De toda la vida, así son algunos amigos, de toda la vida.
Que seguramente no los conoces desde que naciste, o si, pero han pasado a formar parte de ese grupo de personas de las que no sabes explicar cómo o cuando os conocisteis.
Hace poco le pasó a una amiga. Llevábamos mil años sin vernos y de repente aparecí en una conversación y ella hizo ver que me conocía y entonces alguien le preguntó, pero tú ¿De que conoces a Reyes? y ella convencida soltó un «¡De toda la vida!». A los pocos días coincidimos, me lo contó y empezamos a mirar atrás, a hacer un recuento de anécdotas y momentos vividos y es verdad que parece que toda la vida haya estado a mi lado, y lo mejor es que ahí sigue estando, aunque haga mil que no nos vemos, pero eso no es importante, lo importante es el vínculo.
Mi ciudad es una ciudad pequeña, lo justo como para no conocer a todo el mundo, pero aquí cumplir lo de los seis grados de separación es mucho más fácil, como mucho en tres, estamos todos relacionados. Y entonces te das cuenta de que tienes amigos que tienen otros amigos que tu conoces de otra cosa, o que trabajan juntos o incluso que son familia, y entonces flipas! ¿Como? Que tu hermano es fulanito? Madre mía! ¿Que tu sobrino es menganito? La mare que va!
Al final resulta que en vez de una ciudad se trata de un patio de vecinos, que nos conocemos todos y que no nos hacen falta las redes sociales para que sepan de nuestra vida o para enterarnos de la de los demás. Aunque no queramos.
Por suerte, siempre queda alguien a quien conocer, pero seguro que cuando esa persona nueva llega a tu vida, es capaz de establecer conexiones que vayan más allá y de cerrar el círculo.
Reyes