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Ojalá nunca

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Ojalá nunca tuviéramos que vivir de cerca una pérdida.

Ojalá nunca tuviéramos que enfrentarnos a la vida sin esa persona a la que queremos tanto.

Ojalá nunca una madre (ni un padre) sobreviviera a su hijo.

Ojala nunca ocurrieran los accidentes, ni las enfermedades y la única causa de muerte fuera haber vivido 100 años.

Ojalá nunca tuviéramos que vivir un duelo, pero eso significaría que no sentimos y que no somos humanos.

Sufrimos las pérdidas porque amamos, sufrimos porque nunca las esperamos.

Sufrimos por lo que hemos dejado de vivir juntos y por continuar nuestra vida sin ellos a nuestro lado.

Sufrimos pensando en qué hay más allá y en por qué se fue, si a nuestro juicio su momento no había llegado.

A mi me consuela pensar, que esas personas que se van es porque han «cubierto objetivos» o han «cumplido su misión.» Esas personas que se van, aunque siempre pensemos que ha sido demasiado pronto, han tenido una vida en la que han ejercido una influencia sobre su entorno. Han vivido plenamente y nos han aportado vivencias y momentos que quedarán para siempre en nosotros.

Esas personas que se van, nos dejan con el corazón roto, y sabemos que mientras les sigamos recordando, no se habrán ido del todo.

Descansa en paz, Alberto, aquí te seguiremos pensando.

Reyes

Gracias Comercio

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Hoy se celebra en la Comunitat Valenciana el «Dia del Comerç Local», y gracias a mi trabajo conozco de cerca su labor y la repercusión que tiene en la vida socioeconómica de cada localidad.

Por experiencia familiar se lo complicado que es levantar la persiana cada día y tratar de hacerlo con ilusión, sobre todo en esta última etapa tan difícil. Por eso, desde aquí os animo a darles las gracias a vuestros tenderos, a vuestros amigos o familiares que se dedican al comercio y/o a la hostelería.

Gracias por estar ahí cada día, por la ilusión con la que hacéis vuestro trabajo, por vuestros quebraderos de cabeza para llegar a fin de mes, por poner vuestra mejor cara para atendernos aunque sintáis que el mundo se os está viniendo encima.

Gracias por contribuir a que nuestras calles se llenen de vida, por amenizar nuestros paseos con vuestros escaparates tematizados para cada ocasión. Gracias por aportarnos soluciones y atendernos de forma personalizada. Gracias por poner un poco de vosotros en cada artículo o servicio haciendo que cada uno sea especial y diferente.

Personalmente tengo que agradecer al Comercio de la Comunitat Valenciana haberme dado muchas alegrías, y sobre todo haberme traído personas que para mi son un referente en lo profesional y en lo personal. Mención especial a Coco, pues sin ella no estaría escribiendo este post, ni conocería a Caye, ni existirían los Bacalaos ni tendríamos tantas cosas buenas que nos unen.

Gracias a todos vosotros, comerciantes, por ser tan valientes, por vuestro infinito trabajo, por estar ahí, y por aportarnos tanto.

Reyes

La amistad no se mide en años

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«La amistad no se mide en años» La vecina rubia dixit, y tiene toda la razón.

Nuestra rubia favorita ha hecho una descripción estupenda y yo voy a intentar adaptarla al «sentimiento bacalao».

La amistad de los bacalaos se mide en las veces que nos hemos dicho las cosas claras, y a pesar del shock del momento, luego nos hemos dado cuenta de que nuest@ amig@ tenía razón y nos hemos fundido en un abrazo.

La amistad se mide en te quieros, en gracias y en los incontables «¿A quién hay que matar?».

Nuestra amistad se mide en llamadas perdidas que se devuelven aunque haya pasado un mes, en wassaps que se responden a la semana y en posts que se dedican porque si.

Los bacalaos nos queremos aunque nos lo digamos poco, y sabemos que Coco siempre nos gana, porque ella es la más.

La amistad traspasa las palabras y los hechos y se refuerza en miradas, como las de Caye que las entendemos al vuelo y nos provocan la risa de inmediato al comprobar nuestra conexión mental.

La amistad en nuestro caso es un sentimiento de equipo, hermandad, unión, telepatía o llámalo como quieras que necesitamos reforzar en breve con un buen vino y buenas viandas para hacerlos testigos de lo mucho que nos queremos.

Reyes

La fiesta volverá.

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Toda la vida oyendo que el tiempo lo cura todo. Y sí. Con él llega la indiferencia, cierra bocas, cae la venda de los ojos y…pone a cada uno su sitio. Pero curar lo que se dice curar me da a mi que es una mentira y de las gordas. El tiempo no cura. NO CURA NADA.
Ojo. Démosle al tiempo la importancia que realmente tiene, que es mucha. El tiempo anestesia, aleja, consuela, nos enseña que nada es blanco o negro y nos muestra, una y mil veces, lo cierto que es eso de que las apariencias engañan. Pero las cosas no pasan por arte de magia ni por arte del tiempo. Eso se lo dejamos al gran Tamarit. Hay cosas que nadie puede hacer por ti…y el tiempo y la magia tampoco.

Del mito ese de que el tiempo lo cura todo he descubierto cosas.Y algunas de esas cosas son conclusiones muy interesantes. Como, por ejemplo, que he aprendido a hacerle más caso a la intuición. Ese sexto sentido.¡Pocas veces falla! Te enseña que la gente viene y va y que, por la razón que sea, quien está ya no estará por decisión propia…o por decisión tuya. Que hoy sí pero mañana ya no. Que no hay reglas. Y que esto es así. Que hay que aceptar lo que hay y dejar ir.
He visto que lo que importa es la manera en la que nos curamos las heridas. Que no le dejemos nuestras heridas al tiempo. Que pasar página es un asunto privado y que debes ser TÚ quien se encargue de ese capítulo TUYO que quieres cerrar para escribir uno nuevo. Así que…¡Cada uno a lo suyo!
He comprobado que recurrir a hombros en los que llorar vale la pena. Mucho.Y preguntarles cómo viven las crisis que aparecen en su camino y cómo salen de ellas es un buen ejercicio. Porque nos pasa que queremos deshacernos de cosas para ir más ligeros por la vida y no es raro que, a veces, nos metamos en un agujero tan negro que nos haga acumular aún más desorden. Para eso ayuda mucho borrar algunos números de teléfono, tomar nota de “los mejores”…pero nada tan infalible como mandar a la mierda tantas veces como lo necesites. Ya sentarás cabeza cuando toque.
Y de vez en cuando mirar por el retrovisor. Recordar esos buenos momentos juntos, porque todo lo que te hizo feliz antes…valió la pena. Y porque hay que volver a amar tantas veces como nos lo pida el cuerpo. Fiándote de ese sexto sentido.“Compra” menos pero “compra” mejor, aunque seguramente te equivoques otra vez. Equivocarnos siempre nos da mal rollo. Y no es sólo la primera vez que pasa. Ni será la segunda. Son todas y cada una de las veces. Pero ya sabes que nadie es perfecto y que todo, TODO, lleva -a parte de tiempo- paciencia y entrenamiento duro para conseguirlo. Y no hablo de grandes hazañas. Hablo de pequeñas cosas que te hagan sentir bien.

Resumiendo: Pasa tiempo contigo. Hazte un centrifugado. Quédate con lo que te gusta y lo que no, ni te lo plantees. Hay que saber renunciar. Y es fácil aunque hoy no lo creas. Porque no somos torpes. Sólo nos lo creemos.

P.D.: No hay nada que no tenga solución. La fiesta volverá.

Al final…todo encaja.

Coco.

Fuente de la fotografía: Pinterest.

¡LAGARTO,LAGARTO!

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No deja de sorprenderme lo pelota que puede llegar a ser el personal cuando
quiere algo de ti. Aunque su hábitat natural sea el lugar de trabajo, los hay
que pelotean a tus hijos, a tus sobrinos, a tu portera si hace falta y -por
supuesto- a ti. Están en todas partes, incluso en algunos lugares que ni tan
siquiera podrías imaginar. Reconozco que algunos dominan tanto el arte del
peloteo que incluso llegas a pensar que se trata de un verdadero amigo. Pero a
los que ya les he pillado el tranquillo les he visto -y sigo viéndoles- hacer
el ridículo hasta límites insospechados. ¡Vivir para creer!

Cuando he querido saber el porqué de llamar pelota a este tipo de gente me he
llevado una divertida sorpresa que no voy a desvelaros. Id a San Google y
descubrir por vosotros mismos el origen de “hacer la pelota”. Yo me quedo con
la parte que les define como ese espécimen que utiliza estrategias muy sutiles
para progresar y ganar poder. Porque para ellos hacer la pelota es una forma de
ganarse la vida.

Los pelotas ejercen como nadie el encanto personal. Son los reyes en eso de
adularte revoloteando a tu alrededor y lo llegan a hacer tan sumamente bien que
se ganan tu confianza hasta el punto de que consiguen que bajes la guardia.
Algunos son tan artistas en esto que son casi imposible de detectar.

Para formar parte de ese club tienen que reunir una serie de requisitos
imprescindibles: carecer de escrúpulos, actuar de manera clandestina (nunca
delante de otros) y cambiar de bando cada dos por tres. Hoy está contigo y
mañana contra ti porque les viene bien. Así de sencillo. Son tramposos. Una
especie de camaleones que cambian de opinión según quien tenga enfrente. Los
hay que han perfeccionado tanto la adulación que van de amigos zalameros, de
esos que no dejan de piropearte aunque a veces ni ellos mismos se creen los
piropos que salen de su boca (uno de los instrumentos más utilizados por ellos
para conseguir un favor aunque por dentro estén afilando los cuchillos). Todo
esto, y alguna bajeza más, forma parte de su ADN.

Así que cuando alguien empiece a hacer esto contigo… ¡lagarto, lagarto! No
estará de más que empieces a preguntarte qué diablos quiere. Y a partir de ahí
aprender a tratarles. Defenderse de ellos no es fácil porque a todos nos gustan
los mimos y los halagos pero hay que evitar que te ablanden. Agradéceles con
falsa humildad, y la mejor de tus sonrisas, esas fingidas muestras de
reconocimiento. Desconfía. No opines delante de ellos. Cuando huelan que la
presa ya no es lo que era, o que les ha visto el plumero, huirán como ratas
porque son seres muy intuitivos y prevén los cambios a la primera de cambio.
Entonces comenzarán un nuevo cortejo a las futuras presas…y vuelta a empezar.

Pero conmigo ya no.

Coco.

Fuente de la fotografía: Pinterest

He vuelto!

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No se si te habrá pasado alguna vez, pero yo esta noche en sueños he vuelto a la universidad.

Ojo que no he vuelto a «mis años de universidad» sino que tal día como hoy, acudía a clase junto a mis compañeros de entonces porque a todos nos faltaba alguna asignatura por aprobar.

Ni que decir tiene que allí estaban todos los compañeros con los que compartí tanto, momentos de risas, momentos de estrés y momentos de convertirnos en adultos sin darnos cuenta.

Estaba la guapa de la clase ( o la que se creía guapa y no he vuelto a ver en mi vida), los habituales de la cantina (a esos les faltaba alguna asignatura más), y el profesor más altivo que he conocido en mi vida. Volví a asistir a una de sus clases y volví a salir sin entender nada, eso si, pensando que seguro que en Youtube encontraré una explicación más amena que las de sus clases y más cerca de la realidad. Bendita tecnología! en aquella época solo teníamos el «rincón del vago» del que afortunadamente eran sus inicios y por eso nunca nos pillaron.

En contra de lo que pudiera parecer, estaba agusto, tranquila, feliz de ver caras conocidas que habían evolucionado de diferente manera. Algunos se conservaban mejor que otros, pero a todos los vi tranquilos y felices. Ni que decir tiene que todos sabían cuales eran sus horarios menos yo, que todos controlaban el edificio, menos yo y que todos parecían sentirse cómodos, incluso yo.

Puede que esta haya sido la señal para recuperar los planes de aquella cena de antiguos alumnos que nos tumbó la pandemia y mal que me pese me va a tocar organizarlo. Deséame suerte!

Reyes

P.S.: Prometo cónica post encuentro.

¿Cómo vas de buen rollo?

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Si a todos nos gusta estar de buen rollito en el trabajo con un ambiente distendido en el que todo el mundo es colega de su colega y nos iríamos de cañas con todos con los ojos cerrados.

Siento desilusionarte, pero en todos estos lugares de cultura buen rollista si quieren llegar a algún sitio como empresa tiene que haber un CABRÓN, sí ese que cuenta las verdades del barquero, ese que llegado el momento se pone serio y nos pone en nuestro sitio.

La verdad es que el buen rollo como que cansa (piensa el CABRÓN), a mí me mola mucho la gente con un gran sentido del humor esos y esas con los que mantener conversaciones apasionantes o con los que estas deseando compartir un buen vino, pero todos necesitamos una CABRÓN en nuestras vidas que nos espabile y nos ponga las pilas, de esos que sacan lo mejor de ti, de esos que te pones a mil solo con sentir su presencia. Un CABRÓN de esos que se pone serio cuando realmente la has cagado. Un CABRÓN de esos que te dice, lo siento, pero ahora no hay buen rollo porque todos sabemos que puedes dar más de ti.

Y recuerda que, si tú en tu lugar de trabajo no tienes ese CABRÓN, igual es que lo eres tú.

Caye

¡CAPITANA GENERALA!

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A estas alturas de mi vida cada vez me gusta más participar y me importa menos si gano o no. Vamos, que me importa un pito. Eso de a ver quién la tiene más larga como que me va dando mucha pereza. Sin embargo veo gente a mi alrededor que tiene la costumbre de competir por lo que sea. Que si tú has ido una vez a Soria, ella ha ido dos. Que si has comido en el restaurante de Fulanito, él ha comido mil veces más y conoce a Fulanito como si fuera su primo hermano. Que si a ti se te da bien planchar, entonces resulta que a ella en eso de planchar no le gana nadie. ¡Vamos, que tiene el título de Capitana Generala en el arte de la plancha! ¡Todas las medallas son suyas! Y así en todo. Pues sabes que te digo…¡Que para ti la perra gorda! Que dime de qué presumes y te diré de qué careces. Y que se te ha visto el plumero. Que sabemos de que pie cojeas. Y que eso que te pasa es envidia de la mala. Así que…¡háztelo mirar!

Los estudiosos dicen que lo tuyo es una cosa que le llaman “sesgo cognitivo” que os hace pensar que sabéis mucho más de lo que realmente sabéis. Hasta hay un libro que habla de lo tuyo. Se titula: “Ineptos y sin saberlo: cómo la dificultad para reconocer la propia incompetencia lleva a ideas infladas de uno mismo” ¿Y si lo lees? ¡Anímate! Si no lo encuentras te lo regalo. Y, si te da pereza leerlo, por lo menos empieza por mirarte al espejo.


Hazte un repasito tú a ti misma. Practica la reflexión y la autocrítica a ver si, de una vez, encuentras ese punto ciego que no ves. Es ese momentazo en el que tu vanidad y tu ego te coronan y que los estudiosos le llaman “el pico de la estupidez” y los no estudiosos llamamos “lucidez cuñadil”. Pues justo ahí es donde debes hacértelo mirar. Acéptalo. Y en lugar de pelear hacia afuera, pelea hacia dentro. Admite que no lo sabes todo, que no eres la mejor de la clase ni la más guapa del vecindario y que hay gente que te puede aportar mucho aunque, por el motivo que sea, les tengas una tirria que flipas. Aprende a convivir con gente que, por mucho que te fastidie, puede ser un poquito mejor que tú. Solo un poquito, no quiero herir tu sensibilidad.

Con esto ya está dicho todo y…¡que a gusto me he quedao!

Coco.

Fuente de la fotografía: Pinterest.

EL SAMBENITO

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Y digo yo: ¿Para qué me voy a esforzar si, haga lo que haga, ya tengo el Sambenito colgado?

