nuestras luces y nuestras sombras, siempre hemos remado en la misma dirección. #Elmundoesdelosvalientes
Porque nos quedan infinitas cosas por hacer. #Showmustgoon
Por tus ronquidos y mis insomnios y por nuestros hermanos, cuñados, sobrinos, familia y amigos que han estado siempre ahí. #Gracias
Por los 3 hijos tan maravillosos que la vida nos ha dado. #Mifamilialamejor

Porque…no puedo vivir sin ti. #Hastaquelamuertenossepare

Coco.

Permitidme que el pie de foto hoy lo deje a vuestra imaginación.

#Sobranlaspalabras

¡VUESTRA PEOR FOTO!

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Y llega un día en el que te das cuenta de que hay que viajar más. Viajar…y lo que surja. A tu manera. Al fin y al cabo, la manera de uno es la mejor para hacer eso que más le gusta.

Si te fijas bien, viajar es vivir. Hay señales por todas partes que nos avisan de ello. Nos pone a prueba. Nos hace arriesgar. Y nos hace invencibles por dentro, por fuera y…otras cosas que alegran la vida. Enfrentarte a lo desconocido y a ti mismo. Sacar tu lado más voyeur y darle a la tecla “OPEN MIND” (como dice mi hija). Olvidando y dejando los prejuicios atrás. Descubriendo lo auténtico. Ver lo que hay al otro lado y comprobar que lo tuyo no es lo mejor es una lección de humildad que todos, ABSOLUTAMENTE TODOS, deberíamos recibir cada cierto tiempo. Porque cuando nos quedamos demasiado rato con el culo pegado al sofá, se nos vuelve a olvidar. Y esto con un viaje “de fin de curso” no es suficiente.

A veces vas viajando sin mirar. Son viajes de usar y tirar. Pero, aun así -en el peor de los casos- viajar engancha. Una vez que viajas…no hay marcha atrás. Nunca deja indiferente. Habrá lugares que se nos hayan escapado, pero habrá otros que nos dejen sin palabras. Y es que más que ir de un sitio a otro, a veces viajar es escapar, caminar sin prisa, vagar sin rumbo, descubriendo en las callejuelas otras maneras de pensar para darme cuenta que la mía no es la única ni la mejor. Y es que el mundo es demasiado grande para quedarte día tras día en la misma esquina. Es más grande de lo que nos hacen creer. Y las culturas que lo habitan hay que conocerlas y entenderlas…para entenderte. Pasarán cosas, o harás locuras, que te harán preguntarte si sabes quién eres realmente. Cuando esto pasa, cuando lo ves con tus propios ojos, ya lo sabes de primera mano y nadie te engañará con milongas. Te irás de una manera y volverás de otra distinta. Será el mismo cuerpo, serás la misma persona, pero habrá algo que viaje a viaje, ruta a ruta, te toque la fibra y se meta en tu alma. Nada sale de la nada. Es algo extraño que sí o sí siempre pasa.

Cada viaje será como tú estés, tus ganas y la compañía. Eso será lo que dará forma al viaje. Porque vives diferente cada vez que viajas. Y si toca familia, volveréis a encontraros de nuevo. ¡Todos los sentidos trabajando horas extras! Haciendo preguntas que nunca hacemos, cambiando planes sobre la marcha y regalando confidencias. Sumando historietas para el próximo viaje…y vuelta a empezar. Recordando lo vivido juntos. Y no dejando de hacerlo. NUNCA. ¡Aquí no hay límite que valga! Porque nada nos hace más ricos. Porque la vida no vuelve…¡y porque no es lo mismo una postal que vuestra peor foto!

Deseando volver a subir a un avión y volar. Donde sea. Tener entre mis manos otra vez menús en cirílico, oír hablar en idiomas que no entiendo, probar sabores nuevos. Y recordando lo redondo que es el mundo y las maravillas que me están esperando lejos del sofá. Eso me apetece. Viajar lo que se pueda…y más.


AVISO: Siempre cumplo mis amenazas. Siempre que se pueda.

Coco.

Un poco de la foto: Si vais a Sofía, id al Museo de las Ilusiones.

Salís muy «OPEN MIND» (Laura dixit).

¡COMPROBADO!

«…con la pólvora seca»

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Reconozcámoslo. Enfadarse con la persona adecuada de la forma adecuada en el momento adecuado y con el nivel de enfado adecuado -como decía el sabio- es para nota. Porque controlar ese arrebato que te entra cuando alguien te ha hecho sentir agredido no está al alcance de cualquiera. Así que si alguno de los que estáis leyendo esto sois de los que sacáis nota en la asignatura de “enfadarse adecuadamente”, desde aquí todo mi reconocimiento. ¡Enhorabuena a los premiados!

¡Ojo! Todo tenemos derecho a enfadarnos cuando hemos vivido un ataque, pero ojo también porque no todo vale. Como dirían mis padres, somos muchos con “la pólvora muy seca” y prendemos a la primera de cambio (y lo grave es que el mundo de los ofendiditos va en aumento). Sin embargo, hay ataques y ataques. Algunos sólo existen en nuestra cabeza, bien porque ese día nos hemos levantado con el pie izquierdo, bien porque nos haya picado un mosquito. Pero hay otros ataques de los que no seré yo quien diga que no se deben quedar sin respuesta por nuestra parte. ¡Faltaría más!

La mayoría de las personas tenemos una gestión del enfado bastante cutre. Desde pequeños nos han enseñado que expresar determinadas emociones es malo o es de débiles y, precisamente por ello, las ocultamos y disimulamos haciendo como si no pasara nada. ¡ERROR! Eso tan común, tan del día a día, nos hace sufrir y -a la larga- nos complica mucho la vida porque no nos damos cuenta pero nos afecta y mucho reprimir los sentimientos. Nos empeñamos en parecer fuertes, en hacer como que estamos por encima del bien y del mal y, por pura supervivencia, acabamos sacando nuestra mejor sonrisa como respuesta a algo que nos ha herido profundamente. Y no. Estas son cosas que no nos vienen bien porque al final salen y cuando salen, salen todas de golpe provocando una guerra sin vuelta atrás.

Recordemos querido amigo que, afortunadamente, en esta vida tan imperfectamente maravillosa que nos ha tocado vivir hay espacio para las equivocaciones, para los errores y para las dudas. Necesitamos que nos cuestionen, pero también necesitamos expresarnos con libertad. Tenemos que ser capaces de tener puntos de vista diferentes y hablar de ello sin enfados, sabiendo que nos podemos equivocar con la tranquilidad de que después…encontraremos la paz.

Coco.

Fuente de la fotografía: Pinterest.

¡A LA MIERDA LA PLANCHA!

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Poner la lavadora. Ir al trabajo. Atender alexia. La compra semanal (o de cada 2 días). Cambiar la cita del dentista para encajarla entre las actividades extrescolares de tu hijo. Anotarte las fechas de caducidad de los DNI. Negociar con el seguro. Hablar con el banco. Ordenar armarios. Recoger las lavadoras tendidas. Llenar la nevera. No olvidar cumpleaños, santos ni fiestas de guardar (y quedar bien). Responder los correos, los whatsapp y devolver las llamadas. La tintorería. Cargarle al niño el bonobus. Poner el ticket al coche (¡o pobre de ti!). Ir a la gasolinera 3 veces por semana (dato importante. Ahí lo dejo). No olvidar la merienda para la salida del cole. Elegir depilarme o lavarme el pelo (las dos cosas a la vez es misión imposible). “¿Los deberes, has estudiado, te lavaste los dientes?” o” Deja la play, revisa la mochila, apaga la luz” … y así hasta donde cada una quiera.

Esta retahíla no es otra cosa que una pequeñísima parte de la agenda de muchas, muchísimas, mujeres de hoy. Mujeres que no llegamos a todo: nuestra gran asignatura pendiente. Y es que estas exigencias, obligaciones o tareas (cada una que lo defina como quiera) que cargamos a nuestras espaldas van, pico pala pico pala, haciéndonos sentir malas madres, malas mujeres y -sobre todo (lo que más daño nos hace)- no estar a la altura de lo que se espera de nosotras.

Nos hemos equivocado. Hemos pensando que podemos dejar a un lado nuestra felicidad para que nuestra gente sí lo sean. Pensamos que el éxito de que una casa funcione (o el fracaso) depende de la dedicación y el esfuerzo que cada una haya puesto. Hemos pensado que somos egoístas por sacar tiempo para algo nuestro -o eso nos han hecho ver- en vez de ponernos al final de la lista. Al fin y al cabo, es el concepto con el que nos han educado: con la culpa. La culpa nos ha seguido siempre como una sombra, desde que el bebé asomó la cabeza hasta más allá. Diría que el bebé ya tiene abundantes matas de pelo repartidas por todo el cuerpo y la culpa ahí sigue, dale que dale. Y digo yo: si se te vuelve a amontonar la faena… ¿Qué pasa? ¿Que no planchas? ¡A la mierda la plancha! ¡Si no llegamos, pues no llegamos! ¡Con lo bonita que es la imperfección!

Debemos librarnos de ese perfeccionismo tan tóxico, de ese afán por llegar a todo y hacerlo todo bien. Librarnos de esa sensación donde la explotación viene únicamente de ti, autoexigiéndote hasta la extenuación, pensando día sí y día también que el éxito de la máquina doméstica depende de una misma y que si nosotras, parte fundamental del engranaje, no activamos bien la maquinaria…se va todo al carajo. Librarnos de creernos un puzle en el que, si una de las piezas no encaja, el resto se quedarán descolocadas. Librarnos de ese sensación de vivir en un Tetris. Librarnos de esa impresión constante de haber olvidado algo, de estar haciéndolo mal. Librarnos de irnos a la cama con un mal rollo que no te deja dormir, sintiéndote culpable por dedicar un rato a ti y haciendo repaso para mañana poder hacer más y mejor. Pero llega mañana y de nuevo…las horas no dan.

Y debemos librarnos de todo eso y más porque los años pasan para todas y si una no se ayuda a sí misma…lo acabará pagando.


Nos lo debemos.

Coco.

Fuente de la fotografía: Pinterest.

LAS JEFAS DEL GARITO

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La crisis de los 50 no es sólo cosa de hombres que tiñen sus canas y se depilan de arriba a abajo. Nadie está a salvo. Las mujeres también nos enfrentamos a un tsunami hormonal. La edad crítica la llaman algunos espabilaos. Un cambio del que todo el mundo sabe y habla (o eso dicen) pero del que nadie cuenta la verdad verdadera.

El tiempo pasa siempre igual, un año sigue siendo un año, pero a veces parece que todo va mucho más deprisa. Y es que la vida no sabe quedarse quieta. Un buen día te miras en el espejo y caes en la cuenta de que a esa que eres tú le ha pasado por encima la apisonadora del tiempo. Las hormonas parecen dominarlo todo y se han convertido en las jefas del garito. Y aunque los 50 de ahora no son los de antes, la ley de la gravedad hace muy bien su trabajo en todo tu cuerpo desde el pelo, pasando por las tetas y, sobre todo sobre todo, con la piel.
Nadie nos prepara para, de golpe, saber cómo seguir adelante. Y aunque estar orgullosa de las arrugas y presumir de canas está muy bien, no sólo es eso. Aún hay bastante camino por recorrer y algunos tabúes que derribar. Hay que seguir.

Muchas se muestran felices y por fin se atreven a ser ellas mismas, perdiendo el miedo a decir y enfrentando la vida con un par. Ese par que durante muchos años ha estado en un segundo plano porque las hormonas que estaban en guerra eran otras. No era el momento de sus prioridades, era el momento de las prioridades de los demás, haciendo cosas que no les apetecían, dejándose llevar por las decisiones de otros y preocupadas por quedar siempre bien y estar a la altura.
Otras fantasean con un cambio radical en sus vidas al que ven difícil atreverse. Sienten que a esa edad ya no hacen nada con su vida. Por más entusiasmo que le pongan, han perdido las ganas. Y es que, a pesar de la sabiduría que nos da el paso del tiempo, cada edad tiene sus preguntas y sus miedos.

El paso del tiempo juega a la vez en contra y…a favor. Toca hacer las paces con la edad a pesar de no tener respuestas y perderle miedo al miedo. ¡Cambiar de vida a esas alturas no tiene por qué ser un triple salto mortal con los ojos vendados! Ahora ya eres muy libre. Todo te importa un pimiento (o debería), conoces lo que quieres (y lo que no) y disfrutas mucho de lo que te pide el cuerpo. Y aunque esto que parece tan bonito sea, a la vez, muy peligroso -porque es justo lo que una parte de la sociedad rechaza- recuerda que el tiempo vuela, que hay que estar más atenta de cada minuto que pasa y olvidar el qué dirán. Al fin y al cabo sabes de sobra que la juventud no es más que un estado de ánimo y…¡que la jefa del garito eres tú!


Volver atrás ¿pa qué?

Coco.

Fuente de la fotografía: Pinterest.

Sienta bien

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Sienta bien madrugar un domingo y ver amanecer caminando «a la vora de la mar».

