EL GALLINERO

La radio al despertar, el periódico con el desayuno, las redes mientras haces cola en el súper, a tope de spam el mail, la televisión (o mejor, miles de canales de tv) mientras comes, folletos inundando el buzón, clip de noticias en el ascensor… ¿Os suena?

No voy a discutir sobre algo tan obvio como que la comunicación es algo importante, pero admitámoslo, nadie se libra hoy por hoy de sufrir una informatitis aguda de difícil tratamiento. Hay que estar actualizado (esto es indiscutible) sencillamente porque nos permite tener nuestra propia opinión. Pero la realidad es que no sólo la información invade nuestra vida, también las RRSS y los móviles inteligentes. Parece que te leen el pensamiento y penetran, sin permiso alguno (al menos aparentemente) en tu cabeza. El asunto ha alcanzado un nivel tan angustioso que incluso te llega la información cuando no la estás buscando. Y recibimos tanta al cabo del día que a algunos les produce ansiedad y algo más.

Si nos paramos a pensar y miramos a nuestro alrededor, pocos no quedarán abrumamos con tanto exceso de información. Y hablo de información de todo tipo. La de verdad, la basura, la fake, la crónica rosa, la amarilla, la crónica negra, etcetcetc. Todo eso a la vez, en todas partes y a todas horas cual gallinas y gallos en el corral -o en el gallinero- cacareando cada uno sus filias y sus fobias, sus miedos, sus angustias, sus odios…Sus verdaderos YO. ¡Vaya caos!

Sé de lo que hablo porque conozco gente que lo sufre y lo ha sufrido. Tantos datos, tanta información, ha pasado de serles placentera a generar un estrés del quince. Los hay (me consta) que están tan enganchados que el médico les ha recomendado desconexión total. Conozco un caso al que tanta sobredosis informativa le sumió en una profunda depresión después de darle no uno sino varios ataques de ansiedad. Si oía las noticias pensaba que el mundo se iba a la mierda, si abría twitter se daba de bruces con una panda de avatares descerebrados que sólo sabían echar mierda sobre los demás. Si iba a Instagram o a Facebook pensaba que nunca estaría a la altura de tanta influencer de nivel y concluía: soy una mierda. ¡Flipante! Después de sufrir esa mezcla de opresión, agotamiento y angustia dice que tomó la mejor decisión de su vida. Entendió que tenía que desconectarse de la información y no ha vuelto a tener ganas de volver a conectarse con los medios de comunicación desde entonces. Se siente mucho mejor desde que vive así.

En el otro lado de la historia tengo una amiga, más lista que el hambre, cuyo lema es que nosotros somos nuestros propios jefes de informativos. Tal cual. Ha tomado el camino contrario. Sólo oye o lee titulares. El resto no le interesa en absoluto. Opina que por culpa de tanta saturación el interés por la información está cayendo a pasos agigantados, mientras aumenta el número de personas que evita estar al tanto de las noticias porque, sencillamente, están hartos. Y eso -en mi humilde opinión y de ahí el post de hoy- al final es lo más peligroso porque nos quedamos con lo superficial, empeora nuestra capacidad de análisis (lo cual nos frustra tremendamente) y nos hace sentir enfadados con nosotros mismos por no estar informados, lo que aumenta a la vez el peligro de que tomemos malas decisiones por carecer de la información necesaria. Así que, a partir de ahí, y como si fuera un círculo vicioso…vuelta a empezar.

P.D.: Es la pescadilla que se muerde la cola. La de toda la vida.

Coco.

Fuente de la fotografía: Pinterest.

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