¿Mi estado actual? Rebobinando.
Dándole a la moviola, palante y patrás , al pedazo de espectáculo que se vio hace unos días en todo el planeta Tierra y parte del Universo. No pasa uno sin que piense en ese par de titanes que se permitieron el lujo de paralizar al mundo entero para ver cómo le daban a una pelotita de tenis sin importarnos el resultado. ¿El secreto? No lo sé. Desde luego, algo más que tenis. Y más que una competición. Una forma de vida. La suya. Y de ver el mundo. El suyo.
Dos, frente a frente, que hacen como nadie eso de competir, ganar y perder. Es el duelo de nunca acabar. Hagan lo que hagan, cada vez que sus vidas se cruzan, la competencia es feroz. Siempre se han llevado bien. Muy bien. Se echan de menos. Se cuidan. Se necesitan. Se admiran y lo dicen en público cada vez que tienen la oportunidad. Una declaración de amor en toda regla y…el mundo entero rendido a sus pies.
No habrá otra rivalidad como la suya. Pasarán muchos años hasta que veamos algo parecido.
Fijaos. Son como la noche y el día. Nada que ver el uno con el otro. Opuestos en todo.
Rafa le tiene miedo a los perros.
A Federer le espanta la montaña rusa.
Rafa muerde los trofeos.
Federer los besa.
A Rafa no le gusta presumir.
Federer cuida mucho su imagen.
Nadal confiesa que no es una persona segura de sí misma en casi nada. Le cuesta mucho tomar decisiones. Pero cuando juega, en los momentos importantes, cuando hay presión, sabe que tiene que hacer algo.
A Federer le gusta mostrar su superioridad en la cancha. Ganar sin machacar al otro.Tiene tanto talento que incluso le gana a sus rivales jugando desde el lado fuerte del adversario en lugar de buscar su debilidad.
Tan diferentes y…tan iguales. Los dos aman lo que hacen. Nunca han subestimado al contrincante. Jamás. Juegan con respeto. Practican el autocontrol. Usan rutinas. Y se hablan así mismos con mucho cariño. Mimándose.
Hacen lo más difícil: ganar con mucha clase. Porque cuando se gana tanto lo fácil es olvidar cómo se siente el contrario. Para ellos estar entre los favoritos no es importante. Ser número 2, 4 o 7 no les cambia la vida. Les cambió ser número 1 y ya lo fueron. Dicen que lo importante es creerse que están preparados para ganar. Y si un día no ganan, no pasará nada. Será el momento de hacer otra cosa. Saben que el mundo no termina en la cancha. Es importante ganar, pero la elegancia de saber perder les ha convertido en leyendas. Aceptar el fracaso es una de las tantas lecciones que nos ha dado este par de genios.
Por si fuera poco, han superado la barrera “políticamente correcta” para seguir dándole a la pelotita. Y les importa un pito. Ahí siguen. Otros, en su lugar, se van de retiro a practicar “el dolce far niente”.
¡Nunca deis a estos tíos por muertos! ¡Su historia aún no ha terminado! Les que todavía mucho por contar…y enseñar.
Sí. A veces son humanos. Y lloran. Sólo los grandes lo hacen.
Nada que esconder.
Son…viejos amigos.
Coco.Fuente de la fotografía: Pinterest