Sienta bien saber que los tuyos están, que siguen contigo y te siguen regalando horas, días y esperemos que sean años de salud y bienestar.

Sienta bien escuchar a una amiga al otro lado del teléfono ilusionada con su nuevo amor/ligue/crush/llámalo como quieras, y más aún cuando lleva toda la vida jugando al gato y al ratón con él y precisamente ahora se han alineado los astros para que puedan coincidir en tiempo y espacio.

Sienta bien, saber que hay personas cerca disfrutando del éxito. En su vida, en su trabajo, en su familia o en cualquiera de sus facetas.

Sienta muy requetebien saber que estás en el mercado. Que hay ofertas de trabajo en las que encajas, y que te encajan. Que lo que has hecho a lo largo de los años sirve, y sirve mucho. Aunque sepas que algo no es para ti, está bien «autoevaluarse» y practicar destrezas que creías tener olvidadas.

Sienta bien ayudar a otras personas. Saber que lo que tú haces les hace bien.

Sienta bien hacer planes. Da igual que sean de futuro, de finde o que te montes «el cuento de la lechera», pero visualizarte en esas situaciones imaginadas, sienta muy bien.

Sienta bien el sol en la cara, pero también sienta bien ver llover.

Sienta bien escribir y desahogarse, y sienta muy bien saber que me lees.

Reyes

«Por el interés te quieren, Andrés»

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Querido Andrés: Lamento decirte que…” ¡Por el interés te quieren!”


Por el interés te quieren, Andrés, estos caraduras que se pasan el día idolatrándote y venerando, diciéndote lo bien que lo haces todo y lo cuquis que salen tus publicaciones en RRSS, que lo vas a petar, que vas a ser casi Dios, que… ¡yo qué sé qué! Y cuando caigas en desgracia, esos lameculos frenarán en seco y cambiarán el rumbo en busca de otra presa más apetecible. ¡Que lo sepas!

Algunos nacen así. Otros consiguen el título a base de un duro trabajo personal. Y no todos pretenden conseguir las mismas cosas ni todos usan las mismas formas, pero sí gozan de una rapidez mental extraordinaria, le comen la oreja al pez gordo como nadie y saben poner la sonrisa perfecta mientras el capo suelta sus gracietas. Los hay que no polemizan ni discrepan, jamás discuten. Sólo sacan a relucir sus pedantes dosis de cortejo, haciendo tonterías de todo tipo si se tercia, para que «Andrés» acabe comiendo de su mano. Una tropa de zalameros que se arrodillan ante cualquier fulano con influencia mendigando poder. Otros, sin embargo, son excesivos en las formas, histriónicos, sin límites, un ridículo séquito de aduladores que se pasan el día jaleando al jefe y aplaudiendo sus fanfarronadas. Opinando siempre bien sobre el trabajo de «Andrés», al que nadie le llevará la contraria hasta un minuto antes de su caída. Son verdaderas sanguijuelas cuyas tretas buscan chupar hasta la última gota de sangre y, de paso, vaciar los bolsillos de la presa. ¡Podrían engañar hasta a su padre!
También existen los aduladores profesionales. Algunos verdaderamente talentosos. Y, por supuesto, no faltan los alcahuetes, unos tontos útiles besando los pies al profeta de turno y mostrando todas sus carencias sin ningún tipo de pudor. Todo va en función del nivel que tenga «Andrés». Según sea de importante el patrón, serán tiralevitas, lameculos o bufones. Personajes patéticos, al fin y al cabo, que luchan por su propia supervivencia y -precisamente por eso- son capaces de lo que haga falta y más para entretener al jefe con tal de seguir cerca.
Ver a un pelota en acción es un espectáculo que nadie debe perderse. Son un constante piropo con patas. Alegre palmero de agudo ingenio que celebra todo lo que «Andrés» inventa. Su habilidad para la lisonja es un arma para manipular, porque están convencidos de que su misión, enjabonar la espalda al bobo que se preste (sí, son muy bobos todos los que caen en sus redes), es absolutamente necesaria, aunque sepan del error y aun así se callen como putas. Pero mucho ojo: siendo todos ellos ejemplos de mediocridad, conviene no menospreciarles…ni perderles de vista.
Y sí. Siempre habrá algún bobo que les alimente. El bobo es un blanco fácil y confunde día sí y día también el servilismo con la lealtad. Caen con facilidad en sus redes porque son tan tan tan bobos que, ante cualquier lisonja, su ego se inflama hasta límites insospechados. Pobres. Deben estar muy necesitados.

Por el interés te quieren, Andrés. Desconfía de aquellos que siempre están a tu favor, aunque estés diciendo auténticas barbaridades. Son puros supervivientes que, sin pudor alguno, se adaptan a lo que toque mientras mantengas la vara de mando. Unas máquinas de mentir que, riéndose en tu cara, dirán amen a todo lo que por tu boca salga. De vez en cuando hay agradables sorpresas, pero conociendo a la raza humana no te puedo prometer mucho. Así que ten cuidado ahí fuera porque en el pecado va…la penitencia.

Coco.

Fuente de la fotografía: Pinterest.

AJUSTE DE CUENTAS

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Un año entero esperando que llegara el momento y…ya pasó. Se acabó lo que se daba. El otoño es oficial.

Las vacaciones y el verano hay que tomárselos muy en serio. Y, sinceramente, es muy difícil hacerlo sin sentimiento de culpa. Ya no sabemos cómo aburrirnos. No sabemos perder el tiempo lejos de una pantalla y dejando hueco al aburrimiento. Aburrirse es muy sano, aunque para algunos suene mal. Para otros es su refugio o…una celda. Creo que, según se vaya la copla, es un verdadero ajuste de cuentas. Necesitamos tiempo para relajarnos, pisar el freno y disfrutar de eso que hace que uno se sienta bien. Y no hay nada malo en de ello.
Haciendo los bártulos una de las cosas que más me apetecía era aburrirme. Vaguear hasta gastarle el nombre. Cansarme de no hacer nada. Y lo conseguí. Hice uso y abuso de la vagancia. O ganduleando, como dicen en mi pueblo. Y lo hice sin sentirme culpable (que es lo más difícil). Día tras día. Hora tras hora. Ojo, sin despertador. Si no, no vale.
Perder el tiempo es necesario. Pero hay que perderlo y no hacer nada. Olvidarse de todo. Ni siquiera pensar. Que la vida vaya más despacio. Sólo sintiendo, apagando el ruido de fondo y cuidando los unos de los otros para poder descansar de verdad de la buena. Vivir improvisando. Colgando el cartel de «No molestar» y disfrutar del noble arte de descansar.
Llegados a este punto, cada uno con sus vicios veraniegos. ¿Los míos? Vivir a remojo. Del pijama al bañador y del bañador al pijama. Tener arena hasta en las orejas. Sestear sobre la colchoneta siguiendo el vaivén del mar. Tocarme la barriga…o los pinreles. Embobarme mirando a la pared. Terminar ese libro que nunca acabé (o no). El aroma a galán de noche y jazminero del patio de mi casa. Este año, ver brotar tomates de una tomatera que nadie sabe cómo llegó hasta allí. Bajar las revoluciones, dándole más a eso de dormir hasta que me dio la real gana. Comer cuando tenía hambre…o algo parecido a la gula. Saboreando mis veranos de siempre. Pero que nunca son iguales.

Y como todo lo bueno se acaba, las vacaciones no iban a ser menos. El bajón ya está aquí. Fuera chanclas. La piel morena se torna amarilla y va cayendo a trocitos cada vez que pasas por la bañera. Pero no importa. Merece la pena. Volver a la rutina sin morir en el intento tiene su punto. Hola remo. Hola gym. Hola agujetas. Coger los pinceles otra vez. Toca estrenar lista de propósitos e intentar aprender algo nuevo. Algún cambio siempre viene bien por pequeño que sea. Y tener sorpresas que animen el cotarro también son bienvenidas.

Aunque las mejores fotos se quedan en mi retina, de vez en cuando tiraré de carrete para no olvidar y decir: “Gracias verano. En vacaciones nunca defraudas”.

Coco.

El por qué de la imagen:

Pues porque el verano me ha regalado unos tomaticos recién cogidos de la mata de esos que saben…como los de antes.

NO TE QUEDES MIRANDO.

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Empieza el colegio y en varios medios lanzan una campaña dedicada al acoso escolar protagonizada por personas de diferentes ámbitos considerada “influyente” entre los más jóvenes. Ricky Rubio, Marta Pombo y otros lanzan mensajes dirigidos a alumnos, profesores y padres para que dejen de ser espectadores y actúen evitando abusos que cada vez son más frecuentes entre niños y adolescentes. “NO TE QUEDES MIRANDO” es su lema.

De siempre en los colegios hay niños que hacen a los demás sentirse especialmente pequeños. Desconozco los motivos que los lleva a hacer daño y disfruten pasando por encima de ellos como apisonadoras. Se ríen del más bajito, del más gordito o del introvertido. También los hay que sin reírse de ellos les dan de lado, dejan de llamarles o simplemente les ningunean.
Y aquí es donde voy. Este tema es un problema que nos afecta a TODOS, a los activos y a los pasivos, a los que lo hacen y a los que no lo hacen pero lo ven y lo saben y TODOS somos parte de la solución. Porque, aunque la teoría la sabemos de memoria y hacemos alarde de ponerla en práctica mejor que nadie, el acoso escolar sigue al alza. Algo falla en la cadena de transmisión entre profes, padres y alumnos. Y me atrevo a decir que el fallo está en que cuando el acoso asoma, se mira para el otro lado, no hablamos del tema, no actuamos y así se evitan problemas.
“No somos conscientes del poder que podemos llegar a tener como observadores” dice Ricky Rubio. CIERTO. Hay gente que sabrá (o querrá) verlo o y gente que no. Y tú con tu actitud de observador frente al acoso, decides cómo quieres que le afecte al otro. El simple hecho de sentir como se siente él y ayudar a esa persona que lo necesita tanto en ese momento es preocuparse, es sentir su dolor en carne propia, es ponerse en sus zapatos.
“Reír la gracia te hace partícipe del bullying” dice Marta Pombo. VERDAD VERDADERA. Los expertos dicen que cuando las personas se sienten rechazadas o humilladas, en el cerebro se produce la misma reacción que el dolor físico. Porque por esa “gracia” alguien sufre y se siente excluido. Y no hace falta llegar a las manos para hacer que un daño duela tanto.

Si es a ti a quien le está pasando, pide que no te hagan daño. No tengas miedo a decirlo. Ni aguantes nada que no te haga sentir bien. Para los pies a quien haga falta. No te guardes la rabia. Esto no es un consejo, es ley de vida. Los amigos que te quieren, nunca te harían eso. Y si algunos han decidido que no les aportas nada, no te culpes. Cambiar es cosa del resto. Escogieron no contar contigo porque dentro de ellos algo les hizo tomar esa decisión. Y esa decisión habla de ellos, no de ti.
Si eres de los que ven -o saben- que alguien no lo está pasando bien, ofrece tu ayuda y frena “la broma”. Es necesario tu rechazo a la violencia. No te quedes mudo. Di lo que piensas poniéndote siempre en el lugar del otro. Porque, aunque sigan existiendo los acosadores, si levantáis la voz contra ellos, poco a poco se quedarán arrinconados. Y esto va para todos. Para ALUMNOS, para PROFESORES y para PADRES.


Ahora que empieza el curso, hagamos T O D O S un trato por el buen trato.

Nadie merece lo contrario. N A D I E.

Coco.

Fuente de la fotografía: Pinterest

Talento

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Talento, según la RAE: Del lat. talentum ‘moneda de cuenta’, ‘unidad de peso’, y este del gr. τάλαντον tálanton.

  1. m. inteligencia (‖ capacidad de entender).
  2. m. aptitud (‖ capacidad para el desempeño de algo).
  3. m. Persona inteligente o apta para determinada ocupación.
  4. m. Moneda de cuenta de los griegos y de los romanos.

Siempre se ha mirado bien a las personas talentosas, y no hablo de los inteligentes, sino de aquellos que tienen una aptitud para el desempeño de algo. Deportistas, actores, artistas/artesanos… todo aquel que tiene una facilidad para el desarrollo de alguna acción, para correr más rápido, saltar más alto, ponerse en la piel de otro, o realizar obras de arte con sus manos. Personas que además del talento, necesitan del trabajo duro para conseguir unos resultados que otros no conseguirían ni en años de dedicación.

A estos los adoramos. Ensalzamos sus dotes, que son muchas, ponemos en valor sus capacidades y los ponemos siempre como ejemplo. Hoy los protagonistas son los jugadores de la selección nacional de Baloncesto que ayer ganaron (por cuarta vez) el Campeonato Europeo y vaya desde aquí nuestra enhorabuena y las gracias por los buenos ratos que nos han hecho pasar pegados a la tele, sufriendo con cada rebote y disfrutando con cada punto.

Tenemos tres jugadores en el 5 ideal del campeonato, MVP del campeonato, y MVP del partido de ayer, pero…¿es que nadie va a hablar del seleccionador? Pues ya os hablo yo. Sergio Scariolo, el seleccionador, el que «hace» y entrena al equipo, el que establece las estrategias de juego… en definitiva, la mente pensante del juego. A mi modo de ver la pieza clave. El talento intelectual.

