Eso necesito yo, orden y concierto, a ver si así encuentro el espíritu navideño, que de momento no ha dado la cara.
Orden en la emociones, en los pensamientos, en los planes, las intenciones y los objetivos.
Dicen que cuando una persona necesita un cambio de vida empieza por un cambio de imagen, y yo en vez de eso hago un cambio en la casa.
Sacar cosas que no sirven, sirve ¡y mucho! Quitarte pesos de encima, objetos que no te aportan, pensamientos que no suman, sentimientos que no sabemos gestionar… El alivio que sientes merece la pena el esfuerzo de quedarte todo el domingo sacando cosas de los armarios.
Todo el mundo a mi alrededor decorando la casa para Navidad, poniendo el árbol, los centros de mesa, los adornos… ¡armando el belén! y yo? Yo no tengo cuerpo de meter más cosas en mi casa. No puedo dejarme llevar por el barroquismo de vuestras decoraciones, yo antes necesito hacer hueco.
Igual que el adviento es la preparación para la llegada, yo necesito soltar lastre para poder recibir. Necesito quitar obstáculos para facilitar el camino. Esto es igual que cuando lloras para desahogarte. ¡Te quedas nuevo! Pues lo mismo pero con cosas.
Una limpieza a fondo, un expurgo de papeles, un vaciado de armarios, un cambio de sitio de cajas, puede equivaler (que no sustituir) a una sesión de conversaciones con vino o de visita al psicólogo, te da una paz que no se puede pagar ni con bizum ni con tarjeta.
Voy a ver si tengo suerte y sigo sacando cosas, que aún estoy a tiempo de sacar la decoración navideña y montarla antes de que me pille el toro, ¡perdón, el Niño!.
Reyes