Dicen que en tiempos de la Inquisición, a los penitentes que mostraban arrepentimiento, se les colgaba un saco (que llamaban Sambenito) para señalarles y ridiculizarles. Y es que cargar con el castigo ajeno es más antiguo de lo que parece por lo que, una vez que te cuelgan el famoso saco, no hay manera de quitártelo.

Hay personas con las que, aún sin saber bien por qué, te esfuerzas es ser especialmente amable o te esmeras más de la cuenta cuando estás con ellos. Ya le puedes poner ganas que, hagas lo que hagas, nunca lo haces bien. Para ellos nunca es suficiente. Y tú ahí, insistiendo, dale que te pego, gastando todas las energías en mimarles, a sabiendas (y esto es lo peor, que lo sabes) de que el esfuerzo será en vano porque ya tienes el Sambenito a cuestas.Yo particularmente estoy un poquito cansada de que se metan conmigo haga…o no haga. Aunque vayas de puntillas ¡no hay forma! Pero eso sí. No esperes que lo hagan de frente. De frente serán absolutamente encantadores. Así que visto lo visto ¿sabes que te digo? ¡que les vayan dando! ¡que ya no me van a pillar en otra! Y si me llaman maleducada, ya lo era antes (según ellos). Total, nada nuevo bajo el sol.

Levantarte cada día y poder poner punto y final a cada Sambenito que te cuelgan es, sinceramente, agotador. Nadie dijo que iba a ser fácil, la verdad. Y aunque digan que con el tiempo aprendes (eso dicen), hay días en los que sientes que no has aprendido absolutamente nada.
Y es así. Poco sé y poco he aprendido. Lo reconozco. Pero de lo poco que sé hay algo que he aprendido a base de “tortas”. Y es que, haga lo que haga, los habrá que siempre me criticarán. Y es que siempre, SIEMPRE, habrá gente que te apoye…y gente que no. E intentar convencer a estos expertos morales de que están equivocados es tontería. No les importa lo que hagas ni cómo lo hagas. O al revés, les importa demasiado. Si cuentas que eres inmensamente feliz, te tachan de egoísta. Si no cuentas y te callas, dicen que algo oscuro escondes. Es lo que hay.
Así que, aprendida la lección, estoy entrenándome en ser políticamente incorrecta. Pasito a pasito lo conseguiré. De momento he llegado a ese punto en el que paso de seguir el protocolo o de reírle las gracias a más de uno. Y me estoy dedicando a eso, y a esos, que me hacen feliz. A esos que no me juzgan ni se llaman para contarse, entre otros cotilleos, lo que Coco hace o deja de hacer. Total, si haga lo que haga me van a criticar, haré lo que me dé la gana…¡y a disfrutar que son 2 días!

Mirones del mundo: ¿sabéis lo único que os hace distintos al resto? El tiempo que perdéis con estas tonterías. Criticáis a las gordas por gordas y a las flacas por flacas, a los ricos por su pasta y a los pobres por su falta de pasta y a las rubias, a las morenas y a las pelirrojas por el color de su pelo. Y a los calvos también…¡por no tener pelo! ¡Madre mía, qué lástima dais! ¡La vida se os va mirando a los demás!

A ver. Confesad. Con la mano en el corazón: ¿De verdad es más importante lo que hacen otros que lo que hacéis vosotros?

Coco.

Fuente de la imagen: Pinterest

La percepción de la belleza

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A veces pasa que los mensajes no se entienden, y la culpa es principalmente del comunicador, que no confirma con el receptor si la información que ha emitido coincide con lo que la otra persona recibe, así que voy a intentar explicar algo que sé que no se ha entendido del todo bien. (#meestaispreguntandomucho)

La frase de la camiseta no es mía, es una interpretación libre de una frase de mi amigo Sergio, que dice que si la primera característica que destacas de una persona es que es simpática, es porque no es guapa, porque como sociedad somos así aunque no queramos, primamos siempre la belleza física antes que cualquier otra cualidad.

Una cosa llevó a la otra y en mi anterior trabajo acuñamos como nuestra la interpretación “A las guapas no nos hace falta ser simpáticas (ni cultas)” y como regalo de despedida mis compañeras me regalaron esta camiseta que yo luzco con orgullo por lo que significa: el cariño de mis compañeras y los maravillosos momentos compartidos.

No quiero decir vistiendo esta camiseta y publicando esta foto que me considere guapa, ya que hay otras cualidades que me importan más, como son la proactividad, la curiosidad, las ganas de aprender y la capacidad de adaptarme al medio (aunque a veces me cueste más de lo deseado). La belleza es absolutamente subjetiva, y por mucho que la proporción áurea se aplique para definir la armonía y el equilibrio, siempre existirán las modas, los criterios personales y las bases culturales previamente establecidas que harán que juzguemos la belleza de manera diferente.

Dicho esto, solo me queda añadir, que ¡Viva la diversidad! Y que cada cual la viva como le de la gana!

Reyes

Repite conmigo…

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Que el mundo está lleno de idiotas distribuidos estratégicamente para que encuentres al menos uno al día es una verdad como un templo. COMPROBADO.

¡A ver listillo! ¡Que tú tampoco eres un máquina! ¡Que todos tenemos idas y venidas y todos, T O D O S, hemos tocado fondo alguna vez! ¡Y tú también! Así que ahora no vayas señalando con el dedo ni contándole a tu colega que Fulanito está tieso o que Perenganita tiene no sé qué. No critiques al vecino porque tú también tienes lo tuyo…y lo sabes. ¡A ver si te crees que no se saben tus miserias!

¿Qué te pasa? ¿Siempre eres así o es que te dan apagones de vez en cuando? ¡Tu nivel de estupidez me deja sin palabras! Porque aquí, como en todo, hay niveles y tú te pasas todos los niveles mirando la paja en el ojo ajeno. Siempre estás al acecho y hagan lo que hagan algunos, no te importa que lo hagan genial. Te vienes muy rápido arriba descuartizando al de enfrente y destilando veneno. Y lo que te pasa es que tienes una enfermedad venenosa llamada envidia que la sufren los que te desean que te vaya bien pero no mejor que a ellos. ¡Ojo! Que conste que todos tenemos derecho a ser un pelín envidiosos pero algunos abusáis de ese privilegio. Mastica. Mastica bien, no te vayas a atragantar con tanta envidia. Descansa alma de cántaro y repite conmigo: NO DEBO METERME EN LA VIDA DE LOS DEMÁS.

Todos los seres humanos hacen lo mejor que saben, y pueden, pero sigue faltando gente que comprenda más y critique menos. Y los hay que únicamente son capaces de conocer las miserias del prójimo sin pensar por un momento en cómo son ellos realmente. Veloces en criticar a quien haga falta pero lentos para purgarse a si mismos, quieren saber de todo y de todos, hasta de lo que no les incumbe. Auténticas hienas, con la lengua más entrenada que el cerebro, y que viven ese placer morboso de ir cacareando sin parar de los demás. Así las cosas, el que puede, puede y el que no…chismorrea.

Lengua viperina: Fíjate bien lo que valen tus palabras. No te pido mucho esfuerzo, aunque sé que es tarea difícil para ti porque lo único inteligente que tienes es el teléfono. Así que si los comentarios vienen de alguien como tú, que no eres precisamente un ejemplo a seguir, se irán directamente a la basura. Porque criticar mis defectos no va a arreglar los tuyos, porque yo seré pecadora pero a mi alrededor no veo ningún santo y porque aunque dicen que ignorar es divino ¡mandar a la mierda es la bomba! (Y que conste que no te insulto. Sólo te defino)

Y otra cosita: La próxima vez que vayas a criticar a mi amiga, cuídate mucho de seguir bien las reglas del juego. No vaya a ser que la cosa se ponga en tu contra y salgas con el rabo entre las piernas. ¡Imagínatelo! ¿Qué? ¿A que no hace ni pizca de gracia? ¡Pues aplícate el cuento, bonito!

P.D.: Después de esto estoy segura un 99% que te caigo mal (más mal aún) pero también estoy segura 100% de que me importa un bledo.
Y ya puestos, espero que mejores pronto. De todo corazón.

COLORÍN COLORADO, ERES TONTO O ESTÁS TARADO.

Coco.

Fuente de la fotografía: Pinterest.

Brindemos.

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Tú no me conoces pero yo a ti sí.

Brindo por tu rojo de labios. Por lo diva que eres. Por ser muy tú. (Me tienes que enseñar cómo lo has hecho)
Brindo por tu rebeldía. Poco amiga de los filtros, siempre has dicho lo que piensas. Enseñando tus defectos sin tener que fingir. (Me planteo si esa será una de las tantas razones por las que nunca nos enseñaron a llorar)
Brindemos por tu mente inquieta. Por tu curiosidad como si no hubiera un mañana. Que te pienses ignorante me hace creer más en ti.
Me gustas porque brillas demasiado…y eso molesta. Brindo por esto también. Y, por favor, no te cortes ni permitas que te mareen. ¡Hazlo todas las veces que quieras! ¡Me flipa verte brillar!
Brindemos por quererte como a nadie. Tomándote tu tiempo. Porque te veo y siento que la vida se me queda corta. Señal de que tengo que aplicarme el cuento (Sinceramente, no me parece mal plan).
Brindo por tus ojeras. Esas que has ido arrastrando día tras día, noche tras noche. Hay mucha belleza ahí. También hay angustia y dolor. Esas ojeras…las quiero para mí.
Especial mención a las maravillosas canas que luces. Te veo y creo que con canas estaré mejor, seguro. Pero -quizás- más adelante. Soy cobarde y ahora mismo no me atrevo. Me dicen que es un proceso largo y que hay que tener ese par que tienes tú para aguantar con el pelo de varios colores hasta llegar a lucir la cabeza plateada. Saltaré al vacío (algún día).

Me gusta cómo sabes perder el tiempo. Me ayuda mucho. Me hace reír y…pensar. Y darme cuenta que esto es más serio de lo que creía. Que fui joven. Pero ya no. Que ya no puedo bailar toda la noche. Que lo que hay es lo que hay. Y que detrás de las arrugas, también hay una historia.
Deseo muy fuerte vivir sin prisa. Como haces tú. Tener las cosas claras. Como las tienes tú. Y saber, como tú, que lo que deseo…se puede cumplir. Sigue así, por favor. Disfrutando (y enseñándome) el no hacer nada. Hazlo mucho y con muchas ganas. Porque te lo mereces, porque así es como debería ser siempre y porque te lo has ganado.

Gracias por enseñarme que aún me queda mucho trabajo por delante. Saber que todo pasa por algo y para algo. Saber que es verdad de la buena que me quedan muchas cosas que hacer por primera vez. Que si pasa el tren, lo coja. Y que si no me gusta el viaje, me podré bajar en la próxima. Ahora sólo me queda conseguirlo. (Nunca es tarde).
Gracias porque cada vez que te veo me recuerdas que aquí hemos venido a soñar. Pero soñar de verdad. Esa forma de soñar que teníamos antes de que la vida se convirtiera en una cosa muy seria.

Y gracias también porque la mayoría de mis buenas ideas se me ocurren…viéndote vivir.

Coco.

Fuente de la fotografía: Pinterest.

La envidia

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Si tu me dices que existe envidia sana yo te digo que una mierda.

Me sorprende cada vez mas la cantidad de frustraditos y ofendiditos de todas las edades que me estoy encontrando últimamente.

Entiendo que todos educamos, para bien o para mal y el ejemplo es el mayor educador que hay. Siempre se cumple el “Fill de pato patet” (Tendríamos que hacer camisetas con esta frase.)

Cuando crees que una cosa va a suceder en el futuro te estas creando una expectativa y siempre es ahí donde estamos creando el problema, en la fijación y gestión de expectativas.

Frustraditos de todos los deportes, habéis estado calentando banquillo toda la temporada y vuestras expectativas no eran la s de vuestros hijos, quizá ellos solo querían pasárselo bien y hacer amigos.

Ofendiditos y matones de patio de colegio, hacéroslo mirar ya, dejar de pagar vuestras frustraciones y complejos de Edipo con los que os rodean, no pagues tu insana envidia con los demás, hacernos un favor y mirar quien os educa y sobre todo como.

Gentes varias que viven en los mundos de Yupi y que se hacen preguntas transcendentales todos los días, una pastillita de dosis de realidad cada cuatro horas, dos semanas con la boca cerrada y dejar de vivir en las vidas de los demás. Seguro que todo cambia.

Recomendación para entrar en el verano con buen pie dejar de fijaros expectativas que nunca vais a cumplir, pero sobre todo frustraditos y ofendiditos del mundo dejar de envidiar y empezar a admirar más, que seguro que nos irá mejor a todos.

Caye

ELLA

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A mí, por fortuna, me da lecciones todo el mundo. Siempre aprendo algo nuevo y, sinceramente, lo considero una suerte. No me canso de aprender de los demás ¡Son tantas cosas las que he podido descubrir! (Otra historia es que sepa poner en práctica todo lo que me enseñan).

Aprender todos los días y aceptar lecciones de todo el mundo…eso también es la vida. Y un buen ejercicio para el corazón. No hablo de ciencia y tecnología ni de leyes. Hablo de pisar la tierra. Del mundo de las pequeñas cosas. Esas que, a fin de cuentas, suelen ser las más grandes. Porque si no somos capaces de hacer bien las pequeñas cosas, tampoco seremos capaces de hacer las grandes. Y las cosas empiezan en el día a día, en casa. Y después, todo lo demás. Porque si lo que queremos es cambiar el mundo, nuestro mundo, el primer paso será ¿haciendo la cama? Porque si no…es puro teatro.

A esos que me dicen “a mí nadie me da lecciones”, les diré que a mí SÍ. Que yo soy de las de cuéntame y olvido pero enséñame y recuerdo. Aunque a veces creo que no aprendo. Que a estas alturas ya no hay nada que hacer conmigo. Y eso me cabrea. Luego viene ella y me suelta que me machaque lo justo y que un poco de miedo es muy sano; pero que todos, T O D O S, tenemos defectos y demonios en la cabeza. Y que aunque crea que no, sólo algunos, A L G U N O S, han aprendido -de verdad de la buena- a sacar lo mejor que tienen. Porque lo que nos pasa a la gran mayoría es que tenemos que aprender a aprender de los demás. ESO.

Ella siempre me dice que cuanto más brillante se cree uno, más tiene que aprender. Y que lo que creemos que ya sabemos es, a menudo, lo que aún no hemos aprendido. Que sabiduría es aprender qué pasar por alto y, precisamente por eso, conviene recordar de cuando en cuando que no hay que tomar decisiones tajantes sobre sentimientos pasajeros, ni hablar mal de lo que no sepamos, ni juzgar lo que no hemos visto. Que enseña más una verdad que duela que una mentira que ilusione. Que no vale esconderse cuando vienen mal dadas y que SÓLO tienes derecho a mirar a otro hacia abajo cuando tengas que ayudarle a levantarse. Y, para rematarme, también me dice que tome buena nota de todas esas enseñanzas que no se pueden comprar y únicamente se aprenden a base de caídas y golpes, porque aquí aprendemos haciendo y cayendo. Y es que hay lecciones de vida…que duelen.

P.D.: Cuando me cuenta todo esto, se me pasa el cabreo…y vuelta a empezar.

Coco.

Fuente de la fotografía: Pinterest.

Llegó el destape

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Llegó el destape, mal que nos pese, y no podemos decir que haya llegado sin avisar, que estamos todo el año mirando el calendario, ansiosos por que llegue el verano y puedan venir los turistas.

Ha llegado el momento en que la ropa se aligera, las visitas a la playa y la piscina se convierten en rutina y mostrar nuestros cuerpos al sol se hace natural.

Aun así ayer me pegué un susto! primer día de piscina en urbanización cerrada, se supone que conozco a todos los vecinos, por lo que las vergüenzas ya no existen, que nos conocemos las lorzas de veranos anteriores… llego yo toda ufana, saludo al bulto a la gente que había en la piscina, dejo las cosas debajo de la sombrilla, me quito la mascarilla, las vergüenzas, el vestido y cuando me dirijo a la ducha escucho: ¡HOLA! no te había conocido!

