Me lo dijo Pérez.

Me cuenta Pérez que antes le preocupaba y mucho la opinión de la gente. Que se empeñaba en demostrar a todos que era un chico bueno, una persona de fiar. Le ponía tanto empeño y tantas ganas que un día cayó en la cuenta que ya no sabía quien era, si él mismo o lo que los demás esperaban.
Llegado a este punto paró. Necesitaba para y pensar. Tenía claro que no era eso lo que quería. Que para él, ser libre y consecuente con uno mismo, aunque se cometan errores, era lo más importante. Y que para ser bueno con los demás debes empezar por uno mismo. Y que para conseguir todo eso, las personas tenemos que construirnos.
Pérez se puso manos a la obra y…
Dice que el día que el chico bueno despareció fue una liberación. ¡Al carajo la opinión de la gente!
Pérez se dio cuenta de que los que le quieren de verdad, a sabiendas de su “gran maldad” y aunque no fueran “sus grandes amigos”, siguen tratándole igual mientras que aquéllos que critican los defectos de los demás (para ocultar los propios) siguen repartiéndole estopa y estigmatizando a todo aquél que no encaja en “su sociedad”.
Y así, me lo dijo Pérez, aceptó lo que no podía cambiar. Empezó a tomar distancia y a liberarse de cargas, con algún ramalazo de culpabilidad (los justos), pero dándose cuenta que mantenerse alejado era bueno para él.
Para algunos se volvió un egoísta, para otros un tipo falso. Pérez, simplemente, se protegía de los que no le querían practicando eso de no vayas donde no te quieran. Comprendió que debía ser él quien decidiera con quién compartir su tiempo y sus confidencias y lo está consiguiendo. Me cuenta además que cuando tienes claro lo que quieres en tu vida, pasan cosas increíbles. Así que, de repente, esa gente que estaba en su vida “de paso” empezó a tener “peso” y le están dando mucho más de lo que él esperaba. ¿No es así como se han encontrado los grandes amigos? ¿Con gente que pasaba por ahí y…se quedó?
Hoy por hoy Pérez cree que ser “buena persona” no sirve para nada. Él prefiere llamarlo coherencia que hablar de bondad. Porque los buenos y los malos son las dos caras de una misma moneda y mientras lo que es bueno para uno puedo ser malo para otro y al revés, con una persona coherente no te llevas chascos ni sorpresas porque actúa en consecuencia con sus ideas o con lo que expresa. Y cuando crees en lo que haces y en lo que dices…se nota. Y que se note, mola.
Me lo dijo Pérez.

Coco.

Fuente de la fotografía: Pinterest.

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