La riqueza de nuestra lengua es algo que nadie duda, pero si lo unimos a la capacidad de los españoles por seguir enriqueciéndola, eso ya es una cuestión suprema.
Situación sábado por la tarde y se me acerca mi hijo y me dice mira papá ese va chispao, a lo que yo le digo ¿cómo? Que va borracho, papá.
Reconozco que me picó el no poder estar rápido para saber que me estaban hablando y más aún cuando era mi hijo el que me lo decía. A lo que empecé a decirle todas las maneras que yo conocía de llamar una borrachera,
Pillar un pedal.
Tener una moña encima.
Ir como un lechuzo.
Subir al campanario.
Tener una trompa.
Pillar una merluza.
Ir cocido.
Pillar una mona.
Menuda castaña llevo encima.
Mamarse.
Pillar una cogorza.
Llevar una mierda como un piano.
Pillar una torrija importante.
Decido parar porque ya me costaba recordar alguna más, y la cara y las risas de mi hijo eran importantes.
A lo que a todo esto me suelta y sabes papá que significa echar un “Obama visita la casa Blanca”
Hijo no dejes de sorprenderme.
Caye