Si, la peor de las pesadillas se cumple: la adolescencia vuelve a mi cabeza por un momento. Dentro de la piscina, con el agua hasta el cuello (cosa que en este caso es positiva porque cubre cualquier atisbo de de lorza), un padre de familia con el que compartí clases universitarias, juergas nocturnas y hasta botellones en canalejas* cuando éramos adolescentes.

Y yo allí, expuesta, con mi cuerpo color blanco nuclear y todas sus imperfecciones al aire. No es justo. ¡No es necesario saludar a bocajarro! Podría haberse esperado a que me metiera en la piscina para estar los dos en igualdad de condiciones, ¡pero no! ¡Eso no se hace!

Son nuevos en la urba y aprovechamos el rato de piscina para ponernos al día, conocimos a los demás miembros de la familia conforme llegaban a la piscina, jugamos con los niños (que hicieron buenas migas) y nos emplazamos para repetir experiencia a lo largo del verano.

Eso si, el mal trago ya lo he pasado, a partir de ahora estaremos en igualdad de condiciones, que si yo sufría por que juzgaran mi aspecto, cuando el susodicho salió del agua me relajé. Oye, que en comparación no estoy tan mal! Me quedó claro ayer que el tiempo pasa para todos y a no ser que te dediques en cuerpo y alma a cultivar un cuerpazo, las huellas del confinamiento y de los cuarentaytantos nos igualan y el que no tiene lorza ha perdido pelo y para nuestras suerte y su desgracia, en los hombres las dos cosas son posibles.

¡Que vivan las lorzas, el destape y los implantes de pelo!

Reyes

*Canalejas: Por si no eres de la zona: parque de Alicante en que los adolescentes realizábamos nuestros botellones en los 90′

Desde que amanece…apetece.

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Tengo amigas brillantes. Otras no. También las tengo muy graciosas. No todas. Algunas bailan raro…pero son majas. Y todas, T O D A S, conocen cualquiera de mis versiones. Me ayudan a recordar quién soy y cómo he llegado donde ahora estoy. Me conocen de verdad, saben quién está bajo esa máscara que me pongo para el día a día. Me quieren tal cual y hacen todo lo que está en su mano para que dé la mejor versión de mi. Cuando estamos juntas, si nos diera la gana, podríamos dominar el mundo y recorrer el planeta entero a oscuras sin darnos con las esquinas de los muebles. (Ahí lo dejo)
Sueño que viajo con ellas, que nos montamos un tardeo sin salir de casa o que nos vamos de compras para gastar los pocos ahorrillos que nos quedan. Me río sola recordando aquello que iba a ser una merienda y se nos fue de las manos. Hablando de todo. Hablamos hablando claro. Pensando cada una por sí misma. Hablando de rupturas de mierda, de kilos de más, de memes, planeando el siguiente vino juntas…con muchas cosas de las que hablar y sabiendo que iba a volver a casa mejor de lo que salí.
Pero (siempre hay un PERO) aunque a simple vista lo parezca, en la amistad no todo es de color de rosa. Aquí hay que decirse las cosas que no van, pedir perdón si has hecho daño y cuando esto pase, no huir. Nada de salir corriendo. Habrá momentos en los que tendrás que empujar para que funcione, momentos en los que sólo necesitarás que te escuchen sin enarcar la ceja y momentos en los que, literalmente, hará falta una amiga que te sujete el pelo mientras vomitas. La idea es ESTAR.

Tras tantos meses de pandemia, encerrada en casa, empiezo a notar que han cambiado algunas cosas. Al fin y al cabo este tipo de situaciones siempre ponen a prueba la solidez de muchas historias que nacen, se desarrollan y mueren con pandemia o sin ella. Y sólo las que merecen la pena se arreglan.
He visto cómo las parejas vienen y van, que alguna familia es cuestión de suerte y que las amistades cambian. Sí. Era algo que veía venir hace tiempo. Y, contra todo pronóstico, no me he sentido mal. Será porque igual he tenido más tiempo para pensar o que cada vez aguanto menos las tonterías y los chascarrillos. También he vivido que aquella bonita amistad no superara el paso del tiempo y que lo que hoy te une, mañana no tenga razón de ser. Y no pasa nada. N A D A. Porque la amistad es cuestión de química. Desde que amanece…apetece. Y no existe receta mágica. Pero, como he escuchado más de una vez, es un guiso que hay que hacer a fuego lento y sin dejar de remover para que no se eche a perder.

Dicho esto solo me queda decir:
Gracias por quererme así.
Gracias por no mandarme a freír puñetas cuando no he estado a la altura.
Y gracias por creer que yo merecía la pena.

P.D.: Si tienes amigos así, valórales como el tesoro que son…y como el grano en el culo que TODOS debemos tener.

Coco.

Fuente de la fotografía: Pinterest.

PERSONAJE DEL AÑO

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¡Qué mal le sienta a algun@s tocar poder!

Porque ni tan guapos, ni tan listos, ni tan comprometidos. Pero sí muy hipócritas y calculadores que sacan partido de la ingenuidad de otros, usan la miseria de la gente para hacer demagogia barata y hacen lo que sea con tal de no dejar pasar la oportunidad para medrar. Practican el culto al YO como nadie, viven de las apariencias, se creen el alma de la fiesta y les quita el sueño conseguir cosas tan estúpidas como ser declarados “PERSONAJE DEL AÑO”.
Estos trepas, a través de esa pose artificial de fingida amistad tan suya, nunca dan desinteresadamente pero sí son unos profesionales en sacar tajada. Saben colocarse estratégicamente junto a la gente influyente de verdad y así beneficiarse al estar cerca de ellos. Saben que las personas con más poder son la llave para conseguir lo que buscan y aprovechan la más mínima ocasión, por ridícula que sea, para estar cerca de ellos y recoger las migajas o esperar que fallen y así ocupar su lugar. Siempre están al acecho, buscan y olfatean al más débil de la cadena y aguardan pacientes su caída en desgracia, porque saben que en cualquier momento pueden debilitarse y perder poder. Y cuando esto pasa… ¡zas! ¡Ahí están ellos para ocupar tan ansiado puesto!
Confieso que me produce un empacho insoportable la manía que tiene toda esta gente de creerse poderosa haciendo sentir inferior al resto de mortales que no son objetivo prioritario para ellos, simplemente porque no son influyentes y ricos o porque les considera inferiores mental y socialmente. Eso sí. Debo reconocer el mérito que tienen al no asustarse ante nada y la habilidad de saber perfectamente dónde fijar los puntos de anclaje, pero lo que peor llevo de estos depredadores es su empeño en pasar por encima de los demás a cualquier precio y sin importar a quién se llevan por delante. Definitivamente, y visto lo visto, el cociente intelectual no está ligado a la buena educación. Se han perdido las formas y todo por un objetivo: trepar como estrategia para triunfar. R E P U G N A N T E.

El deseo de reconocimiento es innato al ser humano y triunfar, sin duda, es una fuente de satisfacción. Nos han vendido a lo largo de los años eso de que las oportunidades hay que aprovecharlas y, lógicamente, a todos nos gusta gustar ser especiales. No es nada malo. Dicen que cuando esto pasa, el cerebro libera un neurotransmisor ligado al placer que genera, que mejora los niveles de autoestima y que tiene muchos beneficios, algunos a largo plazo. Pero hacerlo sin tener en cuenta las consecuencias y caiga quien caiga es ser mala persona.

A lo mejor todo esto no es culpa nuestra y pasa por la epidemia de postureo que estamos viviendo. Ni idea. Pero lo que sí hay que tener claro es que ser influyente no es lo mismo que ser popular. Los influyentes no actúan así. Solo hablan cuando piensan que tienen algo diferente que decir. Esperan, piensan y eligen la respuesta correcta que tienen que dar. No reaccionan a la defensiva cada vez que otra persona tiene un punto de vista diferente al suyo o simplemente no les da la razón. Tampoco les hace falta soltar tacos, gritar o elevar la voz para hacerse entender. Ni andarse descalificando a los demás para resultar ocurrentes. No buscan la controversia ni se regodean en su superioridad. No juzgan. Nada que ver. Son humildes para reconocer que no lo saben todo y que siempre hay alguien que pudo haber visto algo que ellos pasaron por alto. Y si el otro está en lo correcto, lo aceptan sin más. Saben que siempre habrá alguien mejor. Que nadie es perfecto.


Así las cosas, sé honesto. Sé auténtico. Muéstrate educado incluso con los más íntimos, con esos que consideras tus amigos. Y antes de responder, ponte en su lugar y trata de entender. Dale una oportunidad para que te cuente.Y después, tú mismo.

Al final la moraleja, como todo en la vida, está en nuestras manos. Ser y hacer…o no.

Coco.

Fuente de la fotografía: Pinterest.

La Buena Suerte

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Primera Regla de la Buena Suerte
La suerte no dura demasiado tiempo, porque no depende de ti.
La Buena Suerte la crea uno mismo, por eso dura siempre.

La Buena Suerte
Claves de la prosperidad.
Fernando Trías de Bes Mingot y Álex Rovira Celma

«La Buena Suerte» llegó a mi hace 16 años y medio. Acababa de leer ese libro cuando recién vuelta de Madrid rechacé incorporarme a la plantilla de una caja de ahorros para asistir a un congreso de Citymarketing que se celebraba por primera vez en la ciudad en la que yo había estudiado.

Allí me encontré con el que había sido mi profesor de Recursos Humanos y pensando que él podría indicarme por dónde debía empezar a buscar trabajo en el área que yo pretendía me dirigí a él, y la respuesta fue otra. «En la empresa en la que yo trabajo estamos buscando a alguien con tu perfil, mañana antes de venir al congreso ve a llevar a tu curriculum a la Oficina Valenciana de Empleo si quieres participar en el proceso de selección.»

Para mi sorpresa, y la de la empleada del SERVEF, la descripción del perfil que buscaban era exacta a mi cv. Me convocaron para hacer un exámen, al que nos presentamos 10 personas y sólo aprobé yo.

16 años y medio después, en el día de hoy, se abre un paréntesis en mi carrera profesional. Empiezo un periodo de excedencia voluntaria aprobado por la empresa en la que he madurado como profesional y como persona. En la que he vivido y presenciado grandes momentos y pequeños detalles que me hacen ser la mujer que hoy escribe estas líneas de agradecimiento.

Si, agradecimiento, porque aunque la Buena Suerte sólo depende de uno mismo, son las personas que te rodean las que te ayudan a crear las circunstancias adecuadas.

Personas con las que he compartido todos estos años: aprendizajes, noviazgos, matrimonios, graves enfermedades, nacimientos, adopciones, graduaciones, estrés, risas, lágrimas, abrazos, broncas, cervezas, cafés, chocolates y hasta trabajo!

Un equipo humano en el que siempre he encontrado apoyo, consuelo, aliento y cariño. Un equipo formado en su mayoría por mujeres valientes que todos los días toman la decisión de entregar lo mejor de si mismas y en las que la palabra «SORORIDAD» cobra todo su sentido. Un equipo fuerte, unido, profesional y altamente cualificado al que sin duda echaré de menos.

Por suerte, o por Buena Suerte, mi nuevo destino se encuentra justo al cruzar la calle y voy a tener la oportunidad de seguir manteniendo con ellos el contacto.

Reyes

EN UNA MALETA

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Reconozco que una mudanza no es algo que haga especial ilusión. Los paquetes se amontonan por los rincones, mogollón de recuerdos metidos en cajas de cartón y dentro de cada una souvenirs de tus años locos o montones de fotografías. ¡Eso por no hablar de que cuantas más cosas salen del armario más quedan dentro! ¡Y algunos se llevan hasta las bombillas! Quieres guardarlo todo sin saber para qué pero algo te dice que tampoco quieres tirarlos. Al fin y al cabo, todo lo que te rodea es un pedazo de tu vida. Sacando libros recuerdas perfectamente cómo y por qué cada uno de ellos ha dejado huella en ti, incluido ese que al final nunca leíste. Así que…continúas metiendo recuerdos en cajas. Te da tanta pena que los recoges y los metes otra vez en las cajas con no pocos quebraderos de cabeza y grandes dosis de analgésicos. ¡Madre mía, como siga así, no me deshago de nada!

La experiencia de vivir una mudanza es una mezcla de tristeza (por lo que se deja) y de ilusión (por volver a empezar) envuelta por toda la vida que guardan esas cajas. Y sin llorar…pero al borde de las lágrimas. Te obliga a apartar lo que ya no hace falta, ayuda a comprender que dejar ir es necesario y hace que te sientas liberada quedándote con lo que de verdad importa. Moviendo cajas, abriéndolas una a una y enfrentándote a su contenido, hacen un bonito paseo en el que vas repasando historias que -con el paso del tiempo- se han transformado: aquellas que recordabas con amargura se han vuelto dulces, mientras otras que fueron inolvidables se han manchado de morriña por todo aquello bueno que se fue y no va a volver. Son un viaje a pasajes de tu vida que siguen en ti esperando ser recordados dentro de una caja. ¡Cuánta vida dejamos en una mudanza!

Sin embargo, una vez leí que para los recuerdos no hay camiones de mudanza. Y sí. Es verdad. Los recuerdos se mudan contigo. Jamás se quedan atrás. Es difícil deshacerte de tantísimas cosas que forman parte de ti. Cuesta mucho despedirse. Piensas que nunca llegaría el momento de decirles adiós pero…¿Cómo voy a desprenderme de todo eso? Y es que “todo eso” que va dentro de grandes bolsas de basura, lleva parte de gente con las que estuvimos o de la persona que has dejado de ser.

Es sano hacer limpieza de trastos. Tirando cosas sin piedad. Hace que te desprendas de lo inútil, de eso que ya no necesitas. ¡Qué bien vienen dejar algunas historias atrás! Y es que, a veces, lo necesario (y lo que de verdad importa) cabe en una maleta. ¡Una no sabe lo que gana hasta que lo pierde! A la vez, mudarse nunca es la solución de nada. “Hacer limpieza general” permite empezar de cero pero no elimina de un plumazo los problemas. Esos se mudan junto a las cajas. No se quedan tirados en un contenedor. Cambian de sitio pero no desaparecen, por lo que habrá que seguir enfrentándose a ellos…con mudanza o sin ella.

Y así con todo.

Coco.

Fuente de la fotografía: Pinterest.

¡LA CAJA DE PANDORA!

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La vida te pone pruebas.

De repente, y por el motivo que sea, te quedas de nuevo solo. O te rompen los esquemas. O te cambian el paso. De repente aparecen huecos por rellenar y no sabes qué hacer tú contigo. Eso nadie nos ha enseñado a manejarlo. No sabemos cómo se hace lo de cuidarnos, eso de reservar momentos solos. O de buscar ratos de silencio. O no depender de los planes de otros. No hay nadie que no quiera ser feliz. Sin embargo, cuando se trata de ser feliz en soledad parece una empresa imposible. ¡Madre mía! ¡Se abrió la caja de Pandora!
La soledad está muy mal vista, eso para empezar. Tiene muy mala prensa. Tanta que hay gente que huye de ella como si fuera el mismo demonio. Sienten pavor a la falta de planes, al aburrimiento. Los hay que mueren de miedo pensando qué van a hacer solos. Y todo eso -tengo la sensación- se debe a que últimamente se ha puesto de moda mostrarse fuertes. Demostrar al mundo entero que podemos con todo…y NO. Somos débiles. Nos apagamos. Somos muy vulnerables aunque nos guste mostrarnos rematadamente seguros frente a los demás no vaya a ser que descubran nuestro punto flaco. Y uno de esos puntos flacos es vivir la soledad.
Estar solo no es sentirse solo. Y no siempre tiene que ver con la tristeza. Hacer cosas solo tampoco significa no tener amigos. Estar solo se llama atenderte. Se llama reajustar tu maquinaria. Y para eso…hay que estar solo.
Todos estamos necesitados de la soledad pero hay que aprender a usarla. A saborearla sin exigirse demasiado. A hacer de ella tu aliada. Y cuando uno se permite la soledad de esa manera descubre su cara amable. Nada se pierde por probar a ver qué tal pero todo se pierde por no atreverse. Hay que atreverse a hacer cosas y vale la pena dar rienda suelta a nuestra soledad, una experiencia en la que descubres…y te descubres. Puede ser un buen comienzo volver al pueblo. Sentir el silencio, un café aromático o un desayuno sin prisas. Apagando el móvil. O ponerte el pijama, tu libro, peli o serie favorita y te olvidas del mundanal ruido. Dedicarte un rato a hacerte mimos…o a pequeñas ilusiones.


