Sin excusas, por favor.

Pocas cosas soportan bien el paso del tiempo.
Una va sintiendo día a día. Pero una es siempre lo que es y sus circunstancias. Cada uno de nosotros se define por lo que escoge y por lo que deja. Pasa con todo. Y con las personas, también. El tiempo pasa, las cosas cambian y las personas también pasan y…cambian.
Cuando tengas un hueco, y te apetezca, revisa tu vida. Entonces caerás en la cuenta de cómo eres capaz de pasar del blanco al negro según el pie con el que te levantes. ¡Hasta cansada piensas diferente! Virtudes que se convierten en defectos, ilusiones que se vuelven pesadillas y personas que te conocieron, te amaron, te quisieron pero ya no. Todo acaba. Lo nuevo mañana es viejo. Son partes de nuestro todo o…¿será una nueva enfermedad llamada “insatisfacción”?
Igual que todos tenemos nuestro color favorito, hay cosas (y personas) que no importan los años que pasen, nos gustan tanto como el primer día. Luego están esas otras que pasan por tu vida pero que no se quedan. Y son…la gran mayoría. El mundo gira alrededor de gente que desaparece sin dejar rastro en cuanto encuentras nuevos “fichajes”. O al revés. Eres tú el que se va sin despedirte. Cuando esto pasa toca volver a empezar una y otra vez y así hasta el infinito comprobando que esa gente que creías tan especial deja de importarte, siendo sólo uno más en el camino. Lo malo es que, la mayoría de las veces, acabas descubriendo la verdad cuando ya no hay vuelta atrás y no has hecho nada por evitarlo. Empiezas no recordando el tono de una voz, o una sonrisa, hasta llegar al olvido. Y de ahí…al adiós. Quedará algo en la retina pero habrá cambiado de color.
Tengo la sensación de que aún no hemos aprendido a querer. Solo sabemos necesitar. Lo tenemos todo pero queremos más. Nunca estamos satisfechos con lo que hay. Y es precisamente por eso que tampoco entiendo esa necesidad de algunos en querer justificarlo todo. Mal asunto.
El amor tiene que hacerte sentir bien. Nada más que añadir. No tenemos que pedir perdón por cómo somos. Eso sí: si no sabes dar, no pidas. Sobre todo cuando se están dejando los cuernos por hacerte feliz.
Lo que de verdad necesitamos es ser más sinceros que nunca y soltar, cuando llegue el momento, algo así como: “Fue bonito mientras duro. Fin”, pero atreverse nunca ha sido fácil. ¡No soporto las excusas! ¡Cuántas cosas dejarían de doler si no fuéramos tan cobardes!
No luchemos contra esto porque es así como aprendemos que la suma de cada uno de aquellos cruces de caminos son los que nos han traído hasta aquí. Cada uno te ha querido como puede, no como tú quieres, y todas esas almas que has conocido son las que forman parte de nuestro yo. Y aunque el refranero diga que el tiempo pone a cada uno en su lugar, no le hagas caso. Lo que sí es verdad es que en tu lugar te pones tú solito.
Defiende lo que eres y no lo que deberías ser. Se tú mismo sin hacer daño a nadie. Hay verdades que duelen. Pero las mentiras duelen aún más. No engañes. Ni a ti ni a nadie.

Y sin excusas, por favor.

 

Coco.

Fuente de la fotografía: Pinterest.

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