Ninguno es nada sin el otro. La mente pensante no es nada si no tiene quien ejecute las jugadas, pero los jugadores necesitan de alguien que establezca las estrategias, haga los cambios necesarios y le diga a cada uno lo que tiene que hacer. También que los anime y los apoye, que sea capaz de sacar lo mejor de cada uno de ellos. Alguien inteligente en todos los sentidos, en el de la inteligencia interpersonal y cooperativa también.

Ahora bien, ¿por qué ensalzamos a los jugadores y no al equipo técnico? ¿Por qué no sabemos los nombres de todos ellos?¿Por qué no conocemos la labor de cada uno?. No se si será porque nos han educado en la cultura del esfuerzo, y todo lo que suponga un trabajo físico y un entrenamiento nos parece de admirar y por el contrario pensamos que el que es listo es un vago, porque es capaz de hacer sin esfuerzo lo que otros son incapaces de hacer por mucho que se empeñen.

Y aquí vengo yo a reivindicar su talento. Los inteligentes no son vagos, ¡son inteligentes! Tienen esa capacidad como podrían tener otra, y también hay que admirarla y ensalzarla. Tienen facilidad para hacer cosas que otros no pueden, pero también son personas de a pie, que tendrán dificultades para otras tareas.

A cada uno hay que reconocerle lo suyo, y hacer que se sienta bien con sus capacidades. Animarle a explotarlas y celebrarlas, así que vamos a celebrar el palmarés de Sergio Scariolo, que sin contar sus éxitos con otros equipos, con la selección española ya tiene todos estos:

  • Campeón en el Europeo 2009 en Polonia.
  • Campeón en el Europeo 2011 en Lituania.
  • Medalla de Plata en los Juegos Olímpicos de Londres 2012.
  • Campeón en el Europeo 2015 en Francia.
  • Medalla de Bronce en los Juegos Olímpicos de Río 2016.
  • Tercero en el Europeo 2017 en Turquía.
  • Campeón en el Mundial 2019 en China.
  • Campeón en el Europeo 2022 en Alemania.

¡ENHORABUENA!

Reyes

«EL SINDROME»

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Los Kirchner, los Clinton, Trump, Putin, Morales, los Kennedy, Berlusconi, los Castro…podría seguir con esta lista interminable ad infinitum. La cosa presenta variaciones en la forma, pero no en el fondo.
Una mirada del mapa político mundial a lo largo de la historia muestra cómo en este selecto club unos han ido heredando el trono y otros están atornillados a él ad aeternum. Los peores lo han hecho a través de la familia (como si se tratara de una parte más de la herencia) o usando la maquinaria estatal para eternizarse en el cargo. Y es que hay políticos que no conocen eso de los efectos saludables de la alternancia gubernativa.

Parece que el poder es una droga tan adictiva como placentera, como esas sustancias que hacen que te sientas tan bien que enganchan hasta la obsesión. Muy pocos escapan de su hechizo. Y realmente algo tiene que tener para que la gran mayoría de los que lo ejercen se agarren a él como si les fuera la vida en ello. Muy pocas excepciones confirman la regla. Muy pocos los que se han ido y muchos los que intentan seguir o incluso volver pasado un tiempo de… ¿desintoxicación?
El poder no es una enfermedad como tal, es un deseo humano que todos tenemos, pero siempre hay un alto precio que pagar. Y para los que llegan a la cima debe ser muy difícil salir de ese bucle donde se ven fuertes para comerse el mundo y -una vez lo catan y les gusta lo que catan- no quiere dejar de hacerlo. Por eso el poder engancha y, cuando les llega el momento de decir adiós, cualquier táctica desesperada por mantener el puesto es bienvenida.

Dicen que la vida después del poder no es fácil, que el temido síndrome del teléfono apagado es aterrador, pero más difícil es comprender que alguien lo ejerza de forma perpetua. Si les quedara algo de sensatez deberían reflexionar y hacer análisis de ese vicio por mantenerse en el poder antes de que los votos les pongan de patitas en la calle cansados de esa manía tan fea en no soltar la vara de mando. Sin embargo, se ha escrito mucho sobre el asunto y parece que este tipo de personajes se resisten al cambio, no les gusta sentir que pierden, que su desesperación por seguir en el puesto es igual al terror que les crea volver a ser ciudadanos de a pie. Que viven dentro de una burbuja, rodeados de pelotas que les cuentan lo bien que va todo -aunque sea mentira- y alargan lo inevitable, enrocados en el poder (para el horror de muchos) porque no son conscientes de que su momento acabó.
No trato de juzgar a los que están en el poder, pero me parece incomprensible y hasta obsceno aferrarse a él. Todos estamos de paso y hay que aprender que la vida va de ciclos, que unas veces estás en lo más alto y otras toca empezar desde cero y volver a ser un ciudadano más es la mejor manera de recuperar la propia vida.


Todo tiene un principio y un fin. Todo es temporal y el poder también. Hay que aprender a perder, a dejar libre el sillón y…a saber marcharse.

Coco.

Fuente de la fotografía: Pinterest.

La mujer de sus vidas.

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Se fue. Luchó contra la enfermedad hasta que no pudo más. Luchó hasta el final. Una campeona. Durante siete años demostrando a todos que convivir con el cáncer y seguir siendo mujer, madre y amiga no era algo incompatible. Mujer valiente, mujer coraje, que supo enfrentarse a la vida con su mejor cara. Deja mucho amor y dos hijos maravillosos. Deja su sonrisa. Deja su bondad. Deja su ejemplo. Capaz de seguir tocando el corazón, aunque ya no esté.

No es fácil decirte adiós. Pero sí darte las gracias. Agradecida de que la vida te pusiera en mi camino. Hemos compartido muchas horas en el patio de colegio, fiestas con piñata, sus primeros disfraces, ese conciertazo de Dani Martin, comuniones, graduaciones…mil y un recuerdos. La lista es larga. Compartimos memoria y vivencias, pero no la misma forma de vivir la vida. Y cada vez que esto pasó siempre me llevé una lección cuando estaba a tu lado. Aprendiendo, a través de tus ojos, cosas buenas sobre la humanidad. Recordando lo que de verdad importa. Enseñándome que todo el mundo merece una segunda (y una tercera) oportunidad. Haciéndome ver cosas que yo era incapaz de apreciar. Sólo tenía que estar cerca de ti y ponerme en tu lugar para poder saborear las cosas a tu manera. Porque, con un par y hasta en tus peores momentos, siempre miraste el lado bueno de las cosas. Por todo eso y mucho más te voy a echar de menos…aunque sé que tú nunca te irás.

Desde ya te digo que vas a estar más que orgullosa de tus criaturas. ¡Vaya dos ejemplares nos has dejado! ¡Qué bien lo has hecho con ellos! Lo vuestro fue un amor real. Esa clase de amor que une el compromiso, la disciplina, la razón y la emoción. Un amor que sabe ser paciente (a pesar de que la paciencia está mal vista en los tiempos que corren), que sabe escuchar (en este mundo que parece hacer oídos sordos a aquello que no nos viene bien) y que va directo al corazón. Un amor de esos que debemos vivir todos. Has sembrado mucho, eso se nota. Y no te preocupes por tus niños. Van a estar bien. Y lo van a hacer mejor. Porque aunque la pérdida, el dolor y la tristeza les va acompañar durante un tiempo, y aunque crean que todo se derrumba a su alrededor, no están solos. No les vamos dejar que lo estén. Y si tienen que llorar, llorarán acompañados. Son fuertes. Y lo son gracias a ti. A la mujer más importante de sus vidas.

Ya sabes. La vida es…perfectamente imperfecta.

Coco.

Fuente de la fotografía: Pinterest.

¡ROJA Y EXPULSIÓN!

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Nada tengo contra el culto a la chancla con calcetín, pero necesito que alguien me lo explique porque sigo sin entenderlo. Pensaba que podía con todo, pero aún sigo con el efecto “NO ME LO PUEDO CREER” cuando veo desfilar hordas de horteras que permanecen anclados en el tiempo.

Todo verano tiene su hortera. Sin duda. El mal gusto sale del armario y campa a sus anchas. Y aunque eso del mal gusto es según se mire, hay estéticas bastante alejadas del gusto dominante. Cierto es que en unas zonas lo hortera triunfa más que en otras, siempre dependiendo del nivel de humedad y de los grados que nos esclavicen. Pero cada verano la cosa va a peor. El panorama es desolador. Carnaza por aquí, riñonera por allá…todo es posible. Reconozcamos que entre tanta excentricidad algo de nostalgia hay. Porque los veo y recuerdo mis pantalones de pata de elefante, las hombreras dobles pegadas con velcro en mis camisetas…Sí, Yo también fui hortera. Y es posible que para algunos siga siéndolo. Todos lo hemos sido en algún momento de nuestra vida. El punto hortera que llevamos dentro nos acompañará siempre. No podemos resistirnos a ese rollo kitsch. Y el que esté libre de pecado… ¡no sabe lo que se pierde!

El tema da mucho de sí. Hay horteras con un sentido de la moda rayando la agresividad. Y ese modus operandi me impide vivir en paz. Soy una firme defensora de que cada uno se ponga lo que quiera y le haga sentir bien, aunque le quede peor que mejor, pero hay unos niveles que no puedes pasar por alto. Imposible entonces no poner en marcha un ejercicio de reflexión.

¿El calor lo justifica todo? La respuesta es NO. Un sol abrasador no te concede el certificado de hortera oficial nivel experto ni beneplácito para ir por la calle enseñando el culo. Eso no está bien, sobre todo para los que ya tenemos una edad. No hace falta enseñar más de lo que toca. En serio. NO HACE FALTA.

Incomprensible esa dosis extra de atrevimiento, exhibiendo carnes lustrosas y empapadas en sudor. ¡¿Algo más aterrador?! El calor da licencia a enseñar piel hasta un punto. Pasado ese punto ya entramos en terrenos pantanosos y aparecen cuerpos abrillantados que dicen adiós al miedo al ridículo con total impunidad. Esa es la foto oficial del hortera que, con su presencia inigualable, tiene en el verano a su mejor aliado. Iconos del panorama estival, rendidos al mal gusto, que sacan a relucir nuestro lado más grotesco, y cuyo cutrerío anti lujuria y la exaltación de la masculinidad te hace pedir a gritos que vuelva el frío.

Las altas temperaturas no son excusa para mandar a la mierda la etiqueta, ni para bajar la guardia y sacar la vulgaridad a paseo. Para sobrevivir al verano hay otras formas de relajar la indumentaria sin que aparezcan especímenes marcando paquete con un turbo más que ceñido, casi desnudos, descamisados o con infames camisetas de tirantes, calzones y calcetines estampados subidos hasta una rodilla peluda y de un tono rojo abrasador que duele de mirarla. Y si te has sentido identificado con algunas de las piezas aquí expuestas, desde YA te digo que no eres un moderno. Eres un H O R T E R A y mereces un buen repaso, porque el aroma a rancio no te lo quitará nadie por mucho que lleves estampados grandes logos de marcas de lujo. No todo vale. Debes saber que hay sitios en los que la extravagancia no cuela aunque tengas pase VIP (y por mucho dinero que cueste cada una de las prendas que llevas encima).

¿Es posible resolver semejante ecuación? Hay que reconocer que la cosa es complicada. Cuando escapar completamente del calor es imposible, la elegancia se va de vacaciones y aunque las tendencias en el mundo de los horteras van y vienen, algunas –desafortunadamente- nunca se van. Hay mucho trabajo por hacer. Es delirante. No encuentro otro modo de explicar cómo esa gente combina todas las tendencias en un solo cuerpo, por aquello de no dejar ni un hueco libre, rozando el feísmo. Para ellos todo puede ser. Todo puede combinar y cuanto más, mejor.

Ante tanta alucinación, allá cada hortera con su armario. Pero aunque el mundo les necesite, y yo también, algunos merecen…¡ROJA Y EXPULSIÓN!

Coco.

Fuente de la fotografía: Pinterest

Picasso y Yo no somos amigos

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Decía Picasso “Que la inspiración te encuentre trabajando”, pues yo no se lo que hago mal porque llevo trabajando a piñón ya mucho tiempo y algo tengo que estar haciendo mal ya que las Musas no vienen a visitarme.

Querida Musa te echo de menos, no sé cual es razón de nuestro distanciamiento, igual te he ignorado cuando tú solo hacías que mandarme señales, igual no te he llamado cuando tú esperabas mi llamada, quizá me olvidé de tu cumpleaños, o peor aún no te deje hablar cuando lo que tenias que contarme era super interesante.

Musa no soy de prometer ya que siempre he pensado y me han demostrado que el que mucho promete poco o nada cumple, por eso no te prometo nada, pero sí que voy a ponerme en modo disfrutón, sí, ese modo en el que no hay nada que no me apañe, el modo de que a mi nadie me lo cuente que ya estoy yo para hacerlo y vivirlo, ya que es ahí donde se que te perdí y estoy completamente seguro que es donde te voy a volver a encontrar.

