Veo a Sharon Stone por la alfombra roja de Cannes y sigo poniéndome de los pelos cuando oigo a unos y a otras (de todo hay) que los hombres maduran y las mujeres… ¡envejecen! Una clara muestra de que queda mucho camino por recorrer. No estoy segura de dónde viene el problema, pero realmente es una vergüenza que esto pase. Porque, aunque el tiempo altera cada centímetro de ti, para algunos no es lo mismo cuando las canas las lleva un hombre o una mujer. Los hay que siguen en instalados en la copla esa de que para una mujer lucir- o no- canas es más que un problema de peluquería.
¿Qué se espera de nosotras? ¿Que dejemos de envejecer? Y si es así… ¿en qué momento se nos permite a las mujeres aparentar nuestra verdadera edad?
A veces caigo en la tentación de creer que es difícil ser mujer y aceptar la vejez porque, por mucho que digan que los 60 de hoy son los 40 de antes, envejecer no es de las tareas más fáciles a las que nos tenemos que enfrentar. Llega un punto en que desaparecemos y dejamos de ser vistas porque ya no somos jóvenes, bellas y sexualmente apetecibles y pasamos a ser mujeres con cuerpos de señora, cuerpos flácidos que envejecen. Pero -aviso a navegantes- somos mujeres que llevamos vidas completamente normales (el sexo incluido), mujeres que han aprendido la lección y han tomado el control sintiéndonos físicamente imperfectas, pasando de teñir canas y luciendo libremente las arrugas.
La tiranía de la belleza es un gran error. Esa insatisfacción continua con la propia imagen (y el paso del tiempo) lleva a casi cualquier cosa que nos haga parecer eternamente jóvenes. Y no debe ser así. No hay nada malo con tu cuerpo y no puedes dejar que un michelín o la menopausia se interpongan en tu camino. Hay que dejar que la edad haga su trabajo y se comporte como se espera de ella. Al fin y al cabo, envejecer implica aceptarnos y seguir adelante con las mismas ganas.
Mira a Sharon. Ella sí está reconciliada con verse mayor. Seguro que no piensa que la belleza es una causa perdida después de los 60. Eligió envejecer naturalmente y no lucir perfecta y, aun así, es todavía más bella que antes. Sabe que no puede detener el paso del tiempo, pero sí mejorar aceptándose o queriendo retocarse sabiendo siempre quién es. Una mujer que no depende de otros para sentirse bien y dejando de lado consejos y trucos. La indiferencia le ha hecho fuerte.
Mírala otra vez. Su imagen dice más que mil palabras. Aunque a veces esas mil palabras son bonitas…o no. Porque es triste que no podamos ver una arruga sin que haya a quien le parezca un escándalo. Y lo peor es que somos las mujeres las más crueles a la hora de señalar a otra mujer. Descuido, falta de feminidad o dejadez son algunas de las bonitas palabras que dedicamos a aquellas que han decidido mandar a la mierda esa exigencia social a no envejecer.
Pero no todo está perdido. Todo lo que necesitas es un buen amigo y atreverte a decir NO. NO es una palabra definitiva que debemos usar más. Sobre todo cuando eres tú la que está en juego.
P.D.: Esto no pretende ser un sermón. Pero sí un tirón de orejas a…
Coco.
Fuente de la fotografía: Pinterest.