Deja de pelearte con la soledad. Hay una parte de ti que la necesita. Llévate bien contigo. Acaba con las ataduras. Rompe ese círculo vicioso de hacer más para complacer más a los demás olvidando lo realmente importante: que tu mejor compañero va siempre contigo. Porque entre lo importante, lo urgente y lo que NO puede esperar está…tu soledad.

Coco.

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LA HIJA DE MI AMIGA

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Pues resulta que la hija de mi amiga cumple 16 primaveras. Y claro. No son sólo las primaveras lo que le viene encima. Además viene la temida adolescencia, esa época de caos llena de alborotos y cambios de humor por el que hemos pasado todos SIN EXCEPCIÓN. El cómo o el cuándo venga puede variar pero llegar, llega. Así que…¡ánimo!
La tormenta hormonal que se ve en el horizonte asoma con un estilo muy particular, entre lo estrambótico y lo reivindicativo. que se convierte en el mejor resumen de lo que se avecina. Ella y la legión de adolescentes que le rodean no necesitan subrayar quiénes son: su imagen lo dice todo. Seguramente llevará aparato y gafas. Adicta a las uñas de gel y al nail art más extremo que puedas imaginar, un eyeliner generoso (nunca se lleva suficiente lápiz negro), coleteros de colores imposibles, pintalabios rojo, fucsia, o marróncasinegro. El color da igual pero siempre con los labios pintados. Una melena rapada de un lado, bicolor o cardada y con chupa de cuero. O vestiditos sesenteros. O con su peto vaquero rollo outsider. Sea el estilo que sea, nunca sabrá qué ponerse.
Pasará la angustia adolescente como si estuviera en los pasillos de un instituto americano donde sólo suenan temazos para teenagers. O cantando pop clásico. Un ruido atronador que, aunque no suena, imaginamos sonando muy alto por cómo mueve la cabeza y gracias a los auriculares que lleva día y noche. Mientras, el teléfono móvil será una extensión de su brazo. Siempre en vibración o en silencio. Y nunca lo cogerá cuando sus padres le llamen…¿deseos de independencia?
Adolescente rebelde sin filtro alguno. Indómita. La desobediencia es su diversión. Una cabra loca que se lleva por sus impulsos, con alguna que otra ida de olla. Buscando nuevas experiencias, sumando anécdotas extravagantes y grandes inseguridades. Exageradamente susceptible a lo que otros digan de ella. Rompiendo reglas. Y moldes. Nerviosa porque se aproxima a la mayoría de edad con todo lo que ello conlleva. Inadaptada porque ve el mundo bastante borroso hasta que aterrice en la edad adulta. Ser rara mola (o eso le dice a su madre). Raras de esas que, de la cabeza a los pies, quiere ser todo un alegato de defensa a la singularidad. De esas que no saben qué hacer con su vida pero que lo quiere todo YA. Y quiere YA vivir el momento sin preocuparse en qué le deparará el futuro. Le costará la vida tomar cualquier decisión por nimia que sea y no sabrá (o no querrá) controlar sus emociones.
En el cole (o en el insti) querrá desesperadamente conseguir que los profesores le suban la nota porque sí ¡y punto!, pertenecer a ese grupo de chicas populares que siempre odió y ser aceptada por la abeja reina. Lo único importante es encajar y ser como el resto. O NO. Siempre habrá quien opte por NO. Por negarse a intentar ser alguien que no es. Por querer seguir su camino. Creo que se requiere mucha valentía para, en esa edad, decir NO. Y parte de su éxito estará en esa capacidad de decir NO a las cosas que no le hacen sentir cómoda.
Todo un manual de uso.
Ahora a su madre no le queda otra que lidiar con tan bonito panorama. Encajarlo como parte de la vida que le ha tocado vivir y, sobre todo, hacerse a la idea de que su pequeña crece. Debe aprender a dejarle hacer y estar atenta en aquello que esté en sus manos.
Querida amiga: R E S P I R A. No pierdas el control. No es fácil, pero luchar contra lo inevitable es un error. Te pondrá a prueba cada día. Así que toca llevarlo de la mejor manera y confiar en tu niña. Practica el arte de la espera. Espera un minuto más en pensar antes de pasar a la acción. Pregúntate cómo de grave es realmente lo que está pasando. Ser paciente te hace fuerte. Merece la pena intentarlo.
La vida le regalará una cura de humildad brutal acompañada de sus primeras arrugas, un nuevo tinte de pelo y algún que otro kilo de más (nunca estará lo suficientemente delgada). El punto de inflexión vendrá cuando tenga su primera reunión de antiguos alumnos y se vista con su mejores galas, peinada de peluquería y mostrando la mejor sonrisa. Recordará constantemente la persona que fue, para lo bueno y para lo malo, se volverá una mujer radicalmente disciplinada (lo lleva dibujado en la cara) y… ¿vegana convencida?

Es cierto que todo eso pasará. Nada dura eternamente.

Coco.

Fuente de la fotografía: Pinterest.

Los amigos y los promedios

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¿Eres consciente de que a medida que creces, la amistad es lo que se desvanece con mayor facilidad?

Necesitamos el tipo de amigo que comprenda nuestros pensamientos y debilidades, para que podamos sentirnos bien para bajar la guardia y estar cómodos con quienes somos.

Nunca negaré que también queremos divertirnos con personas con las que podemos hacer los tontos un rato.

La vida con su día a día nos satura y nos enseñan a ser siempre serios y maduros en el trabajo y en la vida como adultos. Y así todos los días, que sería de nosotros sin los amigos con los que poder hacer los gilipollas un rato, y de esta forma recargar las pilas para seguir viviendo la vida de adultos. (Esta siempre es la excusa perfecta para pegarse un buen fiestón)

Yo también necesito amigos que me ayuden a aclarar mi mente, de esos que te meten una leche mental con sus conversaciones.

Todos somos un poco imperfectos, a veces estamos confundidos y en nuestras cabezas reina el caos.

Por ejemplo, muy a menudo nos sentimos frustrados en el trabajo y no estamos muy seguros de por qué, pero después de compartir nuestras confusiones con amigos, de alguna manera resolvemos las cosas y tenemos la mente más clara para volver al trabajo.

Un amigo que nos hace pensar, que nos da consejos constructivos y nos hace preguntas puede inspirarnos a resolver nuestros problemas y a conocernos mejor a nosotros mismos.

Recuerda que: Eres el promedio de las cinco personas con las que pasas la mayor parte del tiempo.

Entonces, si quieres crecer, tener éxito o simplemente ser feliz, motivado y positivo, la gente con la que pasas tiempo, sí esos a los que llamas amigos, importan y mucho.

Y a todos estos no los quiero perder como amigos.

Caye

LOS MÁS.

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¿Quién es influencer? ¿Y quién decide qué es lo que influye? Más allá de los números y de las estadísticas, siempre quedarán en el aire estas preguntas.
Para muchos los influencers son personas, o personajes, de todo tipo. No sólo esa gente que aparece vendiéndote productos o enseñándote dónde ir o qué ponerte. Influencers también son los políticos y aquellos que ejercen posiciones relevantes en el campo de la tecnología o de la robótica, por ejemplo. En definitiva, personas que tienen multitud de seguidores en redes (o fuera de ellas) y que pasan a ser una parte importante de otras vidas, tanto para su entretenimiento o como fuente de inspiración.
Visto lo visto parece que cualquiera puede influir pero, sí o sí, somos nosotros los que tenemos la última palabra, distinguiendo entre influyentes de primer o de segundo nivel. Es cierto que el hecho de alcanzar muchos seguidores les da cierto protagonismo y visibilidad, pero eso no significa tener el éxito asegurado.
Todos ellos viven en la misma sociedad que el resto y ese es su riesgo. Es su poder de convicción y el hecho de que muchos sigan sus consejos y su forma de hacer las cosas lo que hace que sumen o resten. Como es también poder despertar el interés. O tener la capacidad de emocionar. Son personajes que gozan de una gran credibilidad y es la confianza de sus seguidores la que les convierte en auténticos líderes. Tanto que si mañana uno desaparece del mapa se cae el tinglado que se había montado a su alrededor.
Pero…¿están todas estas personas preparadas para influir de verdad? ¿O es puro espejismo?
Todos tenemos derecho a participar en ese gran patio aunque muchos de estos influencers lo llevan mal. Y es que la realidad que nos quieren hacer ver estos personajes es mucho menos bonita de lo que parece. Nos venden un ecosistema falso y se crea la ilusión a la que muchos incautos se agarran. Pero tarde o temprano llega un un día en el que la burbuja influencer empieza a desinflarse. Porque influir es muchísimo más que mil seguidores. Si de verdad quieres influir hay que estar abierto a aprender escuchando a los demás, saber qué le gusta y qué no le gusta a la gente. Y rodeándote de quien te inspire. Todo eso aderezado de altas dosis de humildad y empatía de la de verdad, no la de la foto o la del slogan.
Poder mirarse en el espejo de un profesional tiene una eficacia brutal. Referentes en los que reflejarse. Y no hablo de esos que son simple humo y postureo. Tampoco hablo de esos que antes de ser “algo” eran LOS MÁS. ¿Os suena? A algunos los tenemos muy cerca. En el panorama político hay unos cuantos que encajan como anillo al dedo. Eran LOS MÁS divertidos, LOS MÁS cercanos, LOS MÁS humildes y ahora son LOS MÁS falsamente divertidos, LOS MÁS falsamente cercanos y LOS MÁS altamente endiosados. Y…¿Cómo han llegado a cambiar tanto? Aunque su gran error -resultado de un ego desorbitado- es pensar que sus deseos se van a cumplir por el mero hecho de tener una legión de fans, definitivamente la culpa es nuestra y de los pelotas que revolotean a su alrededor en busca de no sé qué. Bueno sí lo sé. En busca de las migajas.
Saber influir BIEN en los demás no todo el mundo sabe hacerlo. Porque no es sólo cuestión de imagen. Tu influencia la deciden los demás. Por eso lo importante no es lo que tú pienses que desean los demás sino lo que realmente quieren de ti. Y por eso debes tener especial cuidado con lo que haces. Hay gente con muchas sensibilidades a la que puedes hacer daño. Y gente que trabaja duro y que es muy valiente a la que no les sirve una cara bonita, promesas imposibles o la palmadita en la espalda. Te siguen porque les interesa lo que dices, lo que creas…y confían en ti.

Grábate eso.

Coco.

Fuente de la fotografía: Pinterest

LA MUJER DE MI VIDA

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La mujer de mi vida se fue pronto. Sin muchas canas. Me confié que iba a estar ahí siempre y…me equivoqué.
Todo queda ya un poco lejos pero ahí sigue. En mi memoria. Recordando esas pequeñas cosas y, a la vez, tan grandes.

Aprendí a mirar a través de su mirada. Esos ojos de lectora insaciable, siempre rodeada de libros.
No era de leer cuentos antes de dormir. Más bien se los inventaba. Y más que contarlos…nos hacía leerlos.
Desde siempre nos enseñó a amar las raíces. Y las tradiciones. Transmitiendo esa cultura que no encuentras en los textos. Tenía una gran memoria y nos contaba cosas que a ella le contaban y ahora ya nadie me cuenta.
Gran cocinera. Irrepetible. Lo estoy intentando pero ya es demasiado tarde. Sólo mi hermana ha heredado sus manos. Si solo pudiera comer una cosa en el mundo…su potaje de garbanzos.
Siempre alerta. Guerrera. De armas tomar. Con mucho carácter…pero mucho más amor.
Su perfume. Cierro los ojos y todavía huele.
Su ir y venir. Esa manera de caminar. El sonido de sus tacones…y esas medias negras por tantos lutos que tuvo que guardar.
Sus manos. Y su letra.
Sentada y cosiendo. Ese sonido metálico de la máquina de coser. Las vainicas, el alfiletero…y su dedal.
En su mecedora.
Cuando camino, mis palabras y mis arrugas me recuerdan eso de: «un día eres joven y al siguiente… ¡cómo me recuerdas a tu madre!» Y aunque no hay una vida igual a otra, a veces pienso que me estoy pareciendo a ella porque hago otras muchas cosas de esas que hacen las madres de toda la vida. Su verdad -con nuestros más y nuestros menos- y su consuelo…mi ejemplo.
Su risa inconfundible. Ella y «mis primeras veces». Sus preguntas y sus consejos, enseñando esa manera tan suya de hacer las cosas. El valor de la independencia, por ejemplo. Grandes lecciones de vida.
Abrazos infinitos y besos con ruido. Ir de su mano como mis hijos siguen haciendo conmigo. Su profunda ternura.

Sentimientos eternos.

Y aunque estoy convencida de que nunca pensó que la vida era otra cosa que lo que le había tocado vivir, se quedó sin cumplir más de un deseo. Le conocí unas ganas locas de disfrutar, distando mucho de querer ser perfecta y enfrentando cada día de su vida con (casi) las mismas fuerzas de la primera vez.

Fue su amor un amor sin grietas ni altibajos. Amor del bueno. Hizo su trabajo y lo hizo bien. Gracias mamá por enseñarme a vivir sin ti.

La maestra de mi vida. Ese instinto materno tan particular y tan suyo. Su voz aún suena en mi cabeza. Porque 18 años después de irse…aún me sigue dando lecciones.

Coco.

Fuente de la fotografía: Pinterest.

El numerito.

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De un tiempo a esta parte estoy entrenándome en el arte de dejar que el mundo vaya a su bola mientras yo voy a la mía, pero después de ver el numerito circense de este fin de semana -y a pesar de que todEs hacemos el ridículo montones de veces a lo largo de la vida- creo firmemente que algunEs siempre nos sacarán ventaja en eso de ser ridículEs. Incluso los hay que se les ha ido la mano y se están pasando de la raya.

No todo el mundo domina el noble arte de la palabra. Es más, algunos lo ignoran por completo…y lo saben. Pero existen esEs otrEs que no son más que una panda de ignorantes convencidEs de que saben mucho más de lo que realmente saben y se creen más inteligentes que la gran mayoría porque su complejo de superioridad, la falta de sentido común que destila últimamente su fina piel y una manifiesta alergia a la sabiduría, les impide ver sus errores.

Aunque las personas son libres de hacerse notar como mejor les convenga, los límites del ridículo son traspasados por muchos. Desconozco qué les lleva a meterse en tamaño berenjenal, aparte de un inexplicable afán por ponerse encima del escenario dando un mitin a base de palabrejas o frases hechas y que lo único que aporta es oírles decir muchas barbaridades. Pero cuando además esos ridículos se creen más inteligentes que nadie e interrumpen nuestra paz mental tocándonos las narices con la que está cayendo, es hora de pararles los pies y recordarles ”El traje nuevo del emperador”. Como le pasaba al protagonista del cuento, no hay disfraz ni camuflaje que pueda ocultarles y, ante el ridículo manifiesto, lo peor que podemos hacer es callarnos. Es el momento de unirnos al coro de las risas porque su conducta no pasa desapercibida. Un ridículo es tonto muy tonto y no lo sabe y…hay que hacérselo saber.

Hacer desaparecer a todos los ridículos que hay en el mundo es algo que llevaría demasiado tiempo y no nos da la cosa para tanto. Además, hacer el ridículo de vez en cuando está muy bien, es sano y divierte. Pero cuando el ridículo es de esa gente que -para más inri- nos representa públicamente, vamos mal. A esos les mandaría un par de meses a las colas del hambre “con pensión completa” (o sea, nada de nada) para que las conocieran en primera persona y convivieran en la miseria en la que viven muchos (demasiados)…y así se les acabara la tontería.

