El título de este post podría ser 4 bodas y ningún funeral. Así estoy acabando el verano y así voy a recibir el otoño. ¿Quién da más?
Me gusta recibir tarjetones de boda. Cuando caen en mis manos, una sonrisilla incontrolable se abre paso en mi cara. Soy muy fan de las bodas. No lo puedo remediar. Se celebra el amor y es una oportunidad única en la vida poder compartir esas cosas de los novios, ese momento mágico de dos personas que se quieren y quieren estar juntos, envejecer juntos, amanecer juntos, luchar juntos mano a mano…Es difícil no sentirse feliz rodeada de tanto amor.¡Vivan los novios!
Siempre hay algo especial en cada boda que la hace diferente de la siguiente. El paseíllo hacia el altar, los votos, el sí quiero, la lluvia de arroz, el beso final…cada detalle. Todas ellas están llenas de emociones, sorpresas, nervios y alegría a partes iguales. O de unas simples palabras que esconden en cada letra un particular significado. Esos días, los de las bodas, ves mucho amor de los de verdad y acabas contagiada por la magia que cada pareja desprende. Lo mejor de cada uno sólo sale en ocasiones así. Cuando tú simplemente estas siendo tú. Cuando estás sintiendo y haciendo lo que de verdad te sale de dentro. Cuando se rompen las reglas y son la naturalidad y las emociones las verdaderas protagonistas.
Son ocasiones en las que lo que más me importa es…sentir. Me importa más que el traje de la novia o la corbata del novio. No busco la belleza. Aquí la belleza va por otra parte. Sólo busco sentir. Sentir para no perder ni un solo detalle de esos que merecerán la pena recordar con el paso del tiempo, obligando a mi memoria a que se convierta en una máquina del tiempo cazando emociones que duran, a veces, un sólo segundo. Hay imágenes que hablan por sí solas y transmiten más que las palabras. Ese abrazo de un padre, el beso de la abuela, ese guiño de tu amiga, instantes de risas y lágrimas… Al fin y al cabo esos gestos espontáneos y auténticos que salen del alma son los que llegarán al corazón de los demás y guardaremos en la retina porque, por mucho que los volvamos a hacer, nunca serán repetidos de la misma forma.
Todo en una boda destila sentimientos. Los novios se sienten más enamorados que nunca, no se sueltan de la mano y una avalancha de emociones fluye a flor de piel. Pocas cosas nos llegarán más al corazón que ver el brillo de sus ojos y la sonrisa permanente en sus caras. Eso y mucho más es lo que palpas y respiras cada vez que que alguien se casa, porque el amor cuando llega lo hace con tanta fuerza que…casi lo puedes tocar.
Son…las cosas del querer.
Coco.
Un besazo infinito a todos y cada uno de los que aparecen en los tarjetones de la fotografía.
Me siento privilegiada por dejarme compartir vuestra felicidad de ese día que marcará el resto de vuestros días.