Al acabar el día, todos tenemos en nuestros teléfonos llamadas perdidas. Puede que sean de ese teléfono que no para de llamarte para intentar venderte algo o que te cambies de compañía (del teléfono o de la luz, los amigos no proponen esas cosas), o puede que sean de alguien que quería contarte algo en ese momento.
A veces no podemos responder al teléfono, porque estamos haciendo otra cosa o simplemente porque no nos hemos enterado. Si, yo soy de las que suele tener el teléfono en silencio y no me entero de nada, pero a las llamadas perdidas contesto. Aunque hayan pasado horas… o días, pero contesto.
En esas llamadas perdidas a veces se queda una propuesta de plan, un te echo de menos, un momento de necesario desahogo o simplemente un recado, que convertiremos en mensaje de texto.
He de decir que yo soy más de escribir que de llamar, y no es porque no me guste hablar, que me encanta! es por no molestar. No se como voy a pillar a la otra persona en ese momento: trabajando, conduciendo, en un momento romántico, haciendo la cena, peleándose con los niños o jugando con ellos… El caso es que más de una vez mi mensaje es un «Te puedo llamar?», y si la respuesta es «Si», no tardo ni un segundo!
Ya se que no es nada recomendable mantener una conversación mientras se conduce, pero es de mis favoritas. Voy sola en el coche y en vez de escuchar la radio o las canciones que ya me se de memoria, llamo a una amiga y me acompaña en mi trayecto. En ese momento estamos solas, tan a gusto, contándonos todo o nada y con un poco de suerte quedando para vernos.
Las llamadas perdidas de los amigos son para devolverlas siempre, pero si las conviertes en citas, mejor que mejor.
Reyes