RidículEs del mundo: Tengan más cuidado y no caigan en su propia trampa. Intenten dejar de hacer el ridículo. Todos debemos pensar y escuchar aún más, porque es mejor quedarse callado que creer que sabes más de lo que realmente sabes. Y si no lo sabes…aprende.


Hay que remover conciencias pero no a cualquier precio.

P.D.: ¡Y dejen de tocar las narices!

Coco.

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Los tiempos

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Cada persona es un mundo, y cada uno se rige por su propio sistema solar. Debe ser por esto que para cada uno, el concepto tiempo tenga una percepción diferente.

Siempre me ha pasado que mis tiempos no coinciden con los de los que me rodean. Reconozco que siempre he sido de procrastinar, no es la primera vez que lo digo, pero también es verdad que a veces tengo prisas que los demás no entienden.

Como todo mortal, tengo mi lista de «importantes» y de «urgentes». Lo importante requiere atención máxima y dedicación, lo urgente debe resolverse rápido por lo que los plazos se acortan, y la toma de decisiones requiere más de intuición que de razón, y eso no me gusta demasiado.

Hay ocasiones en las que sufro de parálisis por análisis, me enfrasco en buscar información por querer hacer las cosas de la mejor manera posible, y los de mi alrededor se desesperan, pero yo, pasito a pasito llego a mi destino de manera segura y meditada.

A veces me cuesta transmitir a los que me rodean la importancia de hacer las cosas bien y no rápido, la falta de necesidad de la inmediatez y el valor de la planificación, pero no seré yo quien le diga a nadie cuales deben ser sus prisas.

Hay un proverbio africano que dice «Si quieres ir rápido, camina solo. Si quieres llegar lejos, ve acompañado», así que si quieres llegar lejos, llámame, pero si tienes prisa, no soy la persona a la que debes buscar.

Reyes

WHATEVER!

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Ser pluscuamperfecta. Hacer malabares domésticos. Llegar a todo. No saber qué significa la palabra descanso. Sí a todo. Vivir para trabajar…Duro peaje.
Eso no puede ser. Eso no es más que engañarnos a nosotras mismas. Porque la realidad es otra. La realidad es que muchas de nosotras sonreímos con la boca torcida. Estamos estando sin estar y con las espaldas cargadas de bajón, fragilidad, cansancio, frustración, angustia…¿Te está pasando factura todo esto? Tranquila. Sé de algunas que han pensado más de una vez en querellarse contra el buenrollismo. Pero como la justicia es lenta, ante un futuro tan estresante e incierto como el actual en el que no sabemos qué nos traerá el mañana, de vez en cuando…desconexión. Poner límites. O saber decir ¡NO! ¡Corta por lo sano!

Hay muchas formas de vivir la vida y cada una decide cómo vivir la suya. Hazte la vida fácil. Negar las emociones no hace que se vayan. Ese ejercicio estéril ha ayudado exactamente a 0 personas en la historia de la humanidad. Sin embargo, el amor propio también cura. Nos merecemos lo mejor que la vida tiene y en tiempos de angustia, ansiedad y estrés lo primero es lo primero. ¡El mundo puede esperar!
Recobrar el equilibrio emocional es urgente. Hagamos ciertos cambios. Quizá lo último que se nos ocurra pensar es ponernos una mascarilla y olvidarnos del mundo…pero hagámoslo. Disfrutemos. Simplifiquemos. Mimarte, juzgarte menos, una cita contigo misma, soltar las obligaciones, una recompensa, hacer que te sientas un poquito mejor, no planificar, encender una vela, tomar el aire, respirar y observar, un baño con sales…WHATEVER!
Cualquier recurso parecerá magia pero no lo es. Eres tú que, por fin, te has dado cuenta que la solución está en ti. Cualquier persona es libre de cambiar las cosas y cada gesto suma. Darte pequeños premios no es un lujo. Es…un respeto a nosotras mismas.

¿Os acordáis de Samantha Jones y su mantra: “Te quiero pero me quiero más a mí” ? Pues eso. Ponte las pilas y a ello. Ese poder transformador es absolutamente necesario. Requiere trabajo, pero sí, todavía estamos a tiempo. Deja que se te peguen las sábanas y deja cosas sin hacer. Duerme, sé amable contigo, no cuentes las calorías …y nunca te sientas mal porque querer buscar momentos del día.

¡Eso sí es un chute de amor propio!

Coco.

Fuente de la fotografía: Pinterest.

No entiendo nada

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No entiendo nada, pero ya no se si soy yo, si son los medios de información, o si es este puñetero virus que nos ha cogido cariño y no tiene la mas remota gana de pirarse de una vez.

No entiendo el calendario de vacunación, no entiendo que una vacuna hoy sea buena, mañana mala y pasado buena otra vez. No entiendo que hoy se vacune a los de 80 años y mañana a los de 60 sin haber pasado por los de 69. No entiendo los criterios que se establecen para la compra de unas vacunas u otras, ni para establecer a quién hay que poner a salvo antes.

No entiendo que estando en estado de alarma, sin movernos entre comunidades, con todo nuestro sector turístico agonizando sin saber si podrán llegar al verano para tomar algo de aire, haya 1000 españoles de turismo en Marruecos! De verdad que no puedo entenderlo! y que se quejen por tener que comprar otro billete para volverse antes porque les han cerrado fronteras, lo entiendo menos. ¿Pero qué pasa en este mundo? ¿Que los hay que se creen mas listos que el resto de los mortales o es que las normas no están hechas para todos?

No entiendo que los bares en mi ciudad cierren a las 6 y entonces las terrazas que se pongan de moda sean las de los pisos. No se si es que en mi barrio la gente no se ha enterado de las normas, o es que por seguridad prefieren hacerlo a la vista de todos en vez de esconderse en el salón, pero ya os digo que pudor no tienen ninguno.

No entiendo que haya personas que no se pongan bien la mascarilla o que se la quiten para para toser o estornudar, ¿qué parte de «la mascarilla debe tapar boca y nariz porque es una barrera para que no te contagies y no contagies a nadie» no han entendido?

No entiendo que seamos incapaces de llegar a acuerdos entre personas. Que políticos, técnicos, sanitarios, empresarios y autónomos no consigan entre todos llegar a una solución que nos facilite la vida de forma que podamos permanecer en entornos seguros sanitaria y económicamente hablando.

No entiendo nada de todo esto, así que si alguno de vosotros sabe de alguna fuente de conocimiento a la que acudir para no terminar de volverme loca, os agradecería que me la facilitarais porque de verdad que en esto que nos está pasando ¡NO ENTIENDO NADA!

Reyes

AMIGA

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Si, seguro que estarás pensando que hoy es un super viernes de esos en lo que hay mucho por celebrar.

Cuando cumples años mucha gente se encuentra en la duda de si ponerse melancólico o celebrarlo por todo lo alto. Y tú me enseñaste que eres de esas personas que le gusta celebrar, celebrar con los tuyos con esos con los que no tienes que disimular, ni esconder nada, porque ellos y ellas saben realmente quien eres. Y que siempre hay tiempo para tomar una copa de vino y disfrutar de la copa, de la compañía y de la conversación.

Amiga es tiempo de celebrar, pero también de agradecer… GRACIAS por…

… estar siempre

… saber escuchar

… meter caña en el momento justo y con la precisión de una buena cirujana

… enseñar el camino

… compartir en familia, ¡maravillosa familia!

… por entender los silencios de uno que es de ciencias

… por los abrazos sinceros

… por ayudar

… por tu constancia

… por disfrutar y hacer que disfrutemos

… por ser de esas personas con las que totalmente somos como somos

… por ser inquieta que no inquietante

… por dar siempre lo mejor de ti

… por compartir momentos muy chulos y todos los que quedan por venir

… por los dichos, los hechos y el ejemplo

… por ser única

Voy a parar que igual si sigo no paro y esto habrá que celebrarlo de alguna manera.

Si, amiga muchas Felicidades y recuerda que hoy solo cumples uno.

Caye

SIN ATADURAS

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Pensaba la otra tarde en el paso de los años y me puse de un nostálgico que flipas. Quizás tuve un mal fin de semana. Quizás sea el confinamiento. O que en breve cumplo un año más. No pasa nada. No siempre estamos bien…ni hay que estarlo. Y sé que dejarse llevar de vez en cuando por la nostalgia, esa dulce tristeza por lo que ya no está, es normal. Muy normal. Hay ratos en los que simplemente toca. Y más en los tiempos que corren. Pero aun así…
De pronto me vino a la cabeza que mi yo más joven nunca hubiera imaginado que habría llegado a los taytantos viviendo una vida mucho más simple de lo que imaginé. Mi yo joven también pensaba que la madurez me traería ese equilibrio tan sobrevalorado. Pero no. Llegada a los taytantos, ni lo uno ni lo otro…y ni falta que hace. Me he dado cuenta de que no quiero nada de eso. Ninguna vida es rectilínea y mis planes tampoco deben serlo. El cosquilleo de lo desconocido me sigue gustando más. Y escuchar esa vocecita dentro de ti que te dice que hagas travesuras, que te diviertas, que lleves la contraria o que vayas por otro camino me hace sentir requetebién.
Esos recuerdos agridulces que siempre acompañan a la nostalgia no todos son de color de rosa. Hubo obstáculos y algunos difíciles de sortear. Otros no eran como esperaba… ¡incluso fueron mejores! Pero cada uno de ellos, los buenos, los malos y los regulares, forjaron mi carácter. ¡Tienes que romper huevos para hacer una tortilla! ¿O no?
La nostalgia es poderosa. Esa tarde, dondequiera que miraba, veía desorden y miles de giros inesperados: cambios de vida, amores a primera vista, oportunidades de trabajo…Algunos amigos se mudaron a lugares insólitos. Otros han tenido crisis espirituales. Y tengo conocidos que, con sólo una llamada de teléfono, se embarcaron en proyectos profesionales completamente diferentes de lo que tenían pensado. ¡Bendito desorden! Porque el desorden nos muestra que la vida se vive y el mundo gira mientras que el perfeccionismo, la vida sin sobresaltos, no deja de ser más que una forma mezquina de vivir.
Hay quien dice que volver atrás no vale de nada. Que la nostalgia funciona. Y sí. Bien llevada te remueve. Pone a prueba nuestra resistencia y nos recuerda que pueden (y deben) quedar cicatrices. Que nadie es inmune a esta locura llamada vida. Pero que de ninguna manera hay que dejar la ilusión, el cosquilleo. A veces sólo basta con fingir que estás emocionado. Al fin y al cabo el cerebro no es más que un músculo fácil de engañar y, si sonríes, cree que estás contenta y te hace sentir mejor.

Yo, de momento, a mi cerebro estoy enseñándole que cualquier tiempo pasado fue… pasado. Aún no sé muy bien cómo pero me gusta lo que veo. Y dicen que cuando una mujer se mira al espejo y le gusta lo que ve, se siente fuerte y sonríe más. Si eso es así, hoy por hoy, me siento cómoda en mi piel. Más que nunca.

Prohibido caer en trampa de la nostalgia. Saborear lo bueno de ayer sin ataduras y vivir bien es la mejor venganza y, cuando se llega a ese punto, todo es posible…incluso con un año más.

Amo mis taytantos. Eso es lo que soy ahora. Más que suficiente ¿verdad?

Coco

Fuente de la fotografía: Pinterest.

¡A SUS PIES!

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¡ A SUS PIES!

Como casi todo lo que pasa en este último año, “la culpa” es del p…virus. Del virus a la mascarilla y de la mascarilla a…Rosa Escandell. Menos de los 6 grados de separación que, según wikipedia, prueba que cualquiera en la Tierra puede estar conectado a otro a través de una cadena de conocidos que no tiene más de cinco intermediarios para conocer a este pedazo de mujer. ¡Unos privilegiados, oiga!
Cuando fuimos a conocerle no teníamos ni idea de a quién nos íbamos a encontrar. Bueno, algo sí sabíamos de ella, pero cuando la tienes frente a frente y narra, tras la mascarilla y con su fuerte mirada, los gestos de sus manos y un tono de voz que contagia, cómo ha sido su vida y lo que ha vivido, te das cuenta que no tenías ni idea de la persona que es.

Rosa, después de mogollón de años trabajando en la banca para otros y con un “yo puedo hacer cosas para ayudar a los demás” dando vueltas en su cabeza, se pone manos a la obra. Empezó pisando fuerte, en Kenia. Puso en marcha ADCAM (Asociación de Desarrollo, Comercio Alternativo y Micrócrédito), una ONG para las mujeres artesanas masai. Todo un homenaje al trabajo que hacen con sus manos. Ellas aportaban el diseño y la asociación se encargaba de la venta. Así se ha creado una escuela y un campamento al que acuden voluntarios que quieren conocer el proyecto de primera mano.
En 2007, mano a mano con su madre (no hay mano mejor), dió un paso más y se fue a la cárcel de Villena para poner en marcha el Programa de Reinserción de Mujeres (PRM). Esa fue la semilla: enseñar a coser a las reclusas como medio de abrirles camino en el mundo laboral real. Creando empleo y un futuro para las más vulnerables.
Un año después nace su marca, la marca Malas Meninas, que es la verdadera tarjeta de visita de la empresa. Su moda es moda consciente y hacen de todo: productos textiles, uniformes laborales o regalos de empresa. Han fabricado para La Oca o Coronel Tapioca, entre otros.
Pero lo suyo va más allá de una venta. Lo suyo no es una empresa en la que se repartan dividendos. Todo lo que ganan lo invierten. Por eso, de pronto, un día se dio cuenta que el trabajo de esas minorías nunca llegaría a buen puerto sin inversores. Ella había empezado el círculo, pero para completarlo y que siguiera adelante, necesitaba compañeros de viaje “potentes”. Ahí entró la Fundación Juan Perán Pikolinos. El primero de muchos. Sin embargo, trabajar con ellos les obligaba a un altísimo nivel de profesionalidad y competitividad y eso Rosa lo cuida mucho. Y lo cuida tanto tanto que les otorgaron el sello de calidad GOTS (Global Organic Textile Standard), siendo la única empresa europea que lo posee.

Todo este periplo hace que A- PUNTADAS sea, hoy por hoy, la empresa de referencia de un nuevo modelo empresarial.

Rosa hace que las cosas pasen. Sabe que aún tiene mucho trabajo por hacer, que deben hacer crecer la marca y seguir vendiendo sus productos. Y no es fácil. Hay mucha gente necesitada. Pero Rosa, junto a su equipo, siguen viendo las necesidades de los demás y les dan valor social. Ahí está la clave.
La confianza en uno mismo. Arriesgar y apostar. Olvidarte de ti y mirar lo que la gente realmente necesita o ser tú el cambio que quieres ver en el mundo. Estas son las cosas que de verdad importan. Y todo eso y más es Rosa.

Rosa Escandell, por quitar barreras, por tu trato humano, por inspirarnos…¡A SUS PIES!

Coco.

La fotografía está hecha en un rincón de A-PUNTADAS.

Ese rincón esconde miles de fotografías del poblado masai. Poblado donde Rosa empezó a liarla. Ahí lo dejo.

Dame más

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Parece que algunas personas no tenemos nunca suficiente, y siempre estamos buscando más.

Más alicientes, más motivación, más retos, más cosas que hacer para demostrarnos a nosotros mismos de lo que somos capaces.

Hay quien le pone metas a su esfuerzo físico, y escala, entrena, rema, corre o pedalea cada día más. Pone su cuerpo a prueba y se exige, y consigue vencer sus miedos, y va avanzando, superando límites y proponiéndose nuevos objetivos… más resistencia, más definición, mayor capacidad, más victorias contra los demás o contra uno mismo que se catalogan siempre como triunfos.

