¿Y si…?

El examen de la niña, no llegar a fin de mes, el gobierno y los gobernantes, etcetcetc.. Y así podría seguir hasta el infinito y más allá convencida de que todo lo peor va a pasar y al final no pasa porque no todo está en nuestras manos.
En esta vida hay 2 tipos de preocupaciones: las que dependen de ti y las que no. Y con estas últimas es tontería perder el tiempo. El sentido común dice que lo suyo sería un término medio pero nosotros, Don Erre Que Erre, recurrimos día sí y día también a la eterna pregunta que revolotea alrededor de nuestras cabeza: “¿Y si…?”.
Afortunadamente no todos somos así pero sí a todos nos preocupa algo. A veces llevamos demasiado sobre nuestra espalda y queremos controlar el mundo que nos rodea. Eso no es bueno ni malo. Simplemente es necesario. El ser humano tiene la necesidad de preocuparse pero en exceso…no hace milagros.
¡No te comas la cabeza!
En los tiempos que corren el nivel de exigencia con uno mismo cada vez es más alto y eso hace que estemos en constante alerta. Sin parar de darle vueltas a todo. Pero, por más vueltas que le des, no aparecerán las soluciones y sí tendrás más arrugas, más canas, insomnio y te subirá la tensión hasta entrar en un círculo vicioso de difícil escapatoria.
¡Vaya panorama!
Y es que conforme nos hacemos mayores vamos a ver cómo la vida es lo que es y la aceptamos tal cual. Con sus luces y sus sombras. Y nuestras preocupaciones serán sólo para esas cosas que realmente merecen la pena: la salud, el amor, nuestra gente…Con eso es suficiente. Admitamos de una vez que no podemos vivir en ese estado de preocupación constante.
Dicen que la clave está en mantener las preocupaciones a raya y, aunque las cosas no dejen de importarnos así como así, hay que aprender a relativizar y priorizar. Bailar a nuestro ritmo. No al que marquen otros. Hagamos lo que tengamos que hacer y no lo que otros quieran que hagamos. Ni lo que esperen los demás de nosotros. Apaga el cerebro de vez en cuando y…¡Hakuna Matata!

No iremos a la luna ni tendremos la fortuna de Amancio Ortega y no pasa nada. Y lo más gordo de todo es que …¡nos hará felices!

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