Es difícil

Es difícil, muy difícil, explicarle a alguien que nunca ha vivido “Les Fogueres” por qué a nosotros nos gustan tanto.

Es dificil que entiendan que toda la ciudad de Alicante vive desde el 19 al 24 de junio de todos los años en un estado de “enajenación mental transitoria”.

Puedo intentarlo diciendo que hay algo en el aire que transmite alegría, euforia, felicidad plena. Puede ser el aroma a pólvora de las mascletás o la música de banda o de colla que acompaña en desfiles y pasacalles. Pero es algo que se respira y te llega a lo mas profundo, contagia a todos independientemente de edad, género o profesión…

La gente en las calles no entiende de cansancio, se han pasado las noches previas recorriendo la ciudad yendo de una punta a la otra para ver la plantá de los monumentos y avisando a los amigos de en qué lugar había una grúa trabajando para que llegaran a tiempo de ver el momento de colocar el remate y aplaudir al artista para darle ánimos y felicitarle por su trabajo.

Asi nos conocemos las mejores heladerías, y los mejores bares donde reponer fuerzas en todos los barrios de la cuidad.

Durante los días grandes disfrutamos de las mascletás, y los Bacalaos tenemos el mejor palco gracias a la familia Lumbreras Martinez, mal que le pese al anfitrión que mandaría las Hogueras a las afueras de la ciudad para que dejaran de molestarle. Menos mal que luego aplica lo de “si no puedes contra ellos, únete” y se convierte en el alma de la fiesta y el mejor profesional de los selfies grupales reglamentarios.

Es una fiesta que nosotros vivimos y esperamos durante todo el año, en el que preparamos nuestras mejores galas para vestir como nuestros antepasados y nos acercamos a nuestra Patrona en la ofrenda más antigua de España para darle las gracias por todo lo vivido durante el año, y para pedirle que siga cuidándonos un año más, y así volveremos a verla un poco más viejos.

Es difícil explicar la satisfacción que nos producen los galardones obtenidos como premio al trabajo realizado durante el año, y la emoción que sentimos al recogerlos y compartirlos con nuestros compañeros.

Pero lo más difícil de todo es hacer entender que el momento de la cremà es absolutamente renovador. En ese momento echas la vista atrás, buscas lo malo para quemarlo en las llamas con el monumento, pides un deseo para el año próximo, y empiezas a pensar en el año que viene, en las que pueden ser (otra vez) las mejores Fogueres de tu vida.

Reyes

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