La crisis de los 50 no es sólo cosa de hombres que tiñen sus canas y se depilan de arriba a abajo. Nadie está a salvo. Las mujeres también nos enfrentamos a un tsunami hormonal. La edad crítica la llaman algunos espabilaos. Un cambio del que todo el mundo sabe y habla (o eso dicen) pero del que nadie cuenta la verdad verdadera.
El tiempo pasa siempre igual, un año sigue siendo un año, pero a veces parece que todo va mucho más deprisa. Y es que la vida no sabe quedarse quieta. Un buen día te miras en el espejo y caes en la cuenta de que a esa que eres tú le ha pasado por encima la apisonadora del tiempo. Las hormonas parecen dominarlo todo y se han convertido en las jefas del garito. Y aunque los 50 de ahora no son los de antes, la ley de la gravedad hace muy bien su trabajo en todo tu cuerpo desde el pelo, pasando por las tetas y, sobre todo sobre todo, con la piel.
Nadie nos prepara para, de golpe, saber cómo seguir adelante. Y aunque estar orgullosa de las arrugas y presumir de canas está muy bien, no sólo es eso. Aún hay bastante camino por recorrer y algunos tabúes que derribar. Hay que seguir.
Muchas se muestran felices y por fin se atreven a ser ellas mismas, perdiendo el miedo a decir y enfrentando la vida con un par. Ese par que durante muchos años ha estado en un segundo plano porque las hormonas que estaban en guerra eran otras. No era el momento de sus prioridades, era el momento de las prioridades de los demás, haciendo cosas que no les apetecían, dejándose llevar por las decisiones de otros y preocupadas por quedar siempre bien y estar a la altura.
Otras fantasean con un cambio radical en sus vidas al que ven difícil atreverse. Sienten que a esa edad ya no hacen nada con su vida. Por más entusiasmo que le pongan, han perdido las ganas. Y es que, a pesar de la sabiduría que nos da el paso del tiempo, cada edad tiene sus preguntas y sus miedos.
El paso del tiempo juega a la vez en contra y…a favor. Toca hacer las paces con la edad a pesar de no tener respuestas y perderle miedo al miedo. ¡Cambiar de vida a esas alturas no tiene por qué ser un triple salto mortal con los ojos vendados! Ahora ya eres muy libre. Todo te importa un pimiento (o debería), conoces lo que quieres (y lo que no) y disfrutas mucho de lo que te pide el cuerpo. Y aunque esto que parece tan bonito sea, a la vez, muy peligroso -porque es justo lo que una parte de la sociedad rechaza- recuerda que el tiempo vuela, que hay que estar más atenta de cada minuto que pasa y olvidar el qué dirán. Al fin y al cabo sabes de sobra que la juventud no es más que un estado de ánimo y…¡que la jefa del garito eres tú!
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Coco.
Fuente de la fotografía: Pinterest.