El día que nos reencontremos nada de miraditas cómplices y medias sonrisas que ya no estamos para sentir mariposas en el estómago, que ya nos conocemos y sabemos lo que nos va… la fiesta, la marcha y el modo disfrutón.

Si, lo reconozco será culpa mía, como siempre, pero no son fechas de lamentarse ya que la paloma, la cevecita fría, las barbacoas y la piscina nos esperan.

Amigo Pablo una última cosa, a ti la inspiración te pilló trabajando, pero a mi me va a pillar de fiesta te lo aseguro.

Feliz Verano.

Caye

EUREKA

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eureka Del gr. εὕρηκα heúrēka ‘he hallado’, perf. de εὑρίσκειν heurískein ‘hallar’.

1. interj. U. cuando se halla o descubre algo que se busca con afán.

«Eureka», ¡lo encontré! y casi casi lo conseguí, al menos así lo siento, cada día más cerca.

Creo que fue viendo las luchas entre Amanda Woodward y Allison Parker en la Agencia de Publicidad en la que trabajaban en «Melrose Place» cuando decidí que era eso que hacían lo que quería hacer «de mayor». No se si fue por el espíritu competitivo de ambas, por las presentaciones en cartón pluma o por la actitud y los taconazos que lucían en sus reuniones con clientes, pero me conquistaron desde el momento cero.

Después vinieron los maratones de publi en Canal +. El festival de Cannes, el Iberoamericano «el Sol» y el de San Sebastián eran citas ineludibles frente a la tele, disfrutando de «La llama que llama» y aprendiendo mil formas de expresar y de vender a través de textos e imágenes que siguen en alguna parte de mi saturada cabecita y en los DVDs que me compró mi padre semana a semana a ver si me empachaba de un atracón y dejaba de dar por saco… nada más lejos de la realidad.

Lo tenia claro, quería estudiar publicidad, pero había que trasladarse de ciudad y eso en mi casa no era una opción, así que a pesar de hacer COU biosanitario, acabé estudiando ADE para especializarme en Marketing, que era «lo más parecido» que podía encontrar por aquí cerca. No salió del todo bien, porque con esa titulación a principios de los 2000 en mi zona, solo había trabajo para banca y poco más. Entonces se empezó a impartir en la UA la Licenciatura de Publicidad y RRPP, y allá que voy a solicitar el acceso por segundo ciclo. No hace falta que os diga que el día que recibí la carta que me comunicaba mi admisión fue uno de los más felices de mi vida.

Empecé a ir a clase, a conocer otro mundo, a estudiar «por gusto», a disfrutar de lo que hacía, a odiar la Semiótica con Kiko Mora y a adorar la creatividad con Jesús Orbea, pero de repente surgió la oportunidad de oro. ¡Hacer un master de Marketing en Madrid!, maravilla, allá voy! Eso si, aquí no se abandona nada, Master y carrera «a distancia». Acabado el master, vuelvo a casa, a trabajar y a seguir estudiando, pero los horarios son incompatibles y ahí se queda mi expediente académico en stand by hasta que encuentro universidad a distancia para continuar. Traslado de expediente, selección de asignaturas y poco a poco voy avanzando. Entonces llega la maternidad, horarios incompatibles y otra vez parón obligatorio, pero por fin este curso cambié de trabajo, se alinearon los astros y le he dado el último empujón.

Veinte años después de acabar mi primera licenciatura, solo me queda el Trabajo de final de Grado para ser Graduada en Comunicación y justo este año acudo por primera vez a la gala de los Premios ALCE de Publicidad para acompañar a mi amiga Silvia con la buena suerte de que una de las campañas que hemos contratado en mi trabajo se ha llevado dos galardones de ORO!!! Dos oros para la agencia Sapristi, por una campaña en la que se fomenta la compra de libros en librerías físicas, en el comercio de proximidad.

Llegados a este punto, yo continuaré con mi gesta cual Sant Jordi frente al dragón o Quijote contra los molinos/gigantes/algoritmos y al igual que ellos venceré los contratiempos y espero poder gritar ¡Eureka! de aquí a un año.

Reyes

Sueños

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Yo sueño que estoy aquí,
destas prisiones cargado;
y soñé que en otro estado
más lisonjero me vi.
¿Qué es la vida? Un frenesí.
¿Qué es la vida? Una ilusión,
una sombra, una ficción,
y el mayor bien es pequeño;
que toda la vida es sueño,
y los sueños, sueños son.

Pedro Calderón de la Barca (1600-1681), La vida es sueño (1635) Jornada 3, escena 19 (monólogo de Segismundo)

No se si será el verano, el calor, o el ambiente vacacional, pero últimamente sueño mucho… despierta o dormida, pero sueño mucho.

Despierta sueño con unas amigas que nos toca la lotería y dejan todas el trabajo… y yo en la puerta de su oficina con la banda de música para recibirlas según van entregando su carta de renuncia. ¡Qué felicidad! No hay mayor placer que dejar atrás las cosas que te hacen daño y empezar de cero. Y si además es un sueño compartido, mejor que mejor. Aunque también te digo que para conseguir lo que quieres hay que poner algo de tu parte, y ellas ya han empezado a hacerlo! Compra lotería, estudia, plántante, busca otro trabajo, lo que sea, pero hazlo! No te quejes del sistema si no haces nada por cambiarlo.

Dormida sueño que una amiga va a tener un bebé, ¡otra alegría!. Ya la he avisado, por si aún no se ha dado cuenta… A ver si voy a ser bruja y aún no lo sabemos. No sería la primera vez que intuyo un embarazo, predigo una fecha de parto, o me adelanto a una noticia, pero si la primera vez que lo hago en sueños. Si esto ocurre, ya me puedo ir montando el chiringuito de adivina y ¡a vivir!.

Dicen los gurús, que es muy importante visualizar para conseguir un objetivo. Yo prefiero llamarlo soñar, para no cargar más presión a todo lo que me propongo. No quiero decir con esto, que lo sueños sean inalcanzables, porque no es ese el caso, pero tampoco vamos a dejarnos la vida en ello sin disfrutar del proceso.

Soñar debemos seguir soñando, con un trabajo mejor, una casa mejor, una mejor relación con los nuestros, unas vacaciones a medida o un bolso de diseño. Allá cada cual con lo que quiera, pero ojo, los sueños hay que trabajarlos y saber que a veces se cumplen, así que cuidadito con lo que soñamos.

Reyes

¿NO HEMOS TENIDO SUFICIENTE?

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El otro día va y me suelta: “Si no entiendes el metaverso es que eres vieja”. Pues sí. Soy vieja. Y es que, dada mi condición de letras puras y con taitantos a mis espaldas, me está costando la vida entender qué es eso. Y sé, viendo lo que veo, que me toca hacer un enorme esfuerzo para ponerme al día desde ya y no quedarme fuera de juego. Y, la verdad, me cuesta asumir que a estas alturas tendré que cambiar la forma de enfrentarme a la tecnología y hacerlo desde un punto de vista diferente a cómo lo he hecho hasta ahora.
Acepté lo de viejuna, me puse a leer sobre el tema y deduje que va a ser, o ya es, algo así como una nueva forma de relacionarnos entre nosotros y con la tecnología a través de experiencias dentro del mundo de la realidad virtual. Una materialización de internet donde las personas somos avatares y nadie conoce a nadie. Porque lo de interactuar entre nosotros… ¡ni pensarlo! Te lo venden como la oportunidad de oro de entrar en un mundo diferente, un mundo en el que en realidad no entras pero que parece que entras, un mundo increíble en el que todo es posible. En ese mundo tienes la vida que quieres porque tú marcas tus propias reglas: puedes ir en moto sin carnet, ser dueño de una isla o conseguir un trabajo (aunque seas menor de edad). Sin embargo, después de rascar un poco más, vi que la vida ahí no es muy diferente a la de cualquier otra persona en la vida real.


Para mi sigue siendo complicado. Hoy por hoy estoy fuera de onda por completo. No soy capaz de imaginar todo lo que me puede ofrecer. Pero cuanto más oigo a mis hijos, más convencida estoy de que el metaverso es hacia dónde vamos todos de cabeza. No sé si el mundo será mejor o peor pero, con todos mis respetos, este invento no es otra cosa que una soberana tontería, un mundo ideal pero con muchos defectos, una barrera que aísla (aún más) a unos de otros y de los placeres de la vida real. ¡Bastante ya nos ha aislado el coronavirus! ¿O no hemos tenido suficiente?

Por mucho que me digan que todos estaremos en el metaverso en pocos años, mi esperanza es que aún estamos lejos de verlo tal y como nos los venden. Sólo de pensar que tenga que vivir en un mundo único para mí pero que no deja de ser ficticio y que me aísla de las personas que más quiero…me ahogo de pena.

Coco.

Fuente de la fotografía: Pinterest

DE PALETOS

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Querer pertenecer al selecto club de los que parten el bacalao ha crecido hasta alcanzar niveles casi pandémicos.

No es raro encontrarse snobs tirándose el pisto con la idea de deslumbrarte -vaya usted a saber con qué intenciones- lanzando nombres de políticos, artistas o de la curia. O de todos a la vez. A mí me divierte mucho escuchar a estos personajes sobre todo cuando sé de dónde vienen, a qué se dedican y forman parte de mi círculo. No doy más pistas. Pero, a veces, es difícil no quedarse pasmada.
El ejercicio de la autopromoción es casi tan viejo como el arca de Noé. Para bien o para mal, el reconocimiento público es la vara de medir de muchos que quieren ser miembros de un grupo exclusivo. Es muy importante venderse y estar bien relacionado y para eso hay que tener amigos hasta en el infierno. Pero hay que currárselo bien y no a cualquier precio. Y, en ocasiones, ese esfuerzo por impresionar no siempre sale bien y te deja vergonzosamente expuesto. Los hay que no les gusta utilizar los cauces habituales y usan (y abusan) de importantes “amigos” con el fin de dejar ver que tienen una agenda repleta e hilo directo con las alturas. Ansiosos por conseguir el preciado trofeo, esos desvergonzados van por ahí soltando nombres a diestro y siniestro convencidos de eso les hace ser súper guays…pero NO. Nada más patético. Y vulgar. A menudo hasta resulta molesto y da vergüenza ajena. Palabrita.

A estos estafadores de medio pelo poco les importa si la historia es cierta o no. Son sólo una panda de pomposos fabuladores que hacen trampa y juegan peligrosamente aprovechando el nombre de otro para brillar. Fantasmas con delirios de grandeza que, incapaces de narrar su propia historia, tiran de nombres VIP para aparentar buenas influencias. Y digo peligrosamente porque si no calculan bien los riesgos pueden pasarse de la raya y en lugar de abrir puertas puede que se las cierren en las narices. AVISANDO.

Aunque ese tráfico de influencias al por mayor algunos se lo trabajaban mucho, estos charlatanes -a pesar de tener una nariz privilegiada a la hora de pegarse el moco- llegan a perder el oremus. Su trastorno narcisista les hace creerse los mejores del corral. Pero no. Intentar beneficiarse del status de otro lo único que destaca son las propias carencias, revela que no te sientes bien siendo quién eres y que tu realidad es bien distinta, normalmente bastante aburrida. ¡Pobres! Y es que martillear al personal recitando una lista interminable de nombres y apellidos VIP con insultante falsa modestia, es una desesperada maniobra de distracción que lo único que hace es dejar ver las inseguridades. Tretas irritantes y poco ortodoxas de las que siempre tiran los que carecen de talento y méritos propios, los que no tienen nada mejor que ofrecer y sí mucha necesidad de admiración. Una forma de ser pretencioso que va in crescendo. ¡Que feo está eso!


En fin. Alguien debería decirles que es una mala idea. Una idea de mal gusto. Y que no les da carta blanca. Es difícil encontrar compasión por alguien así. Basta con que lo hagan para que suenen las alarmas y nos cambie la cara a más de uno. Porque eso de mencionar a los ilustres por su nombre de pila como si fuera tu íntimo es muy paleto. Es repelente. Y aburre.


No lo hagáis criaturas.

Coco.

Fuente de la fotografía: Pinterest.

Resaca… emocional

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Acabadas les Fogueres 2022, las del reencuentro, las más deseadas, o las también llamadas «las mejores de la historia», estamos viendo por todas partes (o por todas las RRSS), publicaciones a modo de resumen tituladas «Resaca Emocional».

Parece que Foguerers y ciudadanos de a pie, hemos puesto toda nuestra atención en lo que estábamos viviendo y eso nos ha dejado huella. Hemos sido conscientes de cada minuto, de cada estallido de petardo o masclet, de cada nota musical, de cada movimiento de falda, cada alfiler o cada nudo de faja o pañuelo.

Hemos vuelto a ser un colectivo unido y fuerte. Hemos demostrado lo que aportamos a la ciudad gracias a nuestro trabajo de todo el año (bueno, de 3 años). Hemos recogido lo sembrado, en premios, cariño, abrazos y buenos deseos. Sobre todo en buenos deseos, y qué queréis que os diga, a mi se me había olvidado lo que era eso.

