¡Atención! ¡Pregunta!
¿Cuándo se deja de salir de fiesta?
Llevo días intentando encontrar una respuesta coherente a este asunto. ¿Misión imposible? La verdad es que cuando una entra en la llamada “etapa adulta” las cosas cambian. Y cómo no, los saraos también. Los primeros indicios aparecen cuando ese bar al que ibas con tu grupo de amigos se ha convertido en el lugar de peregrinación preferido de tus hijos. Y es que hay cosas, y lugares, que jamás volverán a ser los mismos. ¡Qué dolor!
NUNCA se deja de salir de fiesta. ¡Y menos mal! De fiesta se ha salido, se sale y se saldrá. Por los siglos de los siglos. Sin embargo, algo ha cambiado. Salir de fiesta es un concepto que va cambiando con los años. Socializar, llegada una edad, se convierte en un arma de doble filo. Y no. No es por culpa de los demás. Eres tú y solo tú quien de pronto te sorprendes a ti mismo diciendo: “Hoy no tengo el cuerpo…” No salgo que hay que ahorrar…” o cosas por el estilo. Entre tú y yo: reconoce que te gusta salir más que a un tonto una piruleta. Y si es con tu gente de hace unos años…¡mejor! ¡Oye, que una cosa no quita a la otra!
¡Ay el ser humano! Ese personaje capaz de arruinarse a sí mismo y al planeta entero las veces que haga falta (y más) con tal de obtener un mínimo de placer. Darle a unos “quintos” un juergues cualquiera- muert@ de frío o cayendo chuzos de punta– con esos amigos que son ya parte de tu familia, o bajar a sacar la basura y… ¡la lías!. Cualquier excusa es buena.
Salir de fiesta es una posibilidad que nunca se acaba. Chistes malos, risas, boomerangs… Siempre pasan cosas. Historietas que salen de la nada y ponen tu mundo del revés. La imaginación siempre está alerta para esas cosas que pasan a deshoras y de repente. Sin previo aviso ¿Qué sería de nosotros sin recordar esas noches locas de las que sólo tienes pequeñas lagunas de lo que realmente pasó? Hay cosas que no se cuentan y mueren con nosotr@s pero hay otras que se deben recodar… ¡hasta el último de tus días!
Si te quedas en casita tan ricamente, podrás librarte de bailar ‘La Gozadera’, evitar cruzarte con tu ex o escapar de algún selfie que otro. Pero nunca podrás recrearte contando aquel episodio en el que, misteriosamente, apareció un tetrabrik de leche en tu bolso o cómo escapaste de una despedida de soltero y apareciste a 100 kilómetros de tu casa.
Desbarros aparte, hay mil y una maneras de salir de fiesta. Salir de fiesta es todo un arte y la recompensa…mayúscula. Tengas la edad que tengas siempre será la buena para correrte un pedazo de juerga. Desde aquí os pido un fuerte aplauso para esos estudios que ratifican todo eso que nosotros ya sabíamos pero de los que necesitábamos base científica: no hay nada más beneficioso para nuestra salud que salir de marcha.
Y es que con una copa en la mano se entiende mucho mejor todo eso de” ¿De dónde venimos? ¿A dónde vamos?”.
No hay otra respuesta posible.
Coco.
Fuente de la foto: Yo misma un otoñal juergues cualquiera del 2015 en el Mercado de San Ildefonso (Madrid).