Cuando comienza una historia, sabemos como empieza, pero no como acaba. Ya sea una historia de amor, o de miedo, de acción o de emoción.
Empezamos con la mejor de nuestras intenciones y llegado un momento la cosa se tuerce. (Y por «cosa» puedes pensar lo que quieras.) El caso es que llegado un momento en el que empezamos a tomar confianza y a acomodarnos con la situación, ¡ZAS! un punto de giro! un cambio, un susto que te hace ver la situación desde otro punto de vista. Ha ocurrido algo inesperado y ahora hay que amoldarse a la nueva situación. ¿Supondrá esto un final? ¿Será un principio del fin o sólo una llamada de atención?
Estamos en momento crisis. Esto no lo hemos vivido nunca. No sabemos cómo reaccionar, qué hacer, qué decir ni qué esperar.
Dicen que la palabra crisis se forma con los caracteres chinos que significan peligro y oportunidad, así que hay que estar alerta para ver cuál es esa oportunidad que se nos brinda y si podemos aprovecharla. Cuando sabemos que hay peligro estamos más atentos, nos damos cuenta de más cosas. Somos más sensibles a los detalles, por pequeños que sean, y valoramos cuándo y cómo los percibimos.
Ahora que sabemos lo que hay, vamos a estar pendientes de la situación. Acordémonos de los detalles, pongamos atención en lo que nos rodea y pensemos si cada paso que damos nos lleva en la dirección que queremos, que dicen que el fin justifica los medios, pero hay que saber cómo y cuando queremos terminar.