Pero existe otro tipo de personas que en vez de exigirle a su cuerpo, le exigen a su mente. No es tan raro encontrar uno de estos, lo que pasa es que nos camuflamos bien.

Si, yo soy de esos raros a los que el deporte ni fu ni fa. Y no, no es que me pase el día en el sillón, es que a mi lo que me pone es aprender.

Llámame rara pero mi mente nunca está satisfecha. Siempre hay algo por aprender. No me confundas con una empollona, porque nada más lejos de la realidad. No es que me guste enterrarme entre libros y dejar de relacionarme con el mundo, no me gusta «estudiar por estudiar», lo que me gusta es aprender.

Me gusta leer, si, me gusta poner mi mente a prueba, me gusta saber cosas, me gusta hacer cosas útiles: aprender idiomas, estudiar la carrera que siempre quise y en su momento no pude, investigar acerca de las nuevas tendencias para ser mejor en mi trabajo, preparar una oposición por lo que pueda pasar… el caso es no estar parada.

Mi mente siempre pide más, y yo no lo veo tan raro. Lo bueno de hacer esto por gusto y no por obligación es que los tiempos los marco yo. Si hoy puedo y quiero, lo hago, pero ante cualquier contratiempo no me siento culpable. Si hoy la prioridad es otra, pues se atiende a lo importante, que de aprender siempre estamos a tiempo. El caso es no parar nunca de hacer cosas, no me gustaría sentir que he «perdido el tiempo».

Hay quien dice que la facilidad de aprendizaje es un don, pero yo creo que es más un hábito. En esto también se parece al deporte, cuanto más fondo tienes, más fácil es alcanzar la siguiente meta; lo que cuesta es arrancar, pero una vez puestos, no dejaremos de decir «dame más».

Reyes

De marzo a marzo…

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Todo cambió el 11 de marzo del año pasado. Ese día se declaró la pandemia de la COVID-19. El virus que marcó nuestras vidas. El planeta entero se paralizó. La vida se detuvo en seco. De marzo a marzo…un antes y un después.

De marzo a marzo, el terrible precio que se ha cobrado el bicho demostró la fuerza de la naturaleza y la debilidad del ser humano. Fue ese marzo cuando una bacteria decidió que el mundo ya no volverá nunca más a ser igual.
De marzo a marzo, un año de emociones. De ir contracorriente, de daño. Con ansiedad, miedo, insomnio, depresión, angustia, tristeza…cansados y agotados. De no poder ver a nuestros mayores, ni despedir a los fallecidos. El drama del paro, la crisis, los ERTES…
De marzo a marzo cifras terribles de muertos, miles de contagios y los hospitales colapsados. Demasiadas muertes…y sumando. En nuestra memoria queda esa cita de las 8 de noche, desde ventanas y balcones, para rendir homenaje a sanitarios, enfermeros, limpiadores, camioneros y…al cajero del súper de la esquina. No han sido pocos los que terminaron contagiados durante su trabajo. Demasiados profesionales dándolo todo. Porque los héroes SÍ son de carne y hueso. Cuando salgamos, no nos olvidemos de esto.
De marzo a marzo unas nuevas normas que nos marcaron para siempre. El gel, las videollamadas, calles desiertas, bares cerrados, el teletrabajo, la comida a domicilio o el toque de queda…¡No sin mi mascarilla!
De marzo a marzo, improvisando, tanteando, probando una vez y otra hasta dar con la fórmula. Viviendo a cámara lenta. De forma diferente a la que nos habían enseñado y acostumbrado, echando de menos la antigua rutina. Esa misma rutina que tanto nos agotaba hace un año resulta que era algo bueno. De marzo a marzo ha vuelto la paciencia y la humildad.

Y así una lista interminable de sentimientos, día sí y día también.

Porque…
De marzo a marzo algo hemos aprendido. (¡ojo! algunos no han aprendido nada de nada). Hemos leído y escuchado. Nos hemos acostumbrado a oír que ha habido cosas que no se han hecho bien. Nos hemos dado cuenta que no nos gusta estar solos. Hemos comprobado que nunca debemos dar nada por sabido, que todo puede ponerse patas arriba de un momento a otro. Que éramos felices y no lo sabíamos. Hemos entendido, grabado a fuego, que nuestras decisiones no sólo nos afectan a nosotros. Nos afectan a TODOS y TODOS debemos ser parte de la solución. Que aún queda mucho camino por recorrer (a pesar de que ya llegaron las vacunas) y que mientras tanto…seguiremos aprendiendo.
De marzo a marzo, hemos visto que la crisis viene con oportunidades. La oportunidad de disfrutar de lo que nos estábamos perdiendo en el día a día. Que cada día cuenta y que somos más fuertes de lo que pensamos. Que lo digital, criticado sin freno, ha sido lo que nos ha mantenido unidos con nuestra gente. Que todo está en continuo cambio. Que vivir con menos es posible. Que unidos somos más fuertes…valorar lo importante.

De marzo a marzo, dudo que esta lista tenga fin. No sabemos si la pandemia nos ha hecho mejores, pero sí que hemos tenido que aprender a marchas forzadas y…con hambre de abrazos.

P.D.: De todo se aprende.

Coco.

Fuente de la imagen: Pinterest.

Gjensynsglede

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Hoy he sentido Gjensynsglede como diría un buen noruego.

La situación actual nos esta haciendo que nos autolimitemos en muchas de las cosas que antes eran muy normales.

¿Hace cuanto que no abrazas a alguien cuando lo ves?

Esto solo podría ser uno de los muchos ejemplos de cómo están cambiando nuestras vidas en este último año.

Yo no se vosotros, pero a mi hay cosas que me superan, y que realmente mi mente todavía no entiende.

¿No os ha pasado que por sorpresa ves a alguien al que llevas mucho tiempo sin ver y al reencontrarte, sea por sorpresa o planeado, te llevas una alegría tremenda?

Pues ese es el resumen de mi semana, semana de reencuentros y de muchas alegrías, pero alegrías de esas que las sientes por dentro y las expresas por fuera. Conversaciones sinceras como si no hubiese pasado el tiempo y darte cuenta que a pesar de los pesares seguimos siendo los mismos.

 ¡Y si, nos dimos un abrazo!

Así que ya sabes menos quejarte y más Gjensynsglede.

Nota: Gjensynsglede es alegría de reencontrarse con alguien después de mucho tiempo sin verlo.

Caye

¡EL LISTO!

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¡Ya está aquí! ¡El listo que todo lo sabe!
Ya apareció ese que se cree en posesión de la verdad y día sí, día también, se autoproclama amo y señor de todos los derechos para condenar al resto. Domina todos los temas aunque no tenga ni idea y, desde su ignorancia, habla como si fuera el especialista. Sabe tanto que ya es imposible enseñarle más. Con él no necesitas a google. Y si no sabe (cosa rara, según él) cambia las reglas y dicta otras. Sufre de intolerancia a que se le lleve la contraria y utilizará cualquier excusa para ridiculizar a otro.
Se llama ególatra y se idolatra a sí mismo por encima de todos y todo. ¿Os suena?

Un sobrado estúpido, seguro de sí mismo, que no tiene ni idea de lo que es la modestia (su autoestima siempre se mantiene muy alta aunque él siga sin hacer absolutamente nada para mejorar sus mediocres resultados) y antes de decir “ME EQUIVOQUÉ” dispara a su alrededor y dirá que la culpa es de los astros, o de los dioses, si hace falta. ¿Os acordáis del “YO NO HE SIDO” del cole, cuando éramos pequeños? Pues eso.

Está tan endiosado que se permite dar lecciones al resto de la humanidad, sea cual sea su nivel de conocimiento. No necesita aprender de nadie. Es tan atrevido en su estupidez que le lleva a sentirse superior frente a los demás. ¡Sabe más que el maestro! Su soberbia no admite que le lleven la contraria y siempre quiere tener la última palabra dando órdenes o dando golpes antes de haberlos recibido, haciendo del buen rato un suplicio, envenenando la convivencia y el buen rollo. Escucharle un “LO SIENTO MUCHO” es tan difícil que cuando le oyes no te lo crees porque antes sacará pecho y peleará con uñas y dientes que hace su parte, que la hace muy requetebien y que si no sale bien no es suya la culpa. ¡La vieja costumbre de culpar al otro!

Están repartidos por todos rincones. No importa dónde. Y mientras estén solos, allá ellos. Pero cuando eres una tropa, y en algunos ambientes, es insufrible. Tiene el ego tan crecido que su opinión es una verdad absoluta y no se da cuenta que si la cosa no funciona es porque todos somos parte del problema y de la solución y que los egos se deben quedar en casita. Porque lo correcto, si hay algo que no marcha, es ver qué ha pasado y proponer soluciones. ¿O no? Pues no. Parece que no. Parece que mola mucho más echar balones fuera, señalando con el dedo a diestro y siniestro o ridiculizando hasta la humillación en lugar de buscar lo mejor de cada uno. Crea tensiones sin necesidad, pone en contra a los compañeros y hace que el resto acabe hasta los h…

Definitivamente, el ser humano sigue cayendo una y otra vez en ese peligroso sentimiento a largo de los últimos tiempos: la egolatría. Esa supuesta perfección que se ha apoderado de algunas personas desde que el mundo es mundo y para la que no hay vacuna que valga.
¡Lástima!

Coco.

Fuente de la fotografía: Pinterest.

MUJERES

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Mujeres, niñas, madres, abuelas, tías, sobrinas, hijas, amigas, parejas…

Todas celebramos hoy nuestro día y lo hacemos por nosotras y por las que no lo pueden hacer. Por las que ya no están y por las que no tienen ese derecho.

Cada una lo celebrará a su manera, y la mía es esta. Compartir contigo estas líneas para que pienses en la trascendencia del día y para que te acuerdes de las que ya no pueden celebrarlo y de las que no lo harán nunca.

A día de hoy seguimos luchando por una igualdad de derechos, de salarios y de trato que aún vemos lejos, y ponemos el foco en nosotras y en las que nos rodean: nuestras familiares, nuestras amigas, las mujeres que nos rodean en nuestro día a día.

Para tener una mejor visión de algo, hay que contemplarlo en su entorno, y alejarse un poco para poder observar. Si me alejo en el tiempo veo todo lo que ha conseguido la generación anterior a la mía, que no podía trabajar sin permiso de su padre o su esposo, que no podía abrir una cuenta bancaria y que no podía si quiera votar y entonces les doy las gracias a ellas. A nuestras madres o abuelas, por ser pioneras, por conseguir lo más difícil, que era entrar, ahora el mantenernos con las mejores condiciones es cosa nuestra.

Si me alejo en la distancia física y me voy a otros países, veo que aún les queda mucho por recorrer. La mujer no va a la escuela, trabaja en casa, se encarga de los hijos y del marido, del hogar y del ganado y además no cuenta absolutamente para nada. Incluso en países desarrollados, las mujeres son consideradas una carga, y a las pruebas me remito. Reivindiquemos nuestros derechos por ellas.

Pero no olvidemos que nuestra reivindicación debe estar todos los días presente. No quiero decir con esto que andemos con la escopeta cargada todo el día analizando comportamientos y buscando micromachismos por todas partes, sino que seamos capaces de estar en nuestro sitio.

Creámonos lo que somos: MUJERES, personas con identidad propia, con vida familiar, profesional y personal (las parcelitas que decía el otro día mi amiga Esther.) Conservemos cada una de estas áreas y hagamos por mantener el equilibrio entre las tres para no dejar de ser nosotras y convertirnos en la sombra de otros.

Y lo más importante de todo: EDUQUEMOS EN IGUALDAD. Está en nuestra mano que nuestros hijos y nuestras hijas crezcan en igualdad. Que cuando sean mayores no tengan que hacer reivindicaciones frente a las desigualdades de género. Que tengan sus «parcelitas», que sean responsables de sus casas, sus trabajos y sus hijos, que concilien sin que nadie les tenga que hablar de cuotas, de derechos o de obligaciones, que sean ellos los que tengan la necesidad de hacerlo y entiendan que en las familias todos tenemos la misma responsabilidad.

Está en nuestra mano, olvidémonos de princesas y caballeros y criemos PERSONAS, fuertes, valientes y decididas. Si son hombre o mujer, que sea lo de menos.

Reyes

FIN

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“Y, después de aquel día, el lobo ya nunca pudo ser feliz del todo. Aprendió que hay gente mala, capaz de juzgar sin tener idea. Y así le condenaron…a cadena perpetua”.

Pero…¿Y si el resulta que el lobo era vegano? Seguramente hasta ahora nunca se te ocurrió que podría haber sido así. Imagina que Caperucita no era tan buena como parecía. Imagina una Caperucita no tan inocente. Porque…¿Tú a quién oíste? ¿A Caperucita? ¿Al lobo? ¿O a los animalitos del bosque? ¿Tuvo el lobo alguna vez la oportunidad de contarte cómo se sentía siendo el malo del cuento? Seguramente para él no era fácil cambiar de vida. Nadie le quería. Todos le tenían miedo. Nadie se le quería acercar ni jugar con él…¡Abre la mente!

La historia, la vida (y los cuentos), siempre tendrán dos versiones. Una, la que cuenta Caperucita y otra, muy diferente, la versión lupina. Todo depende de a quien creas. Y la historia, la vida (y los cuentos), se construyen también con las aportaciones de los animalitos del bosque, de los amigos, de los enemigos, de los afines y de los detractores. Todo suma. Los amigos de uno se vuelven jueces del otro, los extraños se vuelven portavoces de lo ajeno y todos se convierten en dueños y señores de muchas verdades, de verdades a medias, de tonterías y de mentirijillas sin intención (o con toda la del mundo). Todos se vuelven expertos en aportar, inventar o…enmerdar. Porque informar mal también hace daño y para algunos es tan simple como criticar porque sí.
A partir de ahí, viene todo lo demás. Le tocaba al lobo pelear su verdad y demostrar que tenía razón. Lo que pasa, y esto es de Primero de Primaria, es que los cuentos siempre tienen villanos (aunque no siempre sean los malos) y ganarse el título de malo de la película es fácil. Vende más. Con ese panorama, el lobo decidió callar. Peroooooooo…entonces el tiempo hizo lo que mejor hace: pasar y, aunque la historia la escriban los vencedores, el tiempo da voz a los vencidos. Y hoy el lobo, con su silencio a lo largo de todos estos años, tiene un club de fans que ya quisiera Caperucita. Definitivamente, la paciencia es la madre del karma.

MORALEJA: Escuchad y callad. Dejad que Caperucita y el lobo arreglen sus cosas (o no) sin que vosotros metáis las narices enmerdando. Podéis mirar y hablar, pero solo cuando hayáis escuchado a las dos partes. Si vais a criticar con la escopeta bien cargada, buscad la verdad. No caigáis en el gran peligro de las historias únicas. Hay mucha gente haciéndolo bien. Aprended de ellos. Es fácil.
Y tú, por favor, escucha la otra versión y si quieres saber qué pasó, pregúntame. Si no quieres preguntarme, calladit@ estás más guap@.

COLORÍN, COLORADO…¡Déjate de cuentos!

FIN

Coco.

Fuente de la ilustración: Pinterest.

No hace falta saberlo todo

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Cuando era pequeña, oía a los mayores decir: «ese(a) es un sabelotodo», y no parecía que lo dijeran con mucho cariño. Saberlo todo no estaba bien visto, pero es que además era imposible. No somos Hermione Granger, aunque a algunos nos gustaría.

En un momento en el que todas nuestras habilidades cuentan, las empresas necesitan «chicos y chicas para todo» pero ya no por habilidades sino por actitud.

Mirando ofertas de trabajo, te das cuenta de que se necesitan personas con conocimientos de CEO y voluntad para poner cafés. Que digo yo, que ni lo uno ni lo otro. Está bien que la generación que se incorpora al mercado de trabajo esté mejor formada que las anteriores, pero no les pidamos milagros para luego no reconocerles el trabajo, en palabra y en hechos (si, me refiero al sueldo).

