¡OS CONOZCO BACALAOS!

Soy muy espontánea. O eso dicen.

Ya de jovencita mi padre siempre decía que me perdían las formas. Y aunque creo que con el tiempo he conseguido dominarlas algo, nada como preguntar a los que me conocen de cerca para que os digan si es verdad.

Lo confieso: Para mí una de las cosas más difíciles que hay en eso de los sentimientos es saber expresarlas correctamente. Y aunque ya no soy aquélla jovencita, sigo pensando que cualquier emoción que reprima se me puede volver en contra por muy buena intención que haya. ¡Hay que darles rienda suelta!

Y es que de todos los defectos del ser humano, la falsedad me parece uno de los peores. Nunca he sido más infeliz que cuando me he quedado con los brazos cruzados y la sonrisa boba viendo cómo alguien me decía “cari” a la vez que me enseñaba el colmillo. ¡Me supera!

¡Ojo! ¡No me confundáis! Eso no quiere decir que, aun siendo como soy defensora de la libertad de expresión, haya que dar rienda suelta a la lengua sin freno. Criticar porque sí es una actividad peligrosa. De alto riesgo, diría yo. Y, además, la máxima expresión de la estupidez. Ganas nunca nos faltan pero llega un momento en que no te lleva a ningún sitio. No estoy hablando de un sentimiento menor pero, a veces, para lo único que sirve es para demostrar lo poco que conocemos los principios básicos del temperamento humano.

Nada ni nadie nos exige un diploma en simpatía, ni la sinceridad es sólo una obligación cristiana. Pero estaréis conmigo en que puede ayudarnos en muchas más ocasiones de las que pensamos. De vez cuando hacer uso del “miéntele y dile que le quieres” puede salvarnos el culo de algo peor pero aplicar eso de “donde las dan las toman” como estrategia para conseguir sentirte también funciona. Tan importante es sentirte bien como saber guardar las formas. Hablo de usar la educación, la simpatía y demás cosas del palo aunque sea para atacar al “enemigo”. ¿Lo pilláis?

Aunque creáis que no, hay mucho más en juego de lo que parece. La guerra no es buena para nadie y lo más importante…LA CRÍTICA CONSTRUCTIVA NO EXISTE.

Por ejemplo: en una conversación cualquiera, donde las opiniones sean diametralmente opuestas, hay que saber ser lo suficientemente capaces para encajar “el golpe”. Por muy desagradable que sea lo que dicen de ti. En este sentido, busquemos siempre el lado bueno de las cosas y pensemos que incluso la información que nace de la crítica más cruel te puede descubrir “por dónde pierdes agua”. Pensad que con las críticas tenemos a gente trabajando para nosotros “gratis”. Nada como saber que las críticas existen, que están ahí y de dónde vienen, que no tener ni puñetera idea de ellas y no poder pararlas. ¿A que ahora sí lo pilláis?

A casi nadie le gusta que le digan que las ideas que tiene son equivocadas. Pero por salud mental, y emocional, todos tenemos que estar abiertos a opiniones diferentes. Está claro que no gusta lo malo que dicen de uno pero a veces perder un ratito con esa gente nos ayuda a conocernos mejor. Nos da una ligera idea de a quién no quieres parecerte.

Con una pequeña dosis de humildad y buen trato podemos desarmar a nuestro crítico más feroz. Cierto es que no todo el mundo sabe hacerlo pero TODO el mundo es capaz de hacerlo. ¿Lo habéis probado? ¡Quizás hoy sea un buen momento para hacerlo!

Pensad que, a lo mejor, es más fácil que lo que hacemos ahora. Al fin y al cabo somos animales de costumbres y a todo se acostumbra uno. Cada uno de nosotros sabemos de qué arte valernos en cada momento. O cuales son nuestros puntos fuertes en determinados ambientes.

No. Tampoco se trata de hacernos budistas. Es más simple que eso. Con no enfadar a nuestro “amado contertulio” es suficiente. En cualquier caso no hagáis trampas ni vayáis de lo que no sois porque… ¡os conozco bacalaos!

Coco.

Fuente de la fotografía: Pinterest.

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