Se fue. Luchó contra la enfermedad hasta que no pudo más. Luchó hasta el final. Una campeona. Durante siete años demostrando a todos que convivir con el cáncer y seguir siendo mujer, madre y amiga no era algo incompatible. Mujer valiente, mujer coraje, que supo enfrentarse a la vida con su mejor cara. Deja mucho amor y dos hijos maravillosos. Deja su sonrisa. Deja su bondad. Deja su ejemplo. Capaz de seguir tocando el corazón, aunque ya no esté.
No es fácil decirte adiós. Pero sí darte las gracias. Agradecida de que la vida te pusiera en mi camino. Hemos compartido muchas horas en el patio de colegio, fiestas con piñata, sus primeros disfraces, ese conciertazo de Dani Martin, comuniones, graduaciones…mil y un recuerdos. La lista es larga. Compartimos memoria y vivencias, pero no la misma forma de vivir la vida. Y cada vez que esto pasó siempre me llevé una lección cuando estaba a tu lado. Aprendiendo, a través de tus ojos, cosas buenas sobre la humanidad. Recordando lo que de verdad importa. Enseñándome que todo el mundo merece una segunda (y una tercera) oportunidad. Haciéndome ver cosas que yo era incapaz de apreciar. Sólo tenía que estar cerca de ti y ponerme en tu lugar para poder saborear las cosas a tu manera. Porque, con un par y hasta en tus peores momentos, siempre miraste el lado bueno de las cosas. Por todo eso y mucho más te voy a echar de menos…aunque sé que tú nunca te irás.
Desde ya te digo que vas a estar más que orgullosa de tus criaturas. ¡Vaya dos ejemplares nos has dejado! ¡Qué bien lo has hecho con ellos! Lo vuestro fue un amor real. Esa clase de amor que une el compromiso, la disciplina, la razón y la emoción. Un amor que sabe ser paciente (a pesar de que la paciencia está mal vista en los tiempos que corren), que sabe escuchar (en este mundo que parece hacer oídos sordos a aquello que no nos viene bien) y que va directo al corazón. Un amor de esos que debemos vivir todos. Has sembrado mucho, eso se nota. Y no te preocupes por tus niños. Van a estar bien. Y lo van a hacer mejor. Porque aunque la pérdida, el dolor y la tristeza les va acompañar durante un tiempo, y aunque crean que todo se derrumba a su alrededor, no están solos. No les vamos dejar que lo estén. Y si tienen que llorar, llorarán acompañados. Son fuertes. Y lo son gracias a ti. A la mujer más importante de sus vidas.
Ya sabes. La vida es…perfectamente imperfecta.
Coco.
Fuente de la fotografía: Pinterest.