Si estás buscando un post divertido, que hable del sorteo de la lotería nacional o de las compras navideñas, no sigas leyendo. No tengo el cuerpo para fiestas, loterías ni regalos. Mi mente y mi corazón están con la familia de uno de los que hasta ayer era uno de vosotros.
Juan Daniel nos leía, nos comentaba, disfrutaba de la vida, de su familia, su trabajo y sus amigos y hoy no estará al otro lado de la pantalla, pero me consta que donde esté, nos seguirá leyendo.
Cuando alguien se nos va, se lleva algo nuestro. Las risas, las fiestas, y también los malos momentos que compartimos, hacen que cada relación se construya de manera diferente y que cada uno de los que dice conocernos tenga una percepción distinta de nosotros.
Yo me voy a quedar con el recuerdo de la voz de Juan Daniel (aunque más que voz era vozarrón), con el sonido de su risa (aunque más que risa era carcajada), su imponente presencia y su amor por Patricia, Ana y Dani.
Hoy soy más consciente de las cosas que hago y de las que digo, y de que cuando acabe el día no se donde estaré, así que sólo te diré que cada día cuenta, cada conversación y cada persona son más importantes de lo que crees.
Hoy voy a aprovechar el día para hacer eso que siempre dejo «para mañana», por lo que pueda pasar.
¿Y sabes lo que te digo Juan Daniel? Que te conozco, Bacalao! Un beso muy gordo.
Reyes