No es el tiempo lo que nos falta, son las ganas, o la costumbre.
Cuando no conseguimos quedar con los que antes eran nuestros amigos de todos los días, o de todas las semanas no es por falta de tiempo.
Esa excusa a mí ya no me sirve. Me he demostrado a mí misma que no es el tiempo lo que me falta, son las ganas. Es la pereza la que gana, es el dejarse llevar por el momento que te atrapa y te impide romper la rutina.
Dejamos de vernos porque perdemos la costumbre, dejamos de contarnos las cosas porque hemos perdido el hábito de hablar todos los días. Pasan los meses y entonces ya no somos los mismos, hemos vivido mil cosas que nos han cambiado y no nos las hemos contado. Se crea un vacío entre nosotros tan profundo como el tiempo que ha pasado desde la última conversación.
Por suerte existe un remedio, y lo tenemos al alcance de la mano. Es tan fácil como volver a quedar y ponerse al día.
Puede que hagan falta unos minutos, o tal vez tres horas, pero el resultado merece absolutamente la pena. Se ponen los relojes a cero, se cargan las pilas y la mochila de los sentimientos vuelve a estar a rebosar.
Llegados a este punto, ¿en quien estás pensando?
Pues ya sabes, ¡llámale! ¡Estás tardando!
Reyes
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