DOCTOR LIENDRE

Comprobado. Desde que las RRSS entraron en nuestras vidas una nueva especie aflora por cualquier rincón del planeta (rincón que tenga wifi, por supuesto). Hablo de los opinólogos. ¡Y ojo! Es un oficio que ha existido siempre desde que el mundo es mundo, que nacieron con la necesidad de encontrar respuestas a todo, pero desde que la tecnología domina el planeta esto es un no parar.

De opinólogos está el mundo lleno. Si piensas en las tertulias televisivas enseguida te viene a la cabeza esos que se prestan a participar en cualquier tipo de debates, sepan de la materia de la que se está hablando o no tenga ni pajolera idea. El caso es soltar la chapa. Esos que comentan y, a veces, debaten de una manera tan visceral que llega a asustar. ¿Te suenan, verdad? Gente que “sabe de todo” y siempre tienen una respuesta para darte.

Esta panda de doctores Liendre que “de todo saben y de nada entienden” son una fuente inagotable de gilipolleces porque, afortunadamente para ellos, la opinología no necesita estudios universitarios ni una formación especializada. Incluso no es necesario haber estudiado nada. Su único objetivo: hacerse notar. No buscan dialogar, sólo quieren opinar (de lo que sea) y que su opinión sea la que valga, caiga quien caiga. Porque les da igual lo que diga el de enfrente. Sus sentencias son incuestionables. Así que… ¡nunca les lleves la contraria!

Algunos (muy pocos) leen algo, pero hablan más. Estos van de analistas. Son los opinólogos más atrevidos, nivel superior en la escala de la opinología. Estos hacen uso y abuso de cierta terminología que, a muchos, nos hacen perder la paciencia. Siempre tienen una historia que contar o un discurso capaz de convencer (…a nadie) y, en el peor de los casos, juzgan antes de la sentencia. Y esto ya es una falta grave. Porque estos “doctores Liendre” tienen muy mala intención. Y aunque afortunadamente son los menos, muchas veces te los encuentras y los sufres.

A mí lo que más pena me da de todo esto es que a la vez que vivimos el auge de los opinólogos, también estamos viviendo el ocaso de los que de verdad saben de lo que hablan, de los intelectuales, esa gente que ha pasado horas, días y años estudiando y profundizando sobre lo que sea y que son incapaces de opinar de lo que no saben. Sea por pudor, por humildad o por pura ignorancia. Porque a ellos no les avergüenza reconocer su ignorancia sobre aquello que no conocen y saben que en los tiempos que corren sus palabras no seducen al público. ¡Una auténtica pena!


MORALEJA: Opinar está bien. Es un derecho que tenemos todos y que deberíamos practicar más. Pero hagamos las cosas bien.

Coco.

Fuente de la fotografía: Pinterest.

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