El numerito.

De un tiempo a esta parte estoy entrenándome en el arte de dejar que el mundo vaya a su bola mientras yo voy a la mía, pero después de ver el numerito circense de este fin de semana -y a pesar de que todEs hacemos el ridículo montones de veces a lo largo de la vida- creo firmemente que algunEs siempre nos sacarán ventaja en eso de ser ridículEs. Incluso los hay que se les ha ido la mano y se están pasando de la raya.

No todo el mundo domina el noble arte de la palabra. Es más, algunos lo ignoran por completo…y lo saben. Pero existen esEs otrEs que no son más que una panda de ignorantes convencidEs de que saben mucho más de lo que realmente saben y se creen más inteligentes que la gran mayoría porque su complejo de superioridad, la falta de sentido común que destila últimamente su fina piel y una manifiesta alergia a la sabiduría, les impide ver sus errores.

Aunque las personas son libres de hacerse notar como mejor les convenga, los límites del ridículo son traspasados por muchos. Desconozco qué les lleva a meterse en tamaño berenjenal, aparte de un inexplicable afán por ponerse encima del escenario dando un mitin a base de palabrejas o frases hechas y que lo único que aporta es oírles decir muchas barbaridades. Pero cuando además esos ridículos se creen más inteligentes que nadie e interrumpen nuestra paz mental tocándonos las narices con la que está cayendo, es hora de pararles los pies y recordarles ”El traje nuevo del emperador”. Como le pasaba al protagonista del cuento, no hay disfraz ni camuflaje que pueda ocultarles y, ante el ridículo manifiesto, lo peor que podemos hacer es callarnos. Es el momento de unirnos al coro de las risas porque su conducta no pasa desapercibida. Un ridículo es tonto muy tonto y no lo sabe y…hay que hacérselo saber.

Hacer desaparecer a todos los ridículos que hay en el mundo es algo que llevaría demasiado tiempo y no nos da la cosa para tanto. Además, hacer el ridículo de vez en cuando está muy bien, es sano y divierte. Pero cuando el ridículo es de esa gente que -para más inri- nos representa públicamente, vamos mal. A esos les mandaría un par de meses a las colas del hambre “con pensión completa” (o sea, nada de nada) para que las conocieran en primera persona y convivieran en la miseria en la que viven muchos (demasiados)…y así se les acabara la tontería.

RidículEs del mundo: Tengan más cuidado y no caigan en su propia trampa. Intenten dejar de hacer el ridículo. Todos debemos pensar y escuchar aún más, porque es mejor quedarse callado que creer que sabes más de lo que realmente sabes. Y si no lo sabes…aprende.


Hay que remover conciencias pero no a cualquier precio.

P.D.: ¡Y dejen de tocar las narices!

Coco.

Fuente de la fotografía: Pinterest.

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