Cada mañana…

Ahí les veis.

Cada mañana salen de casa pensando que ese día encontrarán, de nuevo, el amor. Y aunque no lo consigan, disfrutan jugando con la imaginación: Cualquier sitio puede ser el escenario de su particular historia de amor.

Porque saben que el amor existe. Lo llevan puesto en la cara cuando salen de casa. A pesar del bastón, su fiel compañero. Saben que está en cualquier parte. En cualquier momento. A cualquier edad. No es que se esconda, es que hay que encontrarlo. Está en lo nuevo y en lo no tan nuevo. En el pasado y en el presente. En lo que está escrito y en lo que queda por escribir. Y ellos…lo saben.

Si les preguntas te dirán que es fácil enamorarse porque el amor es, por encima de todo, ilusión. Es una forma de entender la vida. No hace falta sentido. Sólo sentir…con los cinco sentidos. Y dar paso al deseo de amar. Y te dirán que el amor es así, imprevisible. Y en el lugar menos pensado…aparece. Es la vida. Es el AHORA.

Algunos lo buscan desesperadamente. Saben que está pero no saben dónde. Ni cuándo. Pero ellos saben que hay sueños que se cumplen. Y los deseos también. ¡Que sí, que todo el mundo merece que le pase algo bueno en su vida! Al menos…una vez.

Otros no se atrevieron a ir en su busca. Olvidaron salir a la calle. Y lo dejaron pasar. Pensaron que los sueños y la realidad nunca se han llevado tan bien. Y es que somos nuestro peor enemigo en esto de amar. Cerramos puertas antes de abrirlas. Frenamos en seco antes de tiempo. Nos caemos antes de levantar el vuelo.

¿Seremos capaces alguna vez de dejarnos llevar por la ilusión?

Miradles. Cada mañana se lanzan a la vida como si de un juego se tratara. Buscan hacer que cada día sea perfecto. Y si no lo es, no se rinden.

Porque cada mañana, cuando salga el sol, el lenguaje de su historia de amor se volverá a escribir en blanco. Y nunca sabrá igual porque, cada mañana, tendrá diferente sabor. A veces sabe a que hoy te lo mereces. Sin más. Y ellos…lo saben.

Es un hecho. Levantar la vista y mirar. Cada mañana. Al doblar una esquina o al cruzar el semáforo que hay frente al kiosco. Un saludo que se cruza por tu camino. O en la puerta de un cine. Un parque, el mercado, cualquier calle de la ciudad, la barra de un bar…Y así podría seguir inventando motivos para salir, cada mañana, en busca del amor. O donde la vida nos lleve.

 

Y ellos…lo saben.

 

Coco.

Fuente de la fotografía: Pinterest.

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