…su arma secreta.

Me encantan las tardes de paseo. A paso lento por las aceras, me embobo viendo escaparates y tiendas, lugares mágicos que recogen un sinfín de historias y tradiciones y donde los comerciantes, entre sus cuatro paredes, te invitan a perderte durante horas. El amor por lo que hacen, un buen inventario y ofrecer a sus invitados una experiencia única son…su arma secreta.
Y es que a lo largo del año son muchos los momentos que pasamos con nuestros tenderos de siempre. Algunos pasan de padres a hijos y tú, junto a ellos, les has visto crecer. Son historia de tu vida. Cada uno pone cara al lado amable de la ciudad (¡hay que ver cómo se alegran al verte entrar!) y cada tienda es ese pequeño rincón donde las cosas se hacen con cuidado, a paso lento, sin prisas, dando conversación y preocupándose por su público. Conocen lo que le va a cada cliente y lo que no, nos hacen repasar cada uno de sus estantes buscando eso que les hace únicos y saben al dedillo los gustos y manías de Manolo, de Pepa y…los tuyos.
¿De qué pasta estarán hechos los tenderos? Verdaderos amantes de su trabajo en el que, a veces, el precio a pagar es demasiado alto. Muchos son los días que nos hacen la vida un poco más fácil aunque la suya se complique. Da igual que el pedido sea pequeño, ellos siempre encantados de poderte ayudar. Su bien es nuestro bien…y tú lo sabes. Sabes que te darán lo mejor porque quiere volver a verte. Defienden su tienda con buena salud y llevarse un sueldo digno a casa es todo un logro. Cuando pasas un rato con ellos te cuentan que no tienen ningún interés en pelear con la era digital. Saben que es una batalla perdida. Sólo quieren seguir siendo las tiendas de barrio, las de siempre, ese lugar especial en el que dejas volar la imaginación y vives la experiencia de soñar al comprar. Detrás del mostrador ser pequeño…es grande. Son dedicación y sacrificio en estado puro.
Ahora en mis paseos de cuarentena he visto lo que es una ciudad enferma. Se me encoje el corazón ver en mi barrio negocios cerrados. Las tiendas se van. Muchas han bajado la persiana para siempre sin que nadie preste atención a su grito de auxilio. En este momento las calles no tienen vida ni luz. Cuando la ciudad dormía, sus luminosos seguían velando por nosotros. Hoy ya no. Hoy ese trajín diario se está apagando lentamente… ¡STOP! ¡Algo habrá que hacer!
El COVID-19 sigue siendo fuerte pero todos juntos lo somos más. Necesitamos que el pequeño comercios resista y ahora más que nunca, sea lo que sea eso que busques, confía en el tendero de la esquina. Ellos nos han regalado muy buenos momentos ¿se los devolvemos? No perdamos la historia de nuestra ciudad. Porque si juntos les ayudamos hoy…ellos podrán servirnos mañana como antes. Como siempre.

Al pequeño comercio hay que cuidarlo entre todos. Si no…morirá.
En nuestra mano está.

Coco

Fuente de la fotografía: Pinterest.

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