«Mis clásicos»

Abrir el buzón. Ver dentro el catálogo de El Corte Inglés y, de repente, en mi cabeza empieza a sonar esa clásico que rebosa espíritu navideño por los cuatro costados: “Lleeeeeeeeega la Navidaaaad con sabor de mazapaaaaaán…” (Algun@s no tenéis idea de qué canción hablo. Lo sé. Son cosas de la edad).

“¡Quién lo diría!” contaba el viernes Caye. Y es verdad. Como si de una contrarreloj se tratara, empieza la cuenta atrás para vivir auténticas maratones. De nada servirá que tengas un plan perfectamente programado. Mi calendario parece un tetris. Y aunque cada año es diferente, todo nos suena demasiado porque hay “unos clásicos” que nunca morirán. Siempre habrá sorpresas de última hora, como el pariente Grinch que odia todo lo que tenga que ver con la Navidad.

El día 1 ya tuve el pistoletazo de salida para darle a las comidas, meriendas y cenas navideñas. Y a pesar de los millones de enemigos que tienen yo soy ultra defensora de ellas ¡me encantan esos saraos! ¡Voy a todas (las que puedo)!

A partir de ahí empieza el maratón televisivo. Otra vez “Love Actually, “Los Gremlins”, “Sólo en Casa”, “Qué bello es vivir” y…. mientras, comes polvorones a la vez que dices “Zaragoza”. O das la bienvenida a la tableta de Suchard que vuelve a casa por Navidad. O a los mantecados de mi Mari Carmen… ¡todo un clásico!

El día 8 ya empieza lo gordo. Poner el trastero patas abajo para rescatar las dulces y cálidas lucecitas del árbol ¡Cómo me gusta esa orgía de electrones iluminando el árbol de Navidad! ¡Sobrecogedor! Y, aunque no es mi caso, sigo siendo muy fan de los hinchables que trepan por los balcones y por supuesto, del caganet. Poner el Belén es toda una tradición en casa. Como también son los villancicos. Es oír el Tamborilero y venirme arriba con la pandereta. ¡Qué grande es Raphael!

Otros de mis clásicos, aunque digáis que ya no tengo edad para ello, es hacer cola para sentarme en las rodillas de Papá Noel y pedir el aguinaldo. ¿Y si pican?

El 22 celebraré, otro año más, que no me ha tocado la lotería. Y si no toca, que no tocará, siempre quedará el amigo invisible. Dicen que hacer regalos es bueno para la salud… ¡y el invisible conmigo (casi) siempre acierta! También es verdad que soy muy facilona. Si alguien que lea esto es “mi amigo invisible” quiero que sepa que estoy buscando un jersey con renos y espumillón. Y aviso… ¡me lo voy a poner!

Llegará el día 24. Y el 25. Y el 31. Y el 1. Y el 5. Y el 6…y tocará beber como los peces en el río, hablar de política a la hora de cenar, comer sobras, el pavo recalentado, esquivar caramelos en la Cabalgata, discutir sobre la fruta escarchada del Roscón…y la cara de mis hijos la mañana de Reyes. ¡Imprescindibles!

Si todo esto falla, haz como yo: Tomate un chupito por cada villancico que escuches.

No falla.

 

Coco.

 

Fuente de la fotografía: Pinterest

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