La vida te pone pruebas.
De repente, y por el motivo que sea, te quedas de nuevo solo. O te rompen los esquemas. O te cambian el paso. De repente aparecen huecos por rellenar y no sabes qué hacer tú contigo. Eso nadie nos ha enseñado a manejarlo. No sabemos cómo se hace lo de cuidarnos, eso de reservar momentos solos. O de buscar ratos de silencio. O no depender de los planes de otros. No hay nadie que no quiera ser feliz. Sin embargo, cuando se trata de ser feliz en soledad parece una empresa imposible. ¡Madre mía! ¡Se abrió la caja de Pandora!
La soledad está muy mal vista, eso para empezar. Tiene muy mala prensa. Tanta que hay gente que huye de ella como si fuera el mismo demonio. Sienten pavor a la falta de planes, al aburrimiento. Los hay que mueren de miedo pensando qué van a hacer solos. Y todo eso -tengo la sensación- se debe a que últimamente se ha puesto de moda mostrarse fuertes. Demostrar al mundo entero que podemos con todo…y NO. Somos débiles. Nos apagamos. Somos muy vulnerables aunque nos guste mostrarnos rematadamente seguros frente a los demás no vaya a ser que descubran nuestro punto flaco. Y uno de esos puntos flacos es vivir la soledad.
Estar solo no es sentirse solo. Y no siempre tiene que ver con la tristeza. Hacer cosas solo tampoco significa no tener amigos. Estar solo se llama atenderte. Se llama reajustar tu maquinaria. Y para eso…hay que estar solo.
Todos estamos necesitados de la soledad pero hay que aprender a usarla. A saborearla sin exigirse demasiado. A hacer de ella tu aliada. Y cuando uno se permite la soledad de esa manera descubre su cara amable. Nada se pierde por probar a ver qué tal pero todo se pierde por no atreverse. Hay que atreverse a hacer cosas y vale la pena dar rienda suelta a nuestra soledad, una experiencia en la que descubres…y te descubres. Puede ser un buen comienzo volver al pueblo. Sentir el silencio, un café aromático o un desayuno sin prisas. Apagando el móvil. O ponerte el pijama, tu libro, peli o serie favorita y te olvidas del mundanal ruido. Dedicarte un rato a hacerte mimos…o a pequeñas ilusiones.
Deja de pelearte con la soledad. Hay una parte de ti que la necesita. Llévate bien contigo. Acaba con las ataduras. Rompe ese círculo vicioso de hacer más para complacer más a los demás olvidando lo realmente importante: que tu mejor compañero va siempre contigo. Porque entre lo importante, lo urgente y lo que NO puede esperar está…tu soledad.
Coco.
Fuente de la fotografía: Pinterest