Cada palabra de aliento dicha por un compañero de otra foguera, cada «¡Enhorabuena, qué buen trabajo!», me ha llenado de orgullo hacia mis compañeros de foguera, los locos de Baver els Antigons. Esos que apuestan por plantar la mejor Foguera cada año, los que disfrutan cada momento del proceso: la idea, la elección del tema, el diseño, el guion, las escenas, el proceso… los que valoran la innovación, la calidad en el proceso, la perfección en los acabados… Ese trabajo que se ha visto materializado este año en los monumentos Léxica de Paco Torres y Akra Leuka de Fernando Foix y Grego Acebedo, esas obras de arte efímero que ya son historia y que sin duda no olvidaremos.

Estas han sido también las Fogueres de las primeras veces, y es que no han sido las primeras hogueras para los niños nacidos desde el 24 de junio de 2021, sino las de todos aquellos que han venido al mundo desde 2019 o incluso antes, porque tres años de parón es demasiado tiempo para una memoria chiquita que no recordaba haber vivido una noche de plantà, un pasacalles o una ofrenda a nuestra Mare de Deu del Remei. Hemos disfrutado con ellos, les hemos enseñado y transmitido nuestro amor por esta fiesta que esperamos hereden con el mismo cariño con el que nosotros la recibimos de nuestros padres.

Queda demostrado que les Fogueres son un reflejo de la sociedad y que son un escaparate perfecto para poner en valor el trabajo, la implicación y la gratitud de otros. Trasplantados era el tema de la Foguera ganadora del primer premio de categoría Especial, una obra de Pere Baenas para la Foguera Florida Portazgo en el que se homenajeaba a todas las personas implicadas en el proceso de los trasplantes de órganos. Una Foguera que nos ha llegado al corazón y que muchos guardaremos siempre en el recuerdo.

Y después de la cremà, así me quedo: con mi «resaca emocional», con todo lo bueno, con las imágenes más bonitas, con los sentimientos más puros, las emociones conscientes y los recuerdos aún frescos. Se acabaron las Fogueres 2022 y las de 2023 ya nos están esperando.

Reyes

UNO MÁS DE LA FAMILIA

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Parece que estamos en manos de los algoritmos. O por lo menos eso deduje de una conversación con un friki de las ciencias. Empezaron por imitar al cerebro y hoy nos engañan como por arte de magia. Son la auténtica revolución del siglo XXI. Nos guste o no han llegado para quedarse y, nos guste o no, la humanidad entera (rodeada de algoritmos) rendida ante las pantallas.
Nos conocen mejor que nosotros mismos y toman decisiones en nuestro nombre hasta el punto de que detrás de algunas de esas decisiones hay, simplemente, una fórmula matemática. Sin embargo nosotros para ellos somos simples generadores de información a base de darle a la tecla. Introduces tus datos y salen predicciones de todo tipo, nos aconsejan sobre cualquier cosa. Cada vez más imaginativos, son capaces de engañarnos con sus trucos y con una potencia de cálculo brutal, escapan de nuestro control y -a veces- hasta resulta difícil seguirles el ritmo.

Los algoritmos no funcionan igual que nosotros, tienen cero conciencia. No sienten ni frio ni calor, pero están organizados para detectar hasta nuestro estado de ánimo. En cada clic hay algo nuestro, se han convertido en uno más de la familia, y esta intrusión en nuestras vidas da miedo a muchos. Miedo que el mismísimo Elon Musk ha manifestado en más de una ocasión. Y lo siento Sr. Musk pero ese miedo es un miedo a nosotros mismos y demonizarlos es perdernos todo lo bueno que tienen…¡que es mucho!

Aun siendo de letras os diré que es fácil descubrir los puntos débiles de los algoritmos porque los hacemos las personas, no se hacen ellos mismos. Y aprenden lo que un adulto les enseña, como los niños. Y podemos desobedecerles sin despeinarnos…como hacen los niños también. Ellos lo ven todo mejor que los humanos hasta que alguien les engaña. Por eso las máquinas pueden caer en trampas en las que jamás caería un humano. La clave está en mentir.

La cultura del algoritmo no es como en las películas. No hay que tenerles miedo. Son buenos amigos del ser humano. No obstante, la gente cree que esto es malo porque todo lo que ven es malo. Pero no. Sólo hay que tener miedo a la inteligencia humana. Porque la maldad, el engaño y la mentira son parte de nosotros. Y si las máquinas hacen cosas malas es porque detrás hay algún villano que así lo ha querido. Ya sabéis eso de que quien hizo la ley hizo la trampa. Y “la ley” (o sea, el algoritmo) la hicimos los humanos.


En resumen, querido friki: La base de datos perfecta no existe. Y ningún método es infalible. Siempre hay errores. El truco es…ir de farol.

Coco.

Fuente de la fotografía: Pinterest.

Una azotea con vistas.

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Un juez soltaba el otro día que en España hay un exceso de ‘influencers’ y faltan camareros. Comprobado.

La otra noche, de terraceo, lo sufrimos en nuestras propias carnes. Una azotea con vistas que quitan el hipo, lugar mágico de esos que no necesitan filtros para convertirse en un top post de Instagram, con una carta de cócteles de autor muy sugerente y rodeadas de amigos de mucho tiempo en mesas vecinas…en fin, un rooftop de lo más animado al que solo puedes acceder con reserva previa. Lo dicho, todo jugaba a nuestro favor para ser una quedada after office de nivel. ERROR.

La cruda realidad fue un NO hay cenicero para vosotras pero SÍ para las tres de la mesa de al lado. Pedir carne y que te den pescado -a sabiendas- a ver si hay suerte, te lo comes y no protestas. Pide un cóctel personalizado, pero no pidas un Bloody Mary que de eso el barman pasa. Y, de postre: «vete levantando que voy a cerrar». Literal. ¡Ah, y al día siguiente sermón vía email por no ir y no haber anulado la reserva! ¡¿Perdón?!

Camarero de mi alma: ¿Si no sabes torear pa qué te metes? Haz que los clientes se sientan bien y que no se note que no tienes ganas de trabajar. Si no estás dispuesto a sonreír…lo demás sobra. Y sí, todos podemos equivocarnos. Pero cuando eso pase muestra humildad, asume el error y aprende de él. El trabajo bien hecho y el trabajo mal hecho te llevan exactamente el mismo tiempo. Y nunca digas «No sé» ni pases de puntillas. Eso está feo.

Estimado empresario: Detrás de cualquier trabajador, hay personas. Haz que sientan que el negocio también es suyo. Crea equipos fieles. Busca que tu gente se sienta parte importante del local. Atención, trabajo en equipo, esfuerzo y compromiso son algunos de los trucos. ¡Úsalos! Consigue que disfruten cada día de su trabajo. No hay mejor forma de conocer un oficio que vivirlo y -esto ya lo sabes- un buen jefe es el que da ejemplo. Cuando las cosas se hacen bien…las cosas terminan saliendo. Y es que lo que la gente llama éxito, no es otra cosa que la suma de muchos pequeños detalles.

Hoy muchos jóvenes son camareros por necesidad y eso lo cambia todo. Buscan trabajo para sacar algún dinerillo y así mantener su ritmo de vida actual porque a día de hoy no llegan a fin de mes y -para ellos lo más importante- no puede estar a la altura de sus amigos. Y no. Así no. Para camarero NO valemos todos. No se aprende a servir mesas en dos días. Hay que tener vocación de servicio, cuidar del cliente y dejarles con ganas de volver. Tienes que tener carácter…y talante. Una sonrisa, una solución rápida ante cualquier problema. Todo esto, educación y ganas junto con la amabilidad marcan la diferencia entre un buen y un mal camarero.
Los mesoneros de toda la vida dicen que es un trabajo precioso, pero que se lo están cargando. De hecho, tenemos muy buenas escuelas de hostelería, pero -según parece – lo que no hay son suficientes alumnos. Sobre todo, cuando se dan de bruces con la realidad del mercado laboral. Ese oficio es muy sacrificado y precisamente por eso hay que saber equilibrar. Y este equilibrio va por cuenta del jefe. Es él quien debe replantearse sus métodos y poner fin a jornadas maratonianas o al trabajo a destajo. Esto es lo que hace grandes a las personas. Esto…y el boca a boca.

¿De quién fue la culpa? ¿Del camarero por trabajar en algo para lo que no está preparado? ¿Del dueño del garito por no estar al pie del cañón? Sinceramente, no sé dónde estuvo el fallo.

P.D.: A quien corresponda: Esta profesión hay que humanizarla. Al fin y al cabo, son personas que conectan con personas, donde el cliente es la razón de ser y los camareros la cara visible del negocio. Y las circunstancias…no son una excusa.

Coco.

Fuente de la fotografía: Pinterest.

El caldo…de bote.

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Una intenta escribir lo mejor que puede. Otra cosa es que lo haga bien o no. Jamás llegué a pensar que podía vivir de contar lo que me pasa y eso ayuda bastante a tener los pies en el suelo. Y lo bueno de escribir regular tirando mal (y a ratos) es que, sí o sí, refleja un estado del alma y ayuda a sacar lo que llevas dentro. Y aunque aquí cada uno finge lo mejor que puede y elige la careta del día nada más levantarse, por mucho que sepas mentir mejor que el mejor jugador de póker y no quieras escribir de tus miserias, a veces sale algo (o mucho) de ti. Inevitable. Así que la única opción es aprender a contar tus luces y tus sombras y hacer de ello algo bonito. Es una trampa sencilla que me ayuda a escribir sin presión, lo suficiente como para seguir metiendo la pata y no tener ningún pudor en contarlo.
Dicho esto, os confieso que dentro de mí sé que necesito bajar el ritmo. Será la primavera o una alergia extraña que no tenía hasta hace bien poco y aún no sé a qué se debe. O la edad. El caso es que las cosas van más rápido o más lento dependiendo de en qué momento te encuentres. A veces tú quieres un ritmo y tu vida quiere otro. Y en este momento la alergia, y la edad, me están pidiendo algo que no sé cómo interpretar. O sí lo sé…pero me resisto.
No os voy a recordar algo tan obvio como que no somos ordenadores, que el ser humano no puede estar disponible 24 horas los siete días de la semana y que con los años “la maquinaria” se resiente y tiene que pasar por talleres con más frecuencia que en tiempos pasados. Las canas van ganando terreno pero los cambios nos hacen más fuertes. Obvio también. Y el hecho de que el discurso que nos daban desde pequeños no se parezca nada a la realidad, no deja de carecer de importancia más allá de desmitificar a los Reyes Magos, al Ratoncito Pérez y a algún otro más.
Llegados a este punto no veía el momento de contaros que estoy dejando de ser esa madre que siempre tenía caldo en la nevera. Aunque lo fui. Ahora mis hijos tienen otras cosas de mi…pero eso no. Yo era madre de tener el congelador lleno de potitos caseros, perfectamente ordenados y clasificados según fueran de carne o pescado. Y el cambio vino sin quererlo, no hizo falta firmar un contrato. Nadie es capaz de identificar una etapa hasta que ha terminado. Y yo no iba a ser menos. Ellos son los mismos pero mi reacción no, seguramente por esa forma de responder al baño de realidad que día sí y día también me han dado los años. Confiar tanto en mis virtudes siempre dejaba una grieta al descubierto. Así que, después de varias grietas y algún socavón, he llegado a un acuerdo conmigo. Se trata de aprender a vivir en el mundo en el que estamos con mis errores, saber decir las cosas sin herir a los demás y dejarme de pretensiones que sólo me hagan alcanzar la gloria durante un rato para luego nada. Para luego volver a empezar…de otra manera.
Definitivamente, hay que aprender a perder.
P.D.: Ahora el caldo es…de bote. Y al pequeño le encanta.

Coco.

Fuente de la fotografía: Pinterest.

