STOP

¡STOP! ¡Ya ha llegado mi querido otoño!
Es en una noche de equinoccio cuando la luna iguala al sol y a partir de ese momento irá ganándole la batalla, día tras día…
Hay cosas que irremediablemente te recuerdan que llegó, para algunos, la estación más triste del año. Es cierto que el otoño lleva de la mano un toque de melancolía. Los días son más cortos, las hojas de los árboles caen y en nada aparecerán los castañeros por las esquinas de la ciudad. Y aunque el verano deje su huella durante algunos días más resistiéndose a marchar, las caras morenas dan paso a un tono aceituna en la piel porque el sol ya no calienta igual. Atrás quedan el color verde y los días de calor. Ahora los árboles se desnudan y serán los marrones, amarillos, rojos y naranjas los colores de nuestras vidas.
Yo soy una otoñista de la cabeza a los pies. Estoy cargada de buenas razones para recibirle, cada año, con una sonrisa. El otoño es uno de los mayores espectáculos de la naturaleza. A lo largo de todo este tiempo me ha enseñado que ahora tocan tres meses con la luz más bonita del año, el veranillo de San Miguel, el fresco de las mañanas, el Puente del Pilar y el de Todos los Santos. Vuelven miles de olores y sabores, las tardes domingueras de sofá, manta, peli y palomitas y las trufas de chocolate.
Las estaciones hacen que un mismo lugar se vuelva distinto y es en otoño cuando más poderosos son los cambios. La pena es que las prisas de la vida diaria nos impidan disfrutar de él como se merece. Es la mejor época del año para dejar ir y recargar cuerpo y mente contemplando lo que pasa a nuestro alrededor. ¿Sabíais que es ahora cuando el renacuajo se transforma en sapo o rana? Nacen las calabazas, las setas o las nueces. Huele a leña, a tierra mojada y a incienso. Llega el momento de volver a tirar de la lista de deberes, de los nuevos propósitos, retomar la dieta, el ejercicio y algún que otro giro de guión. Son tiempos de reflexión. Al fin y al cabo los cambios son necesarios.
Dicen que es la estación del amor porque arrastra la magia del verano de una forma más serena. Los estudiosos de estas cosas también afirman que es en otoño cuando los niveles de testosterona en los seres humanos son más altos. Creen que la relación entre el estado emocional y los meses de otoño está científicamente probada. Y yo también lo creo.
El otoño es terriblemente romántico. Todo es más amor con un manto de hojas secas bajo nuestros pies, de esas que crujen al pasar. Parece como que las emociones y la naturaleza vayan de la mano. La época en la que la literatura nos ha contado cientos de historias que giran a su alrededor. Poetas, escritores, músicos y cantautores cayeron rendidos a sus pies, como yo… que me casé en otoño.

Otoño. Emociones humanas en estado puro.

Coco.

Fuente de la fotografía: Pinterest.

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