Una Conversación a Tres Bandas

“Mamá: ¿Qué es la sensualidad?”. Así, sin más, mi hija me pregunta qué narices es eso de la sensualidad.

Sí, tengo dos maravillosas hijas adolescentes que están empezando a conocer un nuevo mundo, ese que existe más allá de lo que era hasta ahora el nido de papá y mamá. Los largos paseos por el mundo de la adolescencia traen a casa preguntas como esa. Hasta aquí todo en orden, incluida la pregunta. Pero ahora llega la segunda parte. Cómo explicarle lo que quiere saber con la más absoluta sinceridad y utilizando un lenguaje que le llegue y le “llene”. Afortunadamente nuestra relación, fuera del momento de “subidón de hormonas que no me soporto ni yo”, es mucho más que aceptable. ¡Y menos mal!

Al oír la pregunta, rápidamente se incorpora la otra adolescente con cara de “¡esto promete!” y, cómo no, la conversación prometió. Ya lo creo. Una conversación a tres bandas cargada de confidencias y muchas risas.

No se me ocurrió mejor manera de empezar el tema diciéndoles que cada uno entendemos la sensualidad de una manera, y la mía es muy mía, por lo que si había algo que no les gustara o convenciera directamente ¡a la papelera! Una vez dejado claro que no íbamos a hablar de ciencias exactas, arranqué y les solté: “vosotras sois sensuales”. Entraron en shock y un grito de “mamáaaaaaaaaaaaaaaaaa” que llegó hasta el bar de la esquina. Yo, ni caso. Pensé: “Coge carrerilla y adelante”.

A ver niñas, la sensualidad es un privilegio de los seres humanos. Solo nosotros podemos disfrutar de los pequeños placeres a través de los sentidos y ser conscientes de ello. Sensual es aquel que disfruta tocando, oliendo, viendo, oyendo y saboreando lo que la vida le presenta. ¿Innato? No. ¿Fácil? Tampoco.

Ser sensual implica saber jugar con los cinco sentidos. Y sentir. Y emocionarse. Sensual es saber disfrutar del mundo de una manera especial. A través de los sabores, de las texturas. A través de unos acordes, unas risas o el sonido de un beso. Con una mirada o un paisaje. Oliendo a tu pareja o un perfume que lleva notas de recuerdos.

Los sensuales son toda una raza que sienten y se emocionan con cada paso que dan. Descubren y hacen cada día único. Y, claro, este tipo de gente llama la atención. No estamos acostumbrados a rodearnos de personas que disfrutan de los placeres de los sentidos y cuando en nuestra vida se cruza un sensual, despiertan pasiones. El sensual atrae al resto de la tribu. Son almas que provocan sin ellos saberlo, solo con sus pensamientos. Le delata su personalidad, su sonrisa, la mirada que te dedica. Sí esa que te hace sentir único. Le traiciona la manera que tiene de acariciarte, a veces solo con la voz. El magnetismo de los sensuales es tan atractivo que solo quieres estar a su lado.

Silencio. Las niñas me miran y yo me pregunto: “Prueba superada ¿o no?” No hay preguntas. Hay reflexiones, sus reflexiones. Pensamientos compartidos en voz alta.

Una de ellas, de repente, dice: “Está claro. Ahora lo entiendo. Es como…estar enamorada.  Pasa que cada caricia, cada mirada o cada palabra son diferentes a las del resto del mundo”. “¿Pero, y si no lo estás?” Pregunta su hermana. La respuesta, contundente: “¡Como si lo estuvieras! ¡Te lo inventas!”

Lo que pasó después…es otra historia.

Coco

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