¿Qué quién era mi personaje de la tele favorito? ¡PIPPI CALZASLARGAS! Pero vamos… ¡sin pestañear!
No puedo recordar mi vida sin Pippi. Y es que más de medio siglo después Pipi fue y sigue siendo un referente para muchos, dejando huella en toda una generación…y en mí. Una auténtica fuente de inspiración. Sentía tanta fascinación por ella que sólo quería ser como ella o tener alguna amiga que se le pareciera.
Para los que le conocen de oídas contar que era una pecosa niña pelirroja de 9 años -huérfana de madre y padre pirata- independiente, pizpireta, rara, irritante en ocasiones, provocadora, espontánea, ingobernable y con su propio código de valores. Sí. Era todo eso y más. Una superheroína cuyas trenzas no sabían lo de “la Ley de la Gravedad”. Siempre las llevaba en perfecta horizontal. Silbando, con zapatos de gigante y vestida a retales, fregaba el suelo de su caótica casa “Villa Mangaporhombro” mientras patinaba con unos cepillos en los pies. Bebía café y vivía del tesoro que tenía en un cofre repleto de oro y monedas. ¡Una excéntrica total!
A lomos de Pequeño Tío -su caballo lleno de lunares- y con su inseparable mono Sr. Nilson al hombro, se dedicaba a lo que más le gustaba: a ejercer de “encuentracosas”. Vivía su propia fantasía donde todo era posible y contagiaba esa ilusión a cualquiera que estuviera cerca. Su máxima era pasarlo bien, divertirse y valerse por sí misma. Sin nadie que le frenara, con un amor propio a prueba de bombas y de humor inocente, según sus propias palabras era “la niña más fuerte del mundo”.
Capaz de vivir sin un adulto cerca, tenía un concepto de familia, de vida y de escuela muy distintos de lo visto hasta entonces. Un constante desafío a las reglas de vete a saber quién y unos valores que a día de hoy se echan de menos. No era discreta ni muy educada, pero honrada y generosa, estaba llena de bondad, no hacía daño a nadie. Su buen juicio le hacía valiente y luchadora, enfrentándose a cualquier tipo de injusticia, negando la autoridad por que sí.
Pipi rompía moldes cada fin de semana que aparecía por la pantalla, mostrando que se puede vivir sin depender de lo que los demás piensen de ti y sin estar pendiente de los fuertes estereotipos de la época. Iba a contracorriente. Se burlaba de los cursis del pueblo porque veía al resto de la gente con una luz diferente. Y salvo Tommy y Annika no tenía amigos porque, hay que reconocerlo, las habilidades sociales brillaban por su ausencia.
Pippi fue el personaje de nuestra juventud que marcó la diferencia. Siempre fue más allá. Le bastó con ser ella misma. Conocer sus andanzas hacía que muchos confiáramos más en nosotros mismos aunque fuera por un rato, que nos replanteáramos cada momento que la vida nos ofrece y -a la vez- seguir siendo los niños que éramos.
Pippi fue un desafío al mundo. Pippi fue… ¡una niña feliz!
P.D.: ¡VUELVE PIPPI!
Coco.
Fuente de la fotografía: Pinterest.