«THE BEST»

Olatz Rodríguez, Simone Biles, Naomi Osaka, Ashleigh Barty… ¿Os suenan? Todas ellas han dicho ¡BASTA!

A lo largo de la historia del deporte se ha glorificado al que gana y ellas, durante años, han sido protagonistas de esa gloria. Sometidas a la presión del resultado, las gimnastas Rodríguez y Biles y las tenistas Osaka y la Nº1 Ashleigh Barty, hoy se niegan a competir. Osaka dice que cuando ganaba no se sentía feliz, sentía alivio. Y cuando perdía, se sentía muy triste. Y eso no es normal.

No son las únicas. Hasta hace poco no se hablaba de esta presión. Era de flojos. Ahora son muchas las voces que cada vez más piden “humanidad” en el deporte. Y es que cuando se pierde el papel terapéutico del deporte…¿por qué seguir poniendo una sonrisa y hacer como que no pasa nada?

No voy a negar que competir es innato pero, en ocasiones, se maneja mal. La persona que no alcanza “LA GLORIA” lo pasa fatal. La presión es brutal y no está preparada para afrontarla. La obsesión por el resultado, o por demostrar que es el mejor, le lleva a ese maldito bloqueo que le impide el disfrute y de ahí a «TODO VALE» sólo hay un paso. ¡¿En serio?! ¡¿Ganar por encima de todo?! Y ojo porque, igual que en la alta competición, también pasa en otros niveles. Día a día el ser humano se prueba una y otra vez, pero hemos cogido un rumbo en el que sólo importa ser «THE BEST» (pa reflexionar).

Competir no es malo, nos enseña a ganar y a perder. Sin embargo los hay demasiado exigentes con ellos mismos y, cuando el resultado no es el soñado, les puede el sentimiento de inferioridad. O el peso de la perfección. Tienen que ser sí o sí los primeros. Sienten que el éxito es sinónimo de ganar, de hacer más que otros y eso les llevan a sufrir. A sentirse vulnerables. A estar quemados. Y bajo ningún concepto pueden demostrar debilidad. Así que no es de extrañar que muchos se bajen del carro del deporte.

A mis taitantos practicar deporte es una manera de cuidarme y pasar un buen rato que, por supuesto, nada tienen que ver con superar a otros. Soy muy consciente de mis limitaciones. Solo trato de despejar mi mente, disfrutar mientras pueda y conseguir metas que hasta hace poco ni me planteaba. Decir «lo hice lo mejor que pude». Recordar el valor del esfuerzo. Pero a diario veo gente que lo único que busca no es superarse a uno mismo sino superar al otro, vencer. Y en esa “batalla” por la victoria, unos más que otros pero TODOS, sufren ansiedad al sentir la presión y verse examinados (pa reflexionar también).

Competir es sano y desistir…también. Es bueno para la salud. Porque la cosa no siempre va de los resultados. Va de hacerlo lo mejor que puedas. Va de ser un poco mejor que tú cada día y va de no hacer lo que el mundo quiere que hagas. Ese es el triunfo de verdad.

P.D.: Cuando la presión venga, hay que dar un paso atrás. No entres al trapo. Hay cosas más importantes…y hay que prestarles atención.

Coco.

Fuente de la fotografía: The New York Times.

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