NO TODO ESTÁ PERDIDO

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Veo a Sharon Stone por la alfombra roja de Cannes y sigo poniéndome de los pelos cuando oigo a unos y a otras (de todo hay) que los hombres maduran y las mujeres… ¡envejecen! Una clara muestra de que queda mucho camino por recorrer. No estoy segura de dónde viene el problema, pero realmente es una vergüenza que esto pase. Porque, aunque el tiempo altera cada centímetro de ti, para algunos no es lo mismo cuando las canas las lleva un hombre o una mujer. Los hay que siguen en instalados en la copla esa de que para una mujer lucir- o no- canas es más que un problema de peluquería.
¿Qué se espera de nosotras? ¿Que dejemos de envejecer? Y si es así… ¿en qué momento se nos permite a las mujeres aparentar nuestra verdadera edad?
A veces caigo en la tentación de creer que es difícil ser mujer y aceptar la vejez porque, por mucho que digan que los 60 de hoy son los 40 de antes, envejecer no es de las tareas más fáciles a las que nos tenemos que enfrentar. Llega un punto en que desaparecemos y dejamos de ser vistas porque ya no somos jóvenes, bellas y sexualmente apetecibles y pasamos a ser mujeres con cuerpos de señora, cuerpos flácidos que envejecen. Pero -aviso a navegantes- somos mujeres que llevamos vidas completamente normales (el sexo incluido), mujeres que han aprendido la lección y han tomado el control sintiéndonos físicamente imperfectas, pasando de teñir canas y luciendo libremente las arrugas.
La tiranía de la belleza es un gran error. Esa insatisfacción continua con la propia imagen (y el paso del tiempo) lleva a casi cualquier cosa que nos haga parecer eternamente jóvenes. Y no debe ser así. No hay nada malo con tu cuerpo y no puedes dejar que un michelín o la menopausia se interpongan en tu camino. Hay que dejar que la edad haga su trabajo y se comporte como se espera de ella. Al fin y al cabo, envejecer implica aceptarnos y seguir adelante con las mismas ganas.
Mira a Sharon. Ella sí está reconciliada con verse mayor. Seguro que no piensa que la belleza es una causa perdida después de los 60. Eligió envejecer naturalmente y no lucir perfecta y, aun así, es todavía más bella que antes. Sabe que no puede detener el paso del tiempo, pero sí mejorar aceptándose o queriendo retocarse sabiendo siempre quién es. Una mujer que no depende de otros para sentirse bien y dejando de lado consejos y trucos. La indiferencia le ha hecho fuerte.
Mírala otra vez. Su imagen dice más que mil palabras. Aunque a veces esas mil palabras son bonitas…o no. Porque es triste que no podamos ver una arruga sin que haya a quien le parezca un escándalo. Y lo peor es que somos las mujeres las más crueles a la hora de señalar a otra mujer. Descuido, falta de feminidad o dejadez son algunas de las bonitas palabras que dedicamos a aquellas que han decidido mandar a la mierda esa exigencia social a no envejecer.
Pero no todo está perdido. Todo lo que necesitas es un buen amigo y atreverte a decir NO. NO es una palabra definitiva que debemos usar más. Sobre todo cuando eres tú la que está en juego.

P.D.: Esto no pretende ser un sermón. Pero sí un tirón de orejas a…

Coco.

Fuente de la fotografía: Pinterest.

JUGANDO A DETECTIVES

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Curioso. La gente me cuenta cosas y, entre tanta cosa, me cuentan cosas de mi que ni yo sabía. Personas que aparecen de repente para pontificar acerca de qué haces o qué dejas de hacer. O para decirte si estuviste mal haciendo esto, lo otro o lo de más allá. O para dejarte caer que se esperaba más de ti en determinado momento. ¿Y? Por favor, identifícate. ¿Tú quién eres para decirme no se qué de no sé qué cosa en la que tú no has intervenido y si sabes algo lo sabes porque sólo has oído una parte de la historia?
Aún no sé por qué pasa esto. Solo sé que no es nuevo. Y aún me sorprendo a mí misma cuando me doy cuenta de que es así, nos guste o no y hagas lo que hagas. Que siempre habrá gente que o te ama o te odia. Y que rara vez hay un término medio. Que le puede pasar a cualquiera y, por lo general, pasa. Es una guerra a la que nos enfrentamos cada día.
Algunos deberían frenar sus impulsos detectivescos. Que te digan -después de soltarte una retahíla de consejos baratos de vieja del visillo- que lo hacen porque “te quieren” no se lo cree nadie. Y que te suelten eso de «confía en mí (que sé más de tu vida que tú)”, es para soltarles en la cara sin pestañear ni despeinarte que su necesidad de husmear se les ha ido de las manos. Para ser exactos os diré que este tipo de cantinelas me parecen auténticas miserias sociales. Y me toca mucho las narices. Porque soltarle a alguien, categóricamente, que sabe de lo que está hablando cuando no tiene ni p… idea de lo que hay porque sencillamente no se ha molestado en preguntarte, algunas veces, es una batalla bastante desalentadora.
A lo largo de los años, y de los palos, he aprendido a escuchar pacientemente, sonreír y luego seguir adelante. Pero a veces eso de seguir como si nada, no toca. Y ha llegado el momento en que ya no pienso esperar sentada y voy a seguir soltando por mi boca lo que pienso a quien me interpele de manera condescendiente para aconsejarme rollo buena samaritana qué es lo que debo de hacer o qué es lo que se espera de mi.
Llegados a este punto, a los que se den por aludidos y a los próximos ignorantes que intenten explicarme erróneamente cosas de mi que ni yo sabía, dejadme deciros que existe un feliz punto intermedio. Porque si bien los mensajes de confianza pueden ser de gran ayuda, hay que tener cuidado en cómo se transmiten. Lo más importante es no juzgar a los demás en su modo de hacer las cosas y cuando vas con el tonito arrogante a dar lecciones, estás SÍ o SÍ juzgando. Y si queréis jugar a detectives, poner distancia es la mejor manera de actuar para ser lo más justos posible…y acertar.

Así que si de verdad me queréis “no irsen” pero os toca hacer un esfuerzo por ver la realidad completa y después -ya si eso- charlamos un rato.

Coco.

Fuente de la fotografía: Pinterest.

¡OLE TÚ!

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Que digo yo que dónde quedaron los haters que no les oigo ni les leo. ¿Os ha comido la lengua el gato?
Pues id guardando esto en la memoria porque no sabemos cuando volverá a pasar. Porque quitando el voto solidario a Ucrania y que el muchacho de Guayomini ( a pesar de petarlo en tiktok) sólo saco 6 puntitos de más, algo bien lo ha tenido que hacer la chiquilla. ¡Vamos, digo yo!

Y digo yo que a pesar de ese salvaje acoso que sufrió en las redes y fuera de ellas, prometió dar el show…y cumplió su promesa. El Chanelazo, con su pedazo de “team” comiéndose el escenario y a caderazo limpio, puso a toda Europa a bailar. Llegó, actuó y venció, reventando el Festival en sólo tres minutos y, orgullosa de su país, salió por la puerta grande con la bandera a cuestas, sin prejuicios ni complejos. Un don que poc@s tienen.

Y que digo yo que dónde está ahora toda esa banda de hipócritas que salió en tropel a insultarle por ser ella, por mover el culo sin enseñar las tetas, por llevar una canción sin mensaje pero que lo va a petar en descargas…y en pasta. Chanel ejerció su libertad de expresión sin necesitar empoderamiento por parte de nadie, sin padrines ni madrines, porque brilla ella solita, viene lloradita de casa y con la lección aprendida. Y es que hablar desde el estereotipo, menospreciando al prójimo, siempre sale mal. Y las campañas de desprestigio y los boicot no hacen falta cuando, a fecha de hoy, su canción es el single debut de un artista español con más streams en Spotify. Chiquilla, el verdadero ZASCA…el tuyo. ¡Ole tú!

Y digo yo que ahora esas lenguas viperinas, soeces y maleducadas deberían utilizar la misma vehemencia que usaron entonces para pedir perdón a esta debutante todo terreno que ha roto récords varios. Doña Chanel Terrero (no es cosa mía, así se han dirigido a ella SS.MM. los Reyes de España) ha conseguido más que en las últimas 15 ediciones anteriores juntas. Que si mejor posición en 27 años, que si máxima puntuación en 49 años, que si 8 veces “12 points” (incluyendo a los reyes eurovisivos Reino Unido y Suecia), que si récord de audiencia de TVE, etcetcetc…Todo eso en el mayor espectáculo televisivo del planeta visto “sólo” por más de 200 millones de personas -con permiso de los eventos deportivos, of course-. ¡Ni la Super Bowl!


Querida Chanel, nadie se lo merecía más que tú. Gracias por devolver la ilusión a golpe de cadera, talento y pasión. Eres lo mejor que nos ha pasado en Eurovisión desde hace años y eso se llama ¡SER LEYENDA!
A sus pies.

P.D.: Y ahora el que pueda…que lo mejore.

Coco.

Fuente de la fotografía: Google

DÍAS…DE MADRE

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¿Qué es ser buena madre? ¿Una madre sacrificada? ¿Una madre preocupada? ¿Una madre ejemplar y modélica? Me cuesta responder. La verdad es que según el día me identifico con una, con otra, con ninguna…o con todas a la vez. Y es que en torno a eso de ser madre hay un discurso que ojito y a ver delante de quien hablas. Hay que ser muy valiente para salirse de la norma y decir esto que hago no es pecado…o cosas por el estilo. Porque madres somos las de ahora y madres eran las de antes. Ni mejores ni peores.
Para empezar diré que desde hace mil vendieron un ideal de madre que no soy, ni tampoco he sido siempre la madre que quería ser aunque sí, CADA DÍA, he intentado hacerlo lo mejor posible. Soy madre. Una madre a secas. Sin más aderezos.
Quiero infinito a mis hijos, he llorado en los festivales del cole, cuando se han graduado…Pero cuando me dedico a emparejar calcetines en lugar de ayudarles a comprender el mundo que les ha tocado vivir, o estoy más pendiente del guiso que de lo que me están contando, siento que saco la peor nota. Sentimientos que me llevan a creerme culpable las 24 horas del día por hacer lo que tengo que hacer y a no valorarme como madre porque -a pesar de saber que he estado ahí- no he hecho lo suficiente. Y es ahí es cuando se me va de las manos. ¡Me caigo tan mal a veces cuando ejerzo de madre!
Hay días de caos, días de mal humor y días que lloro. Días en los que todo el esfuerzo ha sido poco, luchando por encajar las piezas de “mi puzle casa”. Días que no les hablo como me han dicho que debo hacerlo porque pierdo la paciencia, días que no me siento a su lado para escucharles porque tengo una lavadora que poner. Días que no llego. Días que no me gusto nada. Esos días…de M A D R E.
Días de M A D R E en los que, a pesar de dar lo mejor de mí, me equivoco mucho pero también acierto de vez en cuando. Y sé que acierto porque les pegas la charla y te regalan una sonrisa. Y cuando les dices que estás deseando que llegue el lunes para ir a trabajar y descansar, van y te apoyan. No me avergüenza decir estas barbaridades…porque me quieren. Y eso es lo único que me importa. Que me quieran como soy. Porque cuando las fuerzas flaquean y llego a ese punto de “NO PUEDO MÁS”, mis hijos me dicen -sintiéndose amados- que no me eligieron como madre y aun así no me cambiarían por otra. Que me deje de culpas. Que lo estoy haciendo bien y que está bien no estar bien. Que no quieren una madre de 10 porque me quieren también cuando me ven imperfecta, gruñona y gritona.


Aún me queda mucho por aprender y tengo mucho que mejorar. No quiero que me recuerden como una madre gris e insegura. Quiero ser lo suficientemente buena en la medida en que pueda. Una madre presente, ayudándoles a llegar donde quieran llegar, marcando su camino, guiándoles…Y así puedo seguir hasta el infinito. Quiero ser quien les enseñe a sacar lo mejor de equivocarse. Porque son humanos, como yo. Y yo soy humana, como ellos.


No hay otra forma de amar.

Coco.

Fuente de la fotografía: Pinterest.

EL PREMIO

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El otro día vi en el muro de mi amiga Kiki una frase a la que desde entonces no dejo darle vueltas: “Estar rodeado de la gente equivocada es lo más solitario que hay en el mundo”.

¡Cuánta razón! Y es que con el tiempo mi círculo de amigos lo he ido reduciendo, metiendo la tijera y cortando por lo sano, descubriendo el placer de decir no cuando la cosa no la veo clara. Algunos dicen que que he puesto una barrera a mi alrededor. Y no nene, va a ser que no. Va a ser que mantener vínculos amistosos que ni son vínculos ni son amistosos me están dando un perezón del 15. Vamos, que he llegado a un punto que me sobra gente.
Ahora que peino canas, muchas canas, noto que necesito un cambio de aires. Necesito mantener las distancias. Necesito desentenderme de tanto postureo y vivir de forma más solitaria. Necesito tomarme tiempo para procesar lo que veo a mi alrededor y apartar lo que no me gusta. Tan fácil…y tan difícil.
¿Qué ha cambiado? Pues ha cambiado que las experiencias vividas me han enseñado que para pasar tiempo con determinada gente mejor pasarlo sola. Que si seguía así, corría el riesgo de dejarme llevar por cierto tipo de personajes que ni fú ni fá, de esos que no entran en mi lista de planes por cumplir. Total, que estoy en una fase que llaman “conducta antisocial justificada”. Socializando cuando me apetece y cuando no…pues no. Y si eso es ser egoísta, lo soy. Practico esa prioridad egoísta de satisfacer las propias necesidades y proclamo desde aquí las ventajas de ser una antisocial. ¡Y tan ricamente, oiga!
Porque, a veces, cuando se desconoce los verdaderos sentimientos de las personas que tienes en frente, es fácil dejarse llevar por las apariencias. Pero cuando rascas un poco y compartes más allá de lo políticamente correcto, descubres que hasta aquí has llegado. La vida social no siempre es divertida y a veces es muy fácil perder los nervios. ¡Y no hij@s, no! ¡Bastante perdido está todo como para perder también los nervios! Eso no significa que no volveré a compartir raticos con ellos (si me invitan después de leer esto) pero a pequeñas dosis, por favor. La salud de todos lo agradecerá.