Los jóvenes de edad, y los que lo somos de espíritu, estamos siempre dispuestos a aprender, a saber más cosas y a saber hacer más cosas, pero por muchas ganas que le pongamos, hay habilidades que es imposible adquirir por mucho que lo practiques. Eso si, aprender de los procesos de trabajo de nuestros compañeros para saber por dónde va cada uno y cómo podemos obtener el mejor resultado de un trabajo en equipo es fundamental.

Al final ponerse en el lugar del otro es lo que mejor nos va a dar una visión lo mas ajustada posible de la realidad del trabajo de cada uno y de sus conocimientos, pero por favor, no caigamos en el error de pensar que somos mejores que los demás.

A lo largo de mi vida profesional me he encontrado con algún «espécimen» que por haber estudiado una carrera determinada se cree con el derecho de hablar a los demás con superioridad, y no hay nada que me moleste más.

No somos nadie sin los que nos rodean, eso hay que tenerlo muy claro, porque no, no hay que saberlo todo, lo importante es tener el teléfono de quien lo sabe.

Reyes

¡Con ración doble de palomitas!

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En estas olas que vivimos, y que ya no sé si ésta en la que estamos es la 3ª, una prolongación de la 2ª o los inicios de la 4ª, muchos seguimos buscando nuevas válvulas de escape. Algunos no sabíamos lo que era pasar tantas horas seguidas en casa y hemos tenido que partir de 0 en cada ola.
La pandemia nos está enseñando, ola va ola viene, que lo más importante de nuestras vidas está muy cerca y no cuesta nada. Le ha dado la vuelta a nuestro ritmo de vida y nos ha regalado pequeñas cosas y descubrimientos que nos mantienen entretenidos. Con la cuarentena nuestro tiempo se multiplicó y nos dio la oportunidad de hacer cosas que antes, en la rutina diaria, no podíamos ni imaginar.
De hecho, a base de olas, hemos demostrado tener la asombrosa capacidad de adaptarnos a la nueva situación y normalizarla hasta el punto de que algunas cosas nos tocará hacerlas por primera vez y otras, aunque ya las hubiéramos hecho muchas veces, las haremos por primera vez de nuevo y las disfrutaremos. Volveremos a disfrutar de las cosas de antes (con sus defectos incluidos) y a redescubrir lugares que teníamos olvidados en un rincón de la memoria. Porque ahora resulta que no, que la rutina esa que tantos nos desgastó y que perdimos de golpe ahora hace un año era…nuestro bienestar. Y que esa esquina de nuestra ciudad por la que tantas veces hemos pasado con prisas y sin mirar, resulta que ahora es nuestro escondite favorito.Y es que el confinamiento no puede hacer que desperdiciemos lo poco bueno que pueda traer esta situación, ya sea tiempo para los nuestros o para disfrutar de nuestra soledad. Y esos ratos hay que llenarlos con largos paseos, juegos o abriendo cajones y vaciando armarios llenos de recuerdos. O desgastando el sofá con libros apasionantes y petando Netflix…¡con ración doble de palomitas!

Me gusta pensar que todo pasa por alguna razón.Y que esto está pasando para descubrirnos una nueva forma de crear puentes entre los nuestros, donde hablamos y nos hablan, donde escuchamos y somos escuchados.Y que, aunque se rompan tus planes, siempre hay Plan B.
Algo es algo.

Imagino que todo esto será un mecanismo de defensa porque, aunque nosotros paremos, nuestra cabeza nunca para y pensar en todo lo que estamos perdiendo…duele mucho.

Coco.

Fuente de la fotografía: Pinterest.

Confía

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En ocasiones llega la vida y te sorprende. Puede ser un mensaje, una llamada, o mil, pero te das cuenta de que tu entorno confía en ti y ve cosas de las que tú no eres ni siquiera consciente.

Normalmente estamos atrapados entre la confianza en uno mismo, el ego, la humildad, la autoestima, y la autopercepción y no nos damos cuenta de lo que proyectamos.

Viene muy bien saber lo que otros opinan de ti, para bien y para mal, para corregir lo malo y reforzar lo bueno. Para que nos bajen los humos o para que nos suban la autoestima, sobre todo para esto último.

Igual que te tomas una tarde para hacer deporte, ir a la pelu o dormir la siesta, tomate una tarde para trabajar en ti, echa la vista atrás y mira todo lo que has conseguido, seguro que te sorprende ver cuánto has cambiado en los últimos 10 años, sobre todo en este último. Y ponlo en valor, dale la importancia que merece, ¿pensabas hace 10 años que ibas a estar así?.

Date cuenta de lo que la gente te quiere, de lo que te valoran, que todo el mundo no es igual que tú, que ya se que tienes tus defectos, pero ¿qué hay de tus virtudes? están ahí! estaban antes y seguirán estando!

Confía en ti, que los demás ya lo hacen y en eso te están ganando.

Reyes

¿Amigo?

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Uno de los muchos aspectos problemáticos de la era moderna es la desaparición de la amistad. Si bien los términos amigo y amistad pueden ser utilizados con bastante facilidad hoy en día, no suelen significar amistad en su sentido más profundo y original. Más bien, usamos los términos para referirnos a conocidos en lugar de amigos.

La verdadera amistad tiene profundidad, historia y estabilidad.

La verdadera amistad es desear el bien a otro como a ti mismo.

La verdadera amistad requiere vivir cosas juntos.

La verdadera amistad tiene pensamientos y sentimientos comunes, voluntad y acción.

La verdadera amistad se disfruta sin prisas.

La verdadera amistad implica mucho más que el conocimiento de conocidos.

Es fácil empieza a preguntar a la gente que te rodea cuántos amigos tienen. Seguro que te dicen de una manera muy expresiva ¡Oh, tengo muchos amigos! Pero realmente no te están entendiendo. Así que reformularía la pregunta: ¿Cuántas personas en este planeta saben casi todo sobre ti? ¿Cuántos saben que está aquí ahora y por qué? ¿Alguno de ellos te ayudó a conseguir este trabajo? Ya veras como las respuestas evasivas empiezan aparecer.

Nuestra actividad diaria nos lleva por todas partes. Ya sea en coche, en tren y especialmente los aviones, muchas personas ya no limitan sus actividades a su ciudad natal o lugares cercanos. Pueden viajar un par de horas cada día y participar en actividades lejos de casa irte a una reunión a otro país y volver a casa a la hora de cenar. Es posible que ni siquiera compres en el supermercado de al lado de casa. Parece que todos tenemos mucha prisa por llegar a otro lugar.

Cada vez menos personas tienen verdaderas amistades, algo cada vez más raras en nuestra cultura actual.

Hay muchas razones para esto.

La gente de a día de hoy es bastante móvil. Cada vez menos personas crecen, viven y mueren en la misma ciudad, e incluso aquellos que tienen en un mismo sitio te dirán siempre lo que les ha cambiado la vida en los últimos años.

La idea de tomarse un café, o desayunar tranquilamente nos parece rara. Y las pocas veces que nos tomamos nuestro tiempo para conversar y cosas así, generalmente es en los bares ruidosos donde la comunicarse es bastante difícil.

Y más con la que esta cayendo que ahora todo es no tener contacto físico, me niego a no disfrutar de una llamada, a no contarte mis historias, a que no me escuches, a que no me abraces, a que no nos descojonemos juntos, a que no planeemos cosas juntos.

Sí me niego, por que tu si que eres mi amig@.

Caye

TENDER LA MANO

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¡La que habéis liao, pollitos!¡Vaya trasiego de mascarillas llevamos por vuestra “culpa”!

Desde que la semana pasada Reyes escribiera “EL EFECTO MARIPOSA”, un batallón de bacalaos y una legión de solidarios se pusieron en marcha. Han sido días sin parar, recibiendo mensajes y llamadas pidiendo colaborar como sea, con y sin mascarillas. ¡Vivan las mariposas y viva cada uno de vosotros!
Tender la mano a quien no conoces, en los tiempos que corren, es un valor que escasea. Y vosotros, entre unos y otros, habéis tejido una red de solidaridad para que una pequeña niña masai pueda, durante un año, ir a la escuela con todos los gastos que eso significa en un país como el suyo. Vosotros seréis los responsables de que ella pueda tener cole, alojamiento, manutención completa y actividades extra escolares. Como cualquier otro niño de vuestro barrio, vuestra calle o vuestra ciudad. ¡Cómo sois! ¡Y todo por vuestra “culpa”! Porque vuestro gesto no ha sido sólo comprar unas mascarillas que molan mucho. Lo vuestro va más allá. Vuestro gesto va de eliminar barreras. De invertir en las personas. De luchar contra la desigualdad. De solidaridad…frente a incertidumbre.

Hay muchas maneras de ser solidario. Desde la más pequeña a la más grande, desde la puntual hasta la más comprometida. Todas suman. La solidaridad está en cualquier rincón. Y al alcance de cualquiera. Parece fácil pero no. Hay que tener conciencia. Conciencia de que cada gesto solidario contribuye a conseguir un mundo más justo donde todos podamos disfrutar de los mismos derechos. O, por lo menos, tenerlos al alcance de la mano. Conciencia de que cada persona pobre merece una oportunidad para superar su pobreza. Y por eso, en toda esta historia la OTRA mejor noticia es que, en los momentos malos, siempre hay alguien que saca lo mejor de sí. Porque cuando un corazón se activa y pone en marcha la maquinaria de la humanidad, crea cadenas de solidaridad y ésas son las cadenas humanas más bonitas que existen. Una experiencia que contagia y que no tiene límites porque la solidaridad…puede mover el mundo.

Si hemos conseguido cambiar una vida con las mascarillas -o sin ellas- ha sido gracias a vosotros. Lo que hemos construido con vosotros en estos días, nuestro granito de arena, es…vuestro granito de arena. Y os confieso que por muchas palabras bonitas que he buscado, no es nada fácil ponerle palabras a este sentimiento. Es más. Si hiciera una lista con el nombre y apellidos de cada grano de arena, nunca estaría completa. Dejaría en el tintero a más de un@. Y eso no es justo. Sois una lista viva y sé, porque está pasando, que seguirá creciendo. Una lista donde la solidaridad y el agradecimiento brillan. Como todas las cosas bonitas de este mundo.

GRACIAS.

Coco.

La fotografía la he «robado» del muro de Pedro López Serrano, con su permiso. Él tendió la mano. Igual que vosotros.

El efecto mariposa

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«El aleteo de las alas de una mariposa se puede sentir al otro lado del mundo». Este proverbio chino es el origen, junto a las investigaciones del matemático y meteorólogo Edward Lorenz, de una de las más cinematográficas teorías físicas: el efecto mariposa.  Según este concepto vinculado a la Teoría del Caos, el aleteo de un insecto en Hong Kong puede desatar una tempestad en Nueva York. National Geographic

Esta es la manera que tenemos para explicar cómo una serie de acciones que en principio se consideran sin importancia terminan provocando un efecto considerable que no parece corresponderse con la situación o elemento que lo empezó. Y esto es lo que nos ha pasado a nosotros, los Bacalaos.

Todo empezó de la manera más habitual, compartiendo un vino y unas risas entre nosotros tres. A Caye un amigo le había regalado unas mascarillas personalizadas con «Te Conozco Bacalao» de las que nos hizo entrega a Coco y a mi, y entonces Coco tuvo una idea maravillosa. «¿Por qué no hacemos mascarillas de los Bacalaos para los nuestros (amigos, familia, personas cercanas de nuestro día a día que sabemos que nos siguen y a los que queremos una barbaridad)?» Y ese fue el aleteo de la mariposa.

El siguiente paso fue buscar proveedor, y a mitad de camino entre Elche y Alicante se encuentra A Puntadas, una empresa de inserción laboral que se dedica a la confección textil industrial y a la venta de merchandising responsable, que dirige nuestro amigo Pedro (que nos debe un post, pero este es otro tema). El caso es que le pedimos presupuesto a Pedro, negociamos con él, le regateamos, lo mareamos todo lo que está escrito y más… que si son muy caras, que si queremos poquitas, que no tenemos dinero, que es navidad y tenemos muchos gastos… y Pedro, corazón de buen alma nos dice «¿Pero es que no las vais a vender?» y no, no lo pensábamos ni de lejos, porque no es nuestra labor, porque nosotros tenemos este blog por amor al arte, porque nunca hemos pensado en monetizarlo, porque sabemos que estáis ahí pero no pensamos en el volumen de visitas que tenemos, ni en nada por el estilo.

El caso es que después de esta explicación Pedro volvió a la carga y nos hizo la pregunta clave: «¿Y si las vendéis con un fin benéfico?» y ahí nos despertamos del todo! Claro! Seguro que si es así nuestros amigos estarán encantados en colaborar. Y empezamos a pensar cómo elegir una ONG a la que ofrecer nuestro beneficios. Y aquí entra la economía circular: Pedro colabora con ADCAM, una asociación sin ánimo de lucro de ámbito internacional cuyo objetivo es desarrollar programas de educación, salud, desarrollo sostenible, microcrédito, comercio justo e igualdad de género y, en definitiva, mejorar situaciones de dificultad en las poblaciones más desfavorecidas del mundo. Nosotros ya conocíamos la asociación por otros amigos que colaboran con ellos y lo vimos claro, ¡esta era la nuestra!.

ADCAM tiene varios proyectos y nosotros hemos elegido colaborar con la escuela de primaria y máster para niños/as Masais que tienen en el corazón de la sabana Keniata. Es más, gracias a la colaboración de nuestros familiares y amigos, hemos conseguido el importe suficiente como para sufragar todos los gastos de un alumno durante un año, lo que ellos llaman un «apoyo completo», que incluye cubre el costo de escuela y residencia de uno de los alumnos provenientes de zonas más alejadas (costo básico de escolarizaciónalojamientomanutención completa y actividades extra escolares).

El efecto del aleteo de la mariposa es que a día de hoy os podemos anunciar a bombo y platillo que ¡lo hemos conseguido!. Que somos muy felices por nosotros, por vuestra colaboración y porque hoy, que es el Día Internacional de la Mujer y la Niña en la Ciencia, sabemos que una niña masai va a tener acceso a formación gracias a todos vosotros.

Solo podemos dar las gracias a todos y cada uno de los que han intervenido en este proceso: al que le regaló las mascarillas a Caye y provocó la idea de Coco, a Pedro y las personas de A Puntadas que realizaron nuestras mascarillas, a quien nos hizo unas fotos molonas de nuestras mascarillas y a todos y cada uno de los que habéis contribuido a este proyecto que es nuestra primera acción social.

Nunca subestiméis el efecto de vuestras acciones, por pequeñas que sean pueden mejorarle la vida a alguien que tengas al lado o en la otra punta del mundo.

Reyes, en representación de Los Bacalaos.

Y…despertaron.

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Mi profe yogui se iba a casar en Abril. Evidentemente no pudo ser y cambiaron la fecha. Sería en Noviembre. Tampoco pudo ser. El bicho arruinó sus planes personales y profesionales, pero por el camino decidieron darle la vuelta a las cosas. El bebé vendrá primero y la boda será después. El niño nacerá el mes que viene y ya se le cae la baba sólo de pensarlo. Hasta que llegue el momento no hay día que no nos enseñe las ecografías para que veamos a su retoño mientras nos machaca a sentadillas a través de zoom (nuestro nuevo tatami).
Mi amiga Vero, una enamorada de la moda y emprendedora desde la cuna, dice que ha aprendido mucho con las diferentes crisis que le ha tocado sortear en su boutique. Es una hoja de ruta que conoce bien. Ha recibido reveses de todo tipo y este del bicho no va a ser menos. Ella le resta importancia. En el camino ha decidido seguir al pie del cañón comprando cosas bonitas para sus clientas pero con mucho cuidado para no equivocarse mucho. Mientras tanto, sueña con la llegada del primer nieto.
Ana no necesita presentación. Sus fotos lo hacen por ella. Lo lleva en la sangre. Fue su madre la que le enseñó el oficio. Toda una vida de “entrenamiento” le ha hecho que hoy esté fuerte. Ahora, como de momento no hay bodas ni bautizos ni comuniones -y mientras eso vuelve (que volverá)- ha decidido dar una vuelta de rosca y cambiar de registro apostando por San Valentín, el día del Padre o shooting para profesionales y…¡lo está petando!
Nachete acaba de empezar en el mundo de la gastronomía. Su especialidad es la japo. Sabe que la comida y los alimentos dan placer. Por eso ha decidido apostar por ofrecer experiencias gastronómicas y seguir dando placer a sus clientes a través de WhatssApp. Un mensaje y te prepara el menú que hayas elegido montado como lo presentaría en el restaurante, con los dips aparte para añadirlos al plato en el último momento y así no prescindir del máximo disfrute.

