No se cómo quieres que te lo diga, pero no me caes bien. Por mucho que lo intentes, no me vas a caer bien nunca.
Esto no es una declaración de intenciones, es la cruda realidad. No es algo que me ocurriera desde el principio, porque aunque parezca mentira he cambiado mucho. Antes mi personalidad era otra, cuando alguien no me entraba por el ojo, era incapaz de darle una oportunidad, lo catalogaba en la lista de «personas non gratas» y me quedaba tan ancha pero esta vez traté de ser mejor persona.
No te di una oportunidad, te di mil! te defendí contra viento y marea ante las más arduas tempestades, empaticé contigo, intenté entenderte, tiré de asertividad, justifiqué tu comportamiento, busqué en mi la razón de tus errores, puse todas mis habilidades a trabajar pensando que el problema lo tenia yo, y hasta me diste pena en algún momento de la vida, pero ya no.
Ya no, ya no puedo seguir con esto. Me sacas de quicio a la mínima, me molesta que entres en mis conversaciones con otras personas, que pienses que lo sabes todo, que te creas con derecho para opinar de mi, de mis amigos o de mi familia. Odio con todas mis fuerzas cuando dices «Tú, lo que tienes que hacer es…». ¿Pero a ti quién te ha pedido tu opinión? y mucho menos tu consejo. No me importa nada de lo que me puedas contar. No me sirve tu experiencia de vida, ni tu experiencia profesional, no quiero saber nada de tu vida privada si es que la tienes.
Me molesta que me hables, me molesta que me mires, me molesta hasta oírte respirar, así que después de todo lo que hemos vivido juntas y lo mucho que he hecho por ti, solo te voy a pedir un favor: no me hables, no me mires y no hagas ruido. Espero que así nuestra convivencia sea al menos posible, porque grata ya se que no.
Reyes