Bajar el tono así tiene el precio de que te llamen antipática, altiva, huraña o tímida.Y sí. Seré todo eso pero lo de tímida no lo compro. Creo que lo he demostrado sobradamente. Simplemente hay lugares en los que no encajo…ni quiero. Sencillamente me gusta hacerlo de otra manera que no siempre será entendida. Porque estoy descubriendo, con tantos años a mis espaldas, que la amistad es un bonito premio sólo para los mejores. Basta con tener cerca los amigos necesarios (aunque de vez en cuando se cuele algún falso, pero eso es inevitable).

P.D.: Y que no es cuestión de cuántos amigos tengo, sino de cómo me siento con ellos.

Coco.

Fuente de la fotografía: Pinterest

a por tabaco y…

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Empezó a ver cosas a las que no le encontraba explicación alguna. De pronto, un buen día, el otro se fue a por tabaco y nunca volvió. Se rompía los cuernos una y otra vez intentando descubrir en qué le habría fallado, qué error había cometido, qué habría hecho mal…por qué se había “esfumado”. Pero fue inútil. Nada justificaba semejante “bomba de humo”. Se preguntaba por qué se había enfriado su estrecha relación. A final se rindió. La única explicación que encontró fue pensar que la idea de amistad entre ambos era diametralmente distinta. Y mira que lo suyo venía de largo. Más de 20 años les unían.

Salir de la vida de nadie no nace de repente. Haciendo memoria recordó algunos quiebros que aunque en su momento no les dió la más mínima importancia, ahora -visto lo visto- recobraban todo el significado del mundo. Señales de alerta que le estaban enviando mensajes de peligro y a las que no hizo caso. Señales que hablaban por si solas. Tan llamativas como unos luminosos de Las Vegas pero que su cabeza no detectó cuando tocaba. Entonces cayó en la cuenta de que hacía tiempo que le tenía de suplente. Que ya no estaba en su lista de prioridades. Por eso ahora sentía un profundo abandono.

De siempre dio por hecho que las amistades no se rompen. Que ni el tiempo ni la distancia puede con ellas. Sin embargo, como oyó una vez decir a un gran amigo, hay personas que escriben capítulos muy importantes en tu vida pero llega un momento en que esas personas pasan página, cierran capítulo…y tu libro continúa. Sin ellos.

Ahora, tras el luto y unos vinos en la mejor compañía, empieza una nueva página de un nuevo capítulo. Tomando perspectiva. Aceptando la decisión del otro pero sin olvidar lo bueno vivido juntos. Consciente de la nueva etapa. Con un un mejor olfato para saber lo que SÍ y lo que NO, quien SÍ y quien NO. Y sabiendo que la química es caprichosa y no siempre funciona. Porque nada, ni nadie, es para siempre.

Y, aunque con cicatrices, lo que ayer era tristeza hoy es…ilusión.
Nunca es tarde.

Coco.

Fuente de la fotografía: Pinterest.

«THE BEST»

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Olatz Rodríguez, Simone Biles, Naomi Osaka, Ashleigh Barty… ¿Os suenan? Todas ellas han dicho ¡BASTA!

A lo largo de la historia del deporte se ha glorificado al que gana y ellas, durante años, han sido protagonistas de esa gloria. Sometidas a la presión del resultado, las gimnastas Rodríguez y Biles y las tenistas Osaka y la Nº1 Ashleigh Barty, hoy se niegan a competir. Osaka dice que cuando ganaba no se sentía feliz, sentía alivio. Y cuando perdía, se sentía muy triste. Y eso no es normal.

No son las únicas. Hasta hace poco no se hablaba de esta presión. Era de flojos. Ahora son muchas las voces que cada vez más piden “humanidad” en el deporte. Y es que cuando se pierde el papel terapéutico del deporte…¿por qué seguir poniendo una sonrisa y hacer como que no pasa nada?

No voy a negar que competir es innato pero, en ocasiones, se maneja mal. La persona que no alcanza “LA GLORIA” lo pasa fatal. La presión es brutal y no está preparada para afrontarla. La obsesión por el resultado, o por demostrar que es el mejor, le lleva a ese maldito bloqueo que le impide el disfrute y de ahí a «TODO VALE» sólo hay un paso. ¡¿En serio?! ¡¿Ganar por encima de todo?! Y ojo porque, igual que en la alta competición, también pasa en otros niveles. Día a día el ser humano se prueba una y otra vez, pero hemos cogido un rumbo en el que sólo importa ser «THE BEST» (pa reflexionar).

Competir no es malo, nos enseña a ganar y a perder. Sin embargo los hay demasiado exigentes con ellos mismos y, cuando el resultado no es el soñado, les puede el sentimiento de inferioridad. O el peso de la perfección. Tienen que ser sí o sí los primeros. Sienten que el éxito es sinónimo de ganar, de hacer más que otros y eso les llevan a sufrir. A sentirse vulnerables. A estar quemados. Y bajo ningún concepto pueden demostrar debilidad. Así que no es de extrañar que muchos se bajen del carro del deporte.

A mis taitantos practicar deporte es una manera de cuidarme y pasar un buen rato que, por supuesto, nada tienen que ver con superar a otros. Soy muy consciente de mis limitaciones. Solo trato de despejar mi mente, disfrutar mientras pueda y conseguir metas que hasta hace poco ni me planteaba. Decir «lo hice lo mejor que pude». Recordar el valor del esfuerzo. Pero a diario veo gente que lo único que busca no es superarse a uno mismo sino superar al otro, vencer. Y en esa “batalla” por la victoria, unos más que otros pero TODOS, sufren ansiedad al sentir la presión y verse examinados (pa reflexionar también).

Competir es sano y desistir…también. Es bueno para la salud. Porque la cosa no siempre va de los resultados. Va de hacerlo lo mejor que puedas. Va de ser un poco mejor que tú cada día y va de no hacer lo que el mundo quiere que hagas. Ese es el triunfo de verdad.

P.D.: Cuando la presión venga, hay que dar un paso atrás. No entres al trapo. Hay cosas más importantes…y hay que prestarles atención.

Coco.

Fuente de la fotografía: The New York Times.

 MODO AVIÓN

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Cuando el fin de semana está llegando a su fin y la vuelta a los cinco días de presión aparece en tu cabeza como si fuese un luminoso de Las Vegas, enseguida asoma la patita la jodida rutina. Y es que las horas que van entre la tarde del viernes y las 8:00 a.m. del lunes no dan juego casi pa ná aunque seas de esos que dejan el trabajo en el trabajo y le pones el modo avión. La realidad es que los domingos llevan colgado, con toda la razón, el sambenito de hundimiento ante la semana laboral que se avecina. A partir de cierta hora, esa que va entre después de comer y una buena siesta, empiezan las lamentaciones y haces fundido a negro (por muchas palomitas de colores que te metas entre pecho y espalda). Pensar lo contrario es una pérdida de tiempo. Y darle demasiadas vueltas a las cosas solo te dará dolor de cabeza. ¿Alguien debería prohibir los domingos por la tarde?

La verdad es que poco podemos hacer con esto ya que los lunes siempre estarán ahí. Como mucho, aprender a darle la vuelta a las cosas. Debería ser fácil aunque para algunos es una verdadera tragedia. Comprobar que los domingos no tienen por qué ser aburridos dedicando un rato a los pasatiempos, por ejemplo, es una buena forma de mantenerse ocupado para que no te de un ataque de nostalgia. Y si no eres de pasatiempos, algún punto intermedio habrá donde no niegas que se acabó el finde y afrontas con esperanza -que no optimismo- la vuelta del lunes…otra vez. Una buena copa en plan tranqui, sin ensalada incorporada, suele funcionar (y dormirás mucho mejor). No olvides el clásico dominguero: película, manta y sofá. O haz algo que te emocione. A veces, también funciona pensar que la mejor manera de resolver un problema es olvidarse de él. En fin, tú eliges el formato.

La vida está hecha de detalles. Y los altibajos de la vida son algunos de esos detalles. Todo cambia si le das la vuelta incluso al consabido “NO ME GUSTAN LOS LUNES”. Así que sonríe y relájate descubriendo las tardes de los domingos para que no se te haga bola el lunes antes de tiempo.


Si sabes cómo divertirte, da igual que día sea.

Coco.

Fuente de la fotografía: Pinterest.

Palabras vacías

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Cuantas veces se te ha plantado alguien delante o detrás y ha empezado a comerte la oreja, ahí dándole sin parar y a ti no te ha quedado otra opción de ponerte en modo Homer Simpson y solo escuchar blablablá blablablá blablablá.

Piénsalo bien, si no te ha pasado nunca o una de dos o eres un afortunado o cuando te hablan desconectas, bendita virtud la tuya.

Yo mira que lo intento y no lo consigo pongo cara de estar escuchando, pero vamos que por mucho que lo intente acabo con quedarme con lo que me dices, he intentado de todo, hacer como que lo que dices no va conmigo, pensar que me estas hablando en sumerio o cualquier otra lengua muerta, pero nada.

Y la verdad no es por sacar el cuchillo, pero que pesados e intensos que están algunos últimamente y lo peor todo son palabras vacías, de esas en las que luego vas pensando lo que dicen y son casi todos unos bien queda, todas obviedades que saben que quieres escuchar.

El otro día me decían eso te pasa porque pones buena cara, igual es cara de tonto (digo yo), si pusiese cara de malote esto no me pasaría. ¡Joder pero no me sale!

 ¿Dónde está la gente con la que antes tenía conversaciones apasionantes?

Cabrones salir de vuestros escondites y decirme donde estáis, os necesito más que nunca.

Caye

«HABLAR DE OÍDO»

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Nadie en este mundo está exento de creerse inteligente, pero algunos se pasan de rosca y esta obsesión con su supuesta inteligencia puede hacerles alcanzar tal nivel de estupidez que llegan a perder la perspectiva y se creen que son capaces de todo y más.

¡Lástima!¡Tanto esfuerzo para nada! Y digo esto porque a estas alturas he vuelto a comprobar que, nos guste o no, el mundo está diseñado así. Y que hay cosas y personas que no dependen de ti. Y que por mucho cariño que les tengas, o hayas tenido, no tienes nada que hacer. Van a seguir así. Y que, visto lo visto, toca aceptar lo que hay. Y que si no lo aceptas…no funciona.

No hay que olvidar que no existe ser humano que se libre completamente de la estupidez. Es innata a todos nosotros. Y algunos siempre estarán dispuestos a perfeccionarla con técnicas como sobrevalorar sus capacidades, culpar a los demás de sus errores o no dar explicaciones cuando deben y a dar demasiadas cuando no se las piden.

Muchos de ellos sobradamente preparados, con estudios, pero tontos ilustrados donde la humildad brilla por su ausencia. Porque una cosa es dar tu opinión y otra no tener ni idea del tema. Vamos, lo que viene siendo “hablar de oído”. Y es que el mundo de la estupidez tiene estos peligros.

Existe una estupidez de la que todos los estúpidos participan: siempre creen llevar la razón. Absolutamente convencidos de que pueden estar por encima de otros, disfrutan haciendo que los demás queden mal para quedar ellos mejor. Y si algo no sale como les gustaría o ven que ya no tienen la situación bajo control, no dejan títere con cabeza.
También hay algo común en todos los estúpidos: olvidar lo que ya no sirve con una rapidez asombrosa. Y es más que habitual que cuando lo consiguen acaban alejando de sus vidas a esos que estuvieron a su lado en el camino, esos que saben de sus carencias y debilidades, para rodearse de aquellos que les dicen lo que quieren oír y que aún no han descubierto sus estupideces.

Moraleja: No os autoengañeis. Hay que convivir con la estupidez. Seguro que descubrís algo interesante.

Coco.

Fuente de la fotografía: Pinterest.

Sin capa ni espada.

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Después de disfrutar como una enana de la última película de Batman con su capa al viento, surcando los cielos y saltando de edificio en edificio mientras reparte estopa de la buena a los malos muy malos, he llegado a la conclusión de que necesitamos más héroes en el mundo. Pero hablo de héroes de esos que nos chutan dosis extra de esperanza ante situaciones límite como las que estamos viviendo en estos tiempos. Hablo de esos héroes de carne y hueso que te puedes cruzar por la calle un día de estos.

Son superhéroes de barrio sin capa ni espada. Algunos con barriga y todos sin máscara. Estos héroes que me gustan tanto lo único que tienen en común con los de las pelis y los cómics es su deseo de ayudar a los demás. Y la única diferencia es…¡que ellos SÍ existen! Creen de verdad en lo que hacen. No quieren, ni pueden, pasar de largo cuando ven que algo malo sucede. Luchan por conseguir un mundo más amable y mientras lo hacen ¡qué injustos somos con ellos! porque cuando todo nos va de p…madre, olvidamos su valentía del día a día, pasamos por delante y ni les miramos a la cara.

