Tengo amigas brillantes. Otras no. También las tengo muy graciosas. No todas. Algunas bailan raro…pero son majas. Y todas, T O D A S, conocen cualquiera de mis versiones. Me ayudan a recordar quién soy y cómo he llegado donde ahora estoy. Me conocen de verdad, saben quién está bajo esa máscara que me pongo para el día a día. Me quieren tal cual y hacen todo lo que está en su mano para que dé la mejor versión de mi. Cuando estamos juntas, si nos diera la gana, podríamos dominar el mundo y recorrer el planeta entero a oscuras sin darnos con las esquinas de los muebles. (Ahí lo dejo)
Sueño que viajo con ellas, que nos montamos un tardeo sin salir de casa o que nos vamos de compras para gastar los pocos ahorrillos que nos quedan. Me río sola recordando aquello que iba a ser una merienda y se nos fue de las manos. Hablando de todo. Hablamos hablando claro. Pensando cada una por sí misma. Hablando de rupturas de mierda, de kilos de más, de memes, planeando el siguiente vino juntas…con muchas cosas de las que hablar y sabiendo que iba a volver a casa mejor de lo que salí.
Pero (siempre hay un PERO) aunque a simple vista lo parezca, en la amistad no todo es de color de rosa. Aquí hay que decirse las cosas que no van, pedir perdón si has hecho daño y cuando esto pase, no huir. Nada de salir corriendo. Habrá momentos en los que tendrás que empujar para que funcione, momentos en los que sólo necesitarás que te escuchen sin enarcar la ceja y momentos en los que, literalmente, hará falta una amiga que te sujete el pelo mientras vomitas. La idea es ESTAR.
Tras tantos meses de pandemia, encerrada en casa, empiezo a notar que han cambiado algunas cosas. Al fin y al cabo este tipo de situaciones siempre ponen a prueba la solidez de muchas historias que nacen, se desarrollan y mueren con pandemia o sin ella. Y sólo las que merecen la pena se arreglan.
He visto cómo las parejas vienen y van, que alguna familia es cuestión de suerte y que las amistades cambian. Sí. Era algo que veía venir hace tiempo. Y, contra todo pronóstico, no me he sentido mal. Será porque igual he tenido más tiempo para pensar o que cada vez aguanto menos las tonterías y los chascarrillos. También he vivido que aquella bonita amistad no superara el paso del tiempo y que lo que hoy te une, mañana no tenga razón de ser. Y no pasa nada. N A D A. Porque la amistad es cuestión de química. Desde que amanece…apetece. Y no existe receta mágica. Pero, como he escuchado más de una vez, es un guiso que hay que hacer a fuego lento y sin dejar de remover para que no se eche a perder.
Dicho esto solo me queda decir:
Gracias por quererme así.
Gracias por no mandarme a freír puñetas cuando no he estado a la altura.
Y gracias por creer que yo merecía la pena.
P.D.: Si tienes amigos así, valórales como el tesoro que son…y como el grano en el culo que TODOS debemos tener.
Coco.
Fuente de la fotografía: Pinterest.