¿Y si no me quiero salvar?
No pienso pedir perdón.
No me voy a sentir culpable. Ni me voy a avergonzar.
¿Cómo te atreves? ¿Quién eres tú para criticar?
Tu opinión es respetable. Tus faltas de respeto ¡NO!
Me he cansado de oírte. ¡Son tantas las veces que te he tenido que aguantar!
Cuida tus palabras. Cuando la rabia pasa ya no hay vuelta atrás.
La cicatriz…se queda.
¿Quién eres tú para juzgarme por ser humana? ¿Por ser…real?
¡No me juzgues! ¡No me vuelvas a juzgar! No exijas lo que tú no eres capaz de exigirte. Ni pidas cuando no eres capaz de dar.
Y sí. Fracasé.
Y sí. Es posible que haya fallado otra vez.
Desde aquí te aviso: Pienso volver a fallar unas cuantas veces más. Yo funciono así.
¿Quién te has creído que eres? ¿Te lo digo yo? Un ser infeliz. Los felices no ocupan su tiempo juzgando a los demás.
¿Quién eres tú para señalar? Antes de hacerlo asegúrate de tener las manos limpias. Empieza por ti. Claro, siempre que seas capaz.
Hay gente que necesita una cura de humildad. Por ejemplo, tú.
¿Por qué tengo que defenderme?
Me pillas en ese momento en el que no pienso malgastar mi tiempo en dar explicaciones a quien no toca. Por ejemplo, tú.
Ya no pienso dejarte acabar con mis sueños, con mis ilusiones…con mis momentos.
¿Quién eres tú para decidir cuánto valgo como persona? Me ha costado mucho llegar donde estoy.
Si en esta vida he aprendido algo es vive y deja vivir. Y ESTA ES…MI VIDA.
Nada es comparable a estar en paz con uno mismo. Las revoluciones empiezan por dentro.
Vive en paz contigo mismo. YO…LO ESTOY.
¿Nos dejamos de consejos?
Te propongo un mundo sin reproches.
No pido más.
Coco.
Fuente de la fotografía: Pinterest.