DÍAS…DE MADRE

¿Qué es ser buena madre? ¿Una madre sacrificada? ¿Una madre preocupada? ¿Una madre ejemplar y modélica? Me cuesta responder. La verdad es que según el día me identifico con una, con otra, con ninguna…o con todas a la vez. Y es que en torno a eso de ser madre hay un discurso que ojito y a ver delante de quien hablas. Hay que ser muy valiente para salirse de la norma y decir esto que hago no es pecado…o cosas por el estilo. Porque madres somos las de ahora y madres eran las de antes. Ni mejores ni peores.
Para empezar diré que desde hace mil vendieron un ideal de madre que no soy, ni tampoco he sido siempre la madre que quería ser aunque sí, CADA DÍA, he intentado hacerlo lo mejor posible. Soy madre. Una madre a secas. Sin más aderezos.
Quiero infinito a mis hijos, he llorado en los festivales del cole, cuando se han graduado…Pero cuando me dedico a emparejar calcetines en lugar de ayudarles a comprender el mundo que les ha tocado vivir, o estoy más pendiente del guiso que de lo que me están contando, siento que saco la peor nota. Sentimientos que me llevan a creerme culpable las 24 horas del día por hacer lo que tengo que hacer y a no valorarme como madre porque -a pesar de saber que he estado ahí- no he hecho lo suficiente. Y es ahí es cuando se me va de las manos. ¡Me caigo tan mal a veces cuando ejerzo de madre!
Hay días de caos, días de mal humor y días que lloro. Días en los que todo el esfuerzo ha sido poco, luchando por encajar las piezas de “mi puzle casa”. Días que no les hablo como me han dicho que debo hacerlo porque pierdo la paciencia, días que no me siento a su lado para escucharles porque tengo una lavadora que poner. Días que no llego. Días que no me gusto nada. Esos días…de M A D R E.
Días de M A D R E en los que, a pesar de dar lo mejor de mí, me equivoco mucho pero también acierto de vez en cuando. Y sé que acierto porque les pegas la charla y te regalan una sonrisa. Y cuando les dices que estás deseando que llegue el lunes para ir a trabajar y descansar, van y te apoyan. No me avergüenza decir estas barbaridades…porque me quieren. Y eso es lo único que me importa. Que me quieran como soy. Porque cuando las fuerzas flaquean y llego a ese punto de “NO PUEDO MÁS”, mis hijos me dicen -sintiéndose amados- que no me eligieron como madre y aun así no me cambiarían por otra. Que me deje de culpas. Que lo estoy haciendo bien y que está bien no estar bien. Que no quieren una madre de 10 porque me quieren también cuando me ven imperfecta, gruñona y gritona.


Aún me queda mucho por aprender y tengo mucho que mejorar. No quiero que me recuerden como una madre gris e insegura. Quiero ser lo suficientemente buena en la medida en que pueda. Una madre presente, ayudándoles a llegar donde quieran llegar, marcando su camino, guiándoles…Y así puedo seguir hasta el infinito. Quiero ser quien les enseñe a sacar lo mejor de equivocarse. Porque son humanos, como yo. Y yo soy humana, como ellos.


No hay otra forma de amar.

Coco.

Fuente de la fotografía: Pinterest.

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