Doce más uno son los años que han pasado desde aquel día y si sumamos los cuatro anteriores, son 17 los años que llevamos juntos.
Estamos en plena adolescencia, justo llegando a la mayoría de edad, en el momento de mayor rebeldía.
Si, la rebelde soy yo, que siempre ando con reivindicaciones. Con planes a cumplir y expectativas creadas que luego se cumplen o no, pero ¿qué quieres que te diga? de ilusión también se vive y a mi me gusta soñar.
El contrapunto lo pones tú. No hay planes a largo plazo, no hay fantasías locas. Hay seguridad, pies bien amarrados al suelo (mas de lo que a veces me gustaría). Una tranquilidad pasmosa que en este mundo de locos es digna de admiración.
¿La combinación perfecta? ¿Una mezcla explosiva? ¿Un cóctel de contrastes? Puede ser, o puede que no.
Lo que está claro es que siempre hay algo que nos une, que le aporta realidad a mis fantasías y que a ti de da alas para salir a volar y ver las cosas desde otra perspectiva: el RESPETO.
Respeto a las ideas del otro, a sus propuestas y a sus decisiones. Respeto por los sueños de cada uno, y por sus acciones. Respeto a la persona, a sus ideas y a sus comportamientos. Respeto a los que nos rodean y sobre todo al más pequeño.
Dicen que el amor todo lo puede, pero nunca lo logrará si no hay respeto.
Hoy hace trece años de aquel «Si, quiero», pero si no lo dijera todos los días, hoy no estaría escribiendo esto.
Reyes