Todos ellos, y muchos más, tenían grandes sueños por cumplir pero el virus vino y les recordó, uno por uno, su fragilidad. Sus vidas cambiaron para siempre y sus planes también. Tuvieron que aceptar que todo iba a ser diferente a partir de ahora. Y que tocaba seguir adelante volviendo a demostrar toda esa capacidad de resistir que tienen e ingeniárselas para poder dar a sus clientes lo que se merecen en un escenario cada vez más limitado por las restricciones y el distanciamiento.
Ellos, antes de dar todo por perdido y tocar fondo, decidieron parar los motores pero con las ideas sin dejar de fluir. En esta situación que está cambiando el mundo, la principal lección vivida en sus carnes fue que no podían permitirse el lujo de esperar la ayuda de otros dejando que el tiempo pasara. Y…despertaron. Ese espíritu luchador tan suyo fue el que les dijo que por supuesto que tenía sentido continuar pero sabiendo que seguir adelante no implicaba una vuelta a la normalidad.

Todos ellos han dicho SÍ a reinventarse desde el aislamiento. SÍ a las nuevas oportunidades. SÍ a no dejarse llevar por el pánico y SÍ a creer en ellos mismos. Los cuatro, y muchos más, nos han demostrado que cuando no sabes qué te deparará el futuro puedes sacar lo mejor de ti mismo aunque no lo creas. Y la mejor manera de hacerlo es encontrar en otros ejemplos la fuerza que te falte, estudiando qué estabas haciendo bien y mal antes y después del coronavirus y analizando todos los escenarios posibles en lugar de limitarte a uno solo.

Cada uno, a su manera, son un claro ejemplo de que cuando vengan mal dadas, en situaciones complicadas, toca que aprendamos de nuestra experiencia, de la de los demás y reinventemos el mundo. Veremos que la reinvención es la respuesta aunque vaya de la mano del riesgo. Es…cuestión de supervivencia.

Coco.

Fuente de la fotografía: Pinterest.

UN AÑO

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Un año ya desde que vino un alemán a La Gomera y le dieron el título honorífico de “Primer caso de coronavirus en España”. ¡Pobre alemán! Desde entonces hay un antes y un después. ¡Cómo ha cambiado el cuento para más de uno!
El virus nos sorprendió a todos a pesar de saber que ya iba “asomando la patita” en China pero -como dijo algún ¿experto?- nunca pensamos que llegaría aquí para quedarse. Nos parecía una amenaza sin importancia. Pero así fue. Llegó, se quedó y nos pilló en bragas. Vimos que no solamente los seres humanos tienen la capacidad de cambiar el rumbo de la historia sino que si una mariposa bate las alas en Wuhan, alguien muere en el polo opuesto. Y eso obligó al planeta entero a ir adoptando medidas y adaptando las vidas, pero todo el mundo llegó tarde. España también.
El bicho, las mascarillas, los geles, todo eso y más, nos han cambiado radicalmente. De aquellos abrazos y besos tan nuestros, tan efusivos, tan latinos y tan mediterráneos hemos pasado al codo, a la distancia y a la frialdad, todo en aras de mantener la salud nuestra y de los que nos rodean. Y, aunque muchos lo hemos hecho lo mejor que hemos podido, se han cometido errores por parte de todos.
La desinformación y las mentiras han estado presentes desde el primer día. O mejor dicho, antes del primer día. Todo eso por no hablar del placebo político al que nos hemos visto sometidos: aplausos, buen rollismo o promesas de vacunas para todos. Y las promesas…pasan factura. Doce meses de pandemia cuyas cicatrices son más de un millón de muertos y miles de personas sin empleo (y subiendo). Hoy la enfermedad se multiplica y las vacunas se vuelven parte del problema. Las calles están vacías, miles de negocios cerrados y los hospitales desbordados. Son tiempos de dolor. Nos tendrían que haber dicho que algo insólito estaba pasando y que nuestro mundo iba a cambiar por culpa de un virus. Comunicar con veracidad y sin tapujos el avance de la enfermedad quizás hubiera evitado algo de dolor. (Perdonad aquellos que se sientan ofendidos por estas palabras. Al fin y al cabo, culpar a otros es típico del ser humano).
Un año después el virus aún sigue muy presente. Nos tiene de rodillas. A sus pies. Y es importante no olvidar esto: El daño que ha hecho el confinamiento será mayor que el ocasionado por el bicho. Somos primates. Humanos en cautiverio con el nerviosismo de todos a flor de piel. Y esta enfermedad necesita la medicina del calor humano.
Somos seres necesitados de otros y como en las crisis no hay sólo perdedores, la fuerza de los lazos familiares ha sido la gran triunfadora en la lucha contra el virus. Los padres ahora pasamos más tiempo con los hijos. Cosas que antes hacíamos deprisa y corriendo. Y hemos descubierto que con el encuentro virtual nos comunicamos mucho más que antes. Nos hemos conocido un poco más y estamos más unidos que nunca con aquéllos que de verdad nos importan.
Un año después no podemos regresar a la normalidad, porque la normalidad es el problema. La vida normal tardará aún un tiempo en volver y eso si no hay contratiempos por el camino. No podemos cambiar lo que está pasando sencillamente porque no depende de uno, pero sí nuestra respuesta frente a ello. Todos estamos en esta batalla. Y todos, ricos o pobres, viejos o jóvenes, somos uno y formamos parte del mismo hogar, el planeta Tierra. Somos una gran familia, lo que significa que cada persona es responsable del otro. Y debemos grabarnos a fuego que estamos juntos en esto.
Un año después, hemos visto cómo la pandemia ha sacado lo mejor y lo peor del ser humano. Aún no sabemos a lo que nos enfrentamos y darnos cuenta de que no tenemos el control absoluto ha sido una lección de humildad tremenda. Eso nos ha obligado a encontrar soluciones, a aprender de los errores y ver lo bueno que nos rodea. Hoy somos más generosos y solidarios que nunca. Hemos visto grandes ejemplos de humanidad que han ayudado en estos tiempos revueltos. Y hemos sido los primeros humanos capaces de inventar una vacuna en apenas diez meses.
Y aunque un año después es difícil escribir cosas positivas en pandemia, si buscas…encuentras.

Coco.

Fuente de la imagen: Diario de Canarias.

Me preocupa

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Me preocupa, y no poco, el uso que hacemos de las redes sociales.

Me preocupa porque es una ventana abierta al mundo que muchas veces dejamos abierta sin ser conscientes de que al otro lado hay miles de ventanas indiscretas desde las que nos observan.

Me preocupa sobre todas las cosas el uso y abuso de niños y adolescentes que se produce en las redes, y lo difícil que es convencerlos a ellos y a sus padres de la influencia que estas redes ejercen en su día a día. Como ejemplo os diré que la noticia de la niña que se suicidó por seguir un reto en TikTok me llegó al alma, pero el comentario de una amiga a cuya hija acosaron por Instagram me hizo el mismo daño o más.

Me preocupa que pensemos que cuando algo es accesible a todos, es porque es fácil de usar, que estamos a salvo porque nuestro entorno lo usa, y que no necesitamos consejo ninguno, pues no somos menos listos que los que nos rodean y además «esas cosas solo pasan en la tele», hasta que pasan en la habitación de al lado y no nos hemos dado cuenta.

Me preocupa también el uso profesional de las redes sociales. Hay quien se dedica a usar las redes para ganar dinero, y no me parece nada mal, pero hagan ustedes el favor, sean PROFESIONALES! Sepan ustedes que por bombardearme de likes no voy a seguir sus cuentas, que entrar a mi perfil y ver 20 notificaciones de una cuenta de una empresa no va a hacer que despierte mi interés, sino todo lo contrario, no la voy a bloquear porque no merece tanto, pero para empezar voy a ponerla en cuarentena y por supuesto que no le voy a dar «follow back».

Me preocupan los youtubers que no quieren pagar impuestos, pero me preocupa más que las marcas consideren que la gestión de influencers es una buena estrategia de marketing. Si, lo siento, yo también soy antiinflunecer. Y eso no quiere decir que no siga determinados perfiles y que los encuentre fuente de inspiración, sino que me niego a la política de las «egobloggers» desde que empezaron con esto hace mas de 10 años.

Me preocupa que las redes sociales sean un caramelo para todos del que nunca leemos la composición ni las instrucciones de empleo.

Me preocupa que leas esto y no sepas que me puedes preguntar lo que quieras, que para eso estoy en el otro lado.

Reyes

Por H o por B

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La pandemia está pasado factura a todos pero lo de los jóvenes es otro cantar. Sus vidas han cambiado radicalmente. Estaban acostumbrados a un cómodo estilo de vida y ahora resulta que van a vivir peor que sus padres. Es lo que viene siendo «cambiar las reglas del juego a mitad del partido».

Ya de por sí la juventud es una etapa complicada, pero el bicho la está haciendo todavía más difícil. Son una generación entre crisis, con un desafío sin precedentes. Porque si antes eran “la generación perdida” por culpa de la economía, ahora son “la generación del confinamiento” por culpa del coronavirus. Una generación que, por H o por B, lleva toda la vida con la palabra crisis en la boca. Llevan años oyendo esa palabra todos los días. A todas horas. Y si en la primera crisis les preocupaba acabar la carrera o hacer las prácticas, con la de ahora ni si quiera saben si podrán hacerlo. Nuestros jóvenes están, como es lógico, preocupados por su futuro. Ansiedad, insomnio, aislamiento social…Esta historia del virus les va a impedir hacerse cargo de su propia vida, van a tener que trabajar de cualquier cosa menos de la que les gustaría y algunos no van a poder cortar el “cordón umbilical” porque les ha tocado volver a casa de sus padres. Otros vivirán el resto de sus días con el sentimiento de que los años de formación que han acumulado no les van servir de nada. Un futuro desolador por donde lo mires.

Sin embargo, no todo está perdido. Porque, aunque siga habiendo ninis descerebrados a los que habría que darles “jarabe de palo”, afortunadamente son muchos los que están dispuestos a asumir riesgos. Y porque, por las mismas razones, estamos ante una generación preparada para afrontar lo que venga después de esta pesadilla que están sufriendo. Se niegan a ser la «generación perdida»…¡y con toda la razón! Estos jóvenes postpandemia, precisamente por culpa de la pandemia, han sido sometidos a un estrés de tal nivel que ellos solitos han generado unos recursos psicológicos muy valiosos y un aguante a prueba de bombas. Son una generación muy preparada, casi diría que la mejor preparada, y no les dan miedo los obstáculos ni los retos porque está dispuesta a lo que haga falta con tal de salir adelante.

Saldrán más fuertes y más maduros que nosotros cuando tuvimos su misma edad porque están viendo, y viviendo, cómo la vida no es el camino de rosas que alguna vez les contaron. Y que hay que luchar. Saben que hay que luchar. No les queda otra. Y saben que si las cosas suceden así…es por algo.

Coco.

Fuente de la fotografía: Pinterest.

No pedimos tanto

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No pedimos tanto, lo único que queremos es acabar con el puñetero virus.

Que levante la mano quien no haya tenido pesadillas con la situación, ¿Tú? Pues que suerte!

Por aquí andamos todos paranoicos. El que no conoce un caso conoce mil y el que no lo ha vivido en sus propias carnes lo ha sufrido en su casa. El caso es que el virus esta «all around» y nosotros ya no sabemos que hacer para evitarlo.

Nos quedamos en casa voluntariamente, pedimos comida para llevar para apoyar a la hostelería, hablamos con los amigos que tienen comercios para seguir comprándoles cosas aunque sea en diferido y seguimos los consejos de nuestros amigos sanitarios porque su vida está aún más expuesta que la nuestra y los queremos vivos!

Poco nos queda por hacer más allá de dar apoyo a los que han contraído la enfermedad, y de realizar labor de «evangelización» convenciendo a los incrédulos o tratando de llevar a buen puerto a los descarriados.

No son tiempos de Tinder, de botellones, de fiestas en casa ni de excursiones al campo. Es tiempo de quedarse en casa, de comer y beber como hacíamos en marzo, de partidos de futbol en el pasillo y de videollamadas con familia y amigos.

Es tiempo de cuidarse, de cuidarnos y de cuidar a los que lo necesitan. Dejemos de ser egoístas y cuidémonos todos a todos.

Yo me quedo en casa otra vez, por mi, por ellos y por vosotros.

Reyes

Soy positivo

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La verdad es que como han cambiado nuestras mentes cuando oyes esta frase, “Soy positivo”.

A muchos les tiembla el cuerpo, otros lo asumen con resignación y otros como yo lo asumimos en consecuencia.

Porque sí lo soy, soy positivo. Ya bastante amargado hay por la vida como para no serlo.

Reconozco que mi optimismo es mucho mas real que impalpable, siempre soy consciente de que las cosas no siempre salen bien, pero si hay problemas en vez de quedarme con ellos y los cenizos que los provocan, vamos a buscar soluciones. Calma, reflexión, tolerancia y aceptación puede ser la formula.

Esta claro que es fácil ser positivo cuando las cosas te van de cara, pero me niego a ser negativo y rendirme cuando las cosas van de culo. ¡Siempre mucho más y mejor en todas las ocasiones!

Recuerda que me niego a la connotación de ser positivo actual ya que estamos en tiempo de ser positivo y no dar positivo.

Cuidaros todos y por cierto ya lo he pedido unas cuantas veces ¿alguien puede hacer que vuelva el verano?

Caye

«SIN LUCES EN LA CALLE»

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Si digo que el post de hoy es de Manolo Medina, a algunos, no les sonará mucho. Pero si digo que es de Manolo «el de TWENTY», o «el de LA LOGGIA», la cosa cambia. Él es un empresario alicantino muy conocido y especializado en el mundo de la moda con grandes éxitos a la espalda. Visión emprendedora, trabajador inagotable, luchador nato y muchas cosas más son la clave de su secreto. Pero por encima de todo le honra su humanidad, su sensibilidad a flor de piel y ser gran amigo de sus amigos. Hoy pone letra a sus sentimientos y escribe para…los taberneros.


“SIN LUCES EN LA CALLE”


“¡Ayyyyy amigo! Qué triste es todo cuando los hosteleros ahora, y taberneros antes, ya no estáis. He recorrido lentamente la alicantina avenida del Historiador Vicente Ramos, de rotonda a rotonda y dos veces, para darme cuenta de lo importantes que sois en el ir y venir de nuestras vidas. De las vidas de TODOS.

Sin vosotros las calles están vacías, tristes. Cuando vas andando ves que el día, además, se acompaña con el grisáceo de la luz entre la lluvia. Detrás del atardecer no hay ni una luz. Está todo apagado. Y, sin luces en la calle, la gente deja de caminar porque para qué va a ir y venir si no tiene a donde ir ni con quien departir. Sólo queda…irte a casa.

Ya nos quitaron los abrazos, ahora nos quitan los encuentros y, poco a poco, nos van quitando todo. Sólo nos dejan la melancolía y el deseo de que esto pase pronto y podamos sentir la sensación de que estáis ahí siempre, como siempre está el hostelero dispuesto a ponerte desde la caña al café, con todo lo que se haya de poner por medio. Y espero que, por el bien de todos, pronto os dejen abrir todo el día y te dejen trabajar como a ti te gusta, porque si no, nos vemos cerrados con vosotros, TODOS.

Un abrazo y al menos con esto, descansa”.

Manolo

Fuente de la fotografía: Pinterest.