Sus poderes sobrenaturales son para unos la inteligencia y para otros la tecnología pero todos, absolutamente todos, cuando las cartas vienen mal dadas hacen que pasen a un segundo plano sus vidas porque les pueden las ganas. A su manera plantan cara a las fuerzas del mal. No vuelan como Superman ni trepan rascacielos como el Hombre Araña. Tampoco han salvado el planeta aunque lo intentan, pero aparecen en el momento justo y deciden arriesgar para ayudar a otros curando, limpiando calles, repartiendo víveres o montando hospitales de quita y pon.

Mis héroes no son tan mediáticos como los otros pero su mensaje es el mismo. Son anónimos pero especialistas en coraje e inspiración. En un mundo dominado por poderosos, su poder se construye desde la humildad, con su esfuerzo y sin rendirse. En los tiempos que corren mis héroes son los verdaderos protagonistas, hombres y mujeres valientes que no tienen nada que envidiar a los superhéroes del cine.

Coco.

Fuente de la fotografía: El Periódico.

La vieja escuela.

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Tengo una amiga muy fan de las apps de citas. Durante largo tiempo ha sido más que asidua y le han proporcionado momentos gloriosos (palabras textuales). Algunas de esas aventuras tuvieron éxito, otras no. Sin embargo de un tiempo a esta parte, quizás por su estatus de soltera y sin compromiso de larga duración, es tal la fatiga que le produce tanto match a tipos que en la app son una cosa y en persona otra diametralmente diferente, que ahora se apunta a cualquier reunión de feos que se le presente.
Sacó cuentas de la cantidad de tiempo que ha perdido con ese juego de consola para adultos, plagado de conversaciones interminables que pocas veces pasaron de lo virtual a lo real, y dice que ya no está en edad de perder el tiempo y que es el cuerpo a cuerpo la gran solución para evitar perderlo. Sin embargo se ha dado cuenta también que con tanto uso y abuso de las citas virtuales ha perdido habilidades para la conquista. La tecnología llegó para hacerle las cosas más fáciles y ahora no sabe hablar el lenguaje de dejarse llevar, del intercambio de miradas o de disfrutar del flirteo en la barra de un bar. Es lógico que tenga dudas. Las citas vía app le ahorraron algún que otro rechazo y varios sofocos.
Ante este drama ha decidido ponerle fin practicando el cara a cara y apuntándose a todos los talleres de seducción de su ciudad (y las de al lado). No sabe si es lo más acertado pero por algo se empieza. Una reunión divertida en todo caso. Con encuentros y relaciones más analógicas, más humanas y con menos máquinas de por medio.
Dice que para ella está siendo más fácil porque todos los que están allí quieren (como ella) conocer gente nueva y pasar un buen rato. A veces se sorprende a sí misma pero le gusta lo que ve. Disfruta como una enana viendo cómo se mueve el tipo que ahora le gusta, cómo son sus manos o qué calcetines lleva…sabe que le puede engañar en todo lo demás, pero eso ya le pasaba a través de la pantalla.

Llegar al bar ligada de casa pasó a la historia. Le agradece enormemente al mundo de la apps los buenos momentos vividos pero para ella es el turno del flechazo, el juego de miradas y un buen vino en buena compañía.

Es la hora de…volver a la vieja escuela.

Coco.

Fuente de la fotografía: Pinterest.

La cortina de humo.

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Nunca en la historia de la humanidad ha habido una competencia tan dura para ser el mejor y producir más cueste lo que cueste. Y en esa carrera por conseguirlo, las empresas se han lanzado frenéticamente a implantar modernidades de todo tipo: clases de yoga a la hora del almuerzo, meditación vía zoom, mesas de pin-pong para combatir el estrés o convertir la sala de juntas en el cuarto de la siesta.
Desconozco quien plantó la semilla de esta tendencia lúdico festivo laboral aunque algo me lleva a pensar que en esa guerra por ser lo más de lo más, el origen pudo estar en algún gerente de alguna empresa de algún país de sepa usted dónde empeñado en buscar la respuesta y que le llevó a pensar que el problema está en el trabajador y no en el sistema. Que si los empleados se sienten bien pueden concentrarse más y pueden estar más motivados para enfrentar larguísimas jornadas de trabajo. Y que si el jefe es amable con los empleados, ellos estarán felices, tratarán bien a los clientes, los clientes estarán encantados con el trato y gastarán más. Así todos ganamos. Porque parece (según esos gurús pensantes) que eso bueno para el cuerpo, para el alma, para tu bolsillo y… para el bolsillo de ellos.
Hasta aquí (casi) nada que objetar. Pero me da a mi que algunas de esas prácticas corporativas vestidas de buenrollismo no son otra cosa que una cortina de humo, una forma de distraer al personal para que no se den cuenta que “MÁS DINERO” es la respuesta. Que la idea es hacer algo importante hoy, mañana, pasado mañana…y así todo el rato y a todas horas. Pero no. No todo vale con la excusa de innovar. Porque, por muchas diversiones y distracciones que se inventen, nunca habrán suficientes gincanas ni carreras de sacos para eliminar el estrés y la presión en el trabajo. Y porque ponerte a meditar mientras tienes la mesa hasta arriba de papeles puede ser una broma de muy mal gusto. Por lo menos para mi. Hay cosas que el barril de cerveza junto a la fotocopiadora nunca podrá solucionar. Sólo ayuda a que los empleados se tomen un respiro pero siempre y cuando los objetivos se cumplan 24 horas antes del plazo fijado o los proyectos se presenten antes de anteayer. Y, sobre todo, no olvidemos lo más importante: al final -por mucho colegueo corporativo que se implante- cuando la cosa falle, la responsabilidad recaerá única y exclusivamente en ti.

Así que, ante este panorama, cuando pienso en empresas tipo Sillicon Valley pienso en jornadas maratonianas de trabajo 24/7 (sí, fines de semana incluidos). No puedo evitarlo. A pesar de tanta hamburguesa gratis y tanta “golosina envenenada”. Ojo que tampoco quiero decir que la forma de trabajar de hace 50 año fuera mejor pero…¿ y si en lugar de tanta siesta del borrego nos lanzamos en aplicar unas condiciones de trabajo más del siglo XXI?

De momento aviso desde ya que si a alguien se le ocurre buscarme una “distracción”, muchas gracias pero de mi paz interior…me encargo YO.

Coco.

Fuente de la fotografía: Pinterest.

 DELANTE DE NUESTROS OJOS

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Ha pasado lo que nadie quería. La peor pesadilla se hizo real. La invasión. No guerra. I N V A S I Ó N. El visceral Putin ha entrado en Ucrania como Pedro por su casa para imponer su antojo. Delante de nuestros ojos está destrozando la paz en Europa.

Todo este sinsentido es el fruto de una larga tensión entre naciones hermanas. Una tensión provocada por una panda de rusos nacionalistas liderados por Putin con una visión del mundo tal y como era hace 50 años. Un sátrapa, un líder enfermo que no concibe la idea de que los pueblos decidan su propio destino y capaz de acabar con los derechos humanos solo para satisfacer sus ansias de poder.

Putin, un ser primitivo que creció en una época en la que la URSS era una superpotencia, tiene desde entonces en su cabeza crear un imperio caiga quien caiga sin importarle la vida de los demás. No le importa nada. Sin embargo las cosas no le estaban saliendo como esperaba. Este tipo, durante su “reinado”, ha hecho de Rusia un estado en declive. Ha fracasado estrepitosamente intentando llevar a cabo un modelo económico atractivo, ha conseguido el máximo rechazo a todo lo que sale de sus manos y los rusos más talentosos huyen para cambiar de país…y de vida.

Los rusos de a pie no quieren la guerra. Nadie la quiere. Pero todas esas decisiones se han tomado por sus gobernantes sin preguntarles. Para ellos los ucranianos son sus iguales, son sus vecinos. Existen estrechos lazos familiares entre ambos países desde hace muchos años y casi dos millones de ucranianos viven en Rusia. Ahora, de la noche a la mañana, para los ucranianos el metro se ha convertido en el hogar de muchos y cientos de miles de personas han tenido que dejar sus casas mientras varios miles más han cruzado las fronteras a países vecinos. Inocentes víctimas de un loco que están sufriendo brutales bombardeos y rodeados de una violencia que les destrozará y les cambiará la vida para siempre. Pero también habrá víctimas del lado ruso por culpa de las ansias de poder y la ambición del perverso Putin. Y es que si hay algo que hemos visto una y otra vez a lo largo de los siglos es que en la guerra N U N C A hay ganadores.

Ahora toca que la maquinaria diplomática occidental trabaje a todo gas. ¡Basta ya de actuar como meros espectadores! !No podemos cerrar los ojos ante la barbarie! Es el momento de que el resto del mundo haga que Rusia rinda cuentas porque, visto lo visto, lo que está pasando en Ucrania puede pasar en cualquier país de Europa. Solo hay que mirar a Suecia y Finlandia para saber que o paramos esto o la paz mundial se va a la mierda.

¡Aprendamos por una vez de la historia!

P.D.: Después de una terrible pandemia, ahora esto. ¿Qué será lo siguiente?

Coco.

Fuente de la fotografía: Google.

¿Y si es ahora el momento?

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Mi cabeza últimamente esta muy ordenada y estructurada. Cosa que me extraña dado mi grado de desorden molecular. ¿Será la edad?, ¿Será que todo va rodado después de engrasar la maquina desde hace tiempo?, ¿Será que ya no me quedan pesados que me roban el tiempo que hacían que todo fuese lentísimo?

Ahora mis prioridades y mis expectativas que es por lo que me muevo, han cambiado, ya que eso es la vida, el cambio.

Ya no me cabreo por lo que me molestaba, ahora son cabreos por otras cosas ¿seré yo el viejo quejica en el que odiaba en convertirme?

Familia, amigos, trabajo todo en su sitio y que no me los toquen ni mareen mucho.

Y ahora que ya lo tengo todo bien colocadito y en su sitio, yo me pregunto ¿Y si ahora es el momento?

Sí, es el momento me gritan y susurran mis Bacalaaaas preferidas, hay que hacerlo ya que nos lo merecemos para empezar nuestro próximo 8º cumpleaños con una web a la altura de las circunstancias.

Esta claro que las cosas son fáciles cuando nos las ponen fáciles y cuando las reuniones de diseño y maquetación de una web son un nosotras confiamos, que mas se puede decir ¡Sí, ahora es el momento!

Pensamos que es una web mas funcional en la que como siempre los protagonistas son nuestras historias, nuestras alegrías, nuestras decepciones, nuestros cabreos, nuestros lloros y nuestras risas hasta llorar.

Buscamos que puedas navegar, perderte, leer, releer, pensar, emocionarte, cabrearte… y sentir que esa historia es tuya también.

Una cosa te decimos, si te gusta nos lo dices y si quieres cambiar algo nos lo dices… igual hasta te hacemos caso.

PD: Cuando tienes amigas como las que tengo yo, con ellas al lado SIEMPRE ES EL MOMENTO.

Caye

A quien pueda interesar

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A quien pueda interesar: es mi intención ayudarte y animarte a que tomes esa decisión que te ronda en la cabeza desde hace mucho ( o desde hace poco). Si no estás en ese brete, no es necesario que sigas leyendo.

Hace unos años me encontré en facebook la publicación de las notas de un amigo que pasada la edad que todos entendemos como «normal» para un estudiante universitario había retomado estudios y exponía orgulloso sus resultados. Su objetivo seguramente era reafirmarse en que había tomado la decisión correcta al volver al estudio, al coger las riendas de si vida y hacer lo que le pedía el cuerpo, o la mente, y no la sociedad que le pedía que por sus años lo que tenia que hacer era trabajar y ganar dinero.

Esa publicación me ayudó a mi a tomar la decisión de retomar los estudios que tenia pendientes y a fijarme como objetivo acabar aquella carrera que hace muchos años empecé por gusto y en la que hoy continúo para darle un certificado oficial a lo que por mi trabajo ya se y pongo en practica cada día, aunque no sea necesario.

Igual que entonces hizo mi amigo, yo ayer publiqué mis notas de este semestre con dos objetivos, reafirmarme en mi decisión y ayudarte a ti a decidirte por si te lo estás pensando. No te voy a decir que si quieres algo lo conseguirás porque no es cierto, además de quererlo tienes que trabajártelo, pero por algo se empieza. Piensa, valora y toma decisiones, no te quedes solo en desearlo.

También hablo en mis Redes Sociales de mi cambio de trabajo, de cómo la pandemia cambió mi forma de ver las cosas y dejé un contrato indefinido por uno temporal en el que además cobro menos, pero me ha cambiado la vida en cuanto a satisfacción personal. Hay quien lo ve como una locura y quien me pregunta si no tengo miedo y la respuesta es no. No tengo miedo a que se me acabe el contrato. Llegado el momento, ya veré cuales son mis opciones, si hay posibilidad de renovación o no, si mientras tanto ha aparecido otra oferta mejor, o si decido por fin emprender, cosa que nunca descarto.

El caso es que si hay alguien que me lee y se está planteando hacer algo que le apetece hace mucho, pero que no tiene del todo claro, espero que mi experiencia le sirva de algo. Por desgracia no sabemos cuanto tiempo nos queda aquí y lo mejor que podemos hacer es aprovecharlo.

Reyes

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