¿En manos de quién estamos?

Nada más ver la foto de esos dos dándose la mano en un hotel de Sentosa, también llamada “la Isla tras la muerte” y antiguo refugio de piratas, lo primero que me vino a la cabeza fue que necesitaban urgentemente un nuevo peluquero.
La siguiente vez que esa foto se cruzó en mi camino me acordé que el más bajito atesora cerca de 60 bombas nucleares y dirige un ejército formado por más de un millón de personas. El pelirrojo busca, o esa el la sensación que tengo, demostrar al mundo entero ( y a parte del Universo) que él es capaz de hacer aquéllo que otros no pudieron hacer en el pasado.

El poder, para algunos como estos dos, no deja de ser una enfermedad. Obsesionados por llegar a él y mantenerlo a toda costa, dan bandazos de lado a lado sin importarles la ética y la vergüenza para redefinir el éxito conforme a lo que ellos quieren. ELLOS. No aquéllos a los que representan. ¡Ojo a la diferencia! Renuncian a sus principios cada vez que hace falta. Quieren imponer, como sea, su opinión. Destilan una ambición desmedida. Su adicción al poder les lleva a no saber qué es eso de los remordimientos. Insaciables.Totalitarios. Egoístas. Manipuladores (los dobles que llevan a todos sus encuentros para las “escenas de peligro” ya han sacado una sonrisa a más de uno que pasaba por allí). Mentirosos compulsivos. Chantajistas. Conspiradores. Soberbios. Arrogantes. Inflexibles e impredecibles. Aman ser poderosos por encima de todas las cosas hasta el punto que se creen, directamente, Dios.Y tan dioses se creen que trabajan para el pueblo y por el pueblo pero sin hacerle al pueblo ni puñetero caso. Para ellos no existen causas mayores que la ambición personal. Todo vale para conseguir el poder.

Estos dos harían llorar de emoción al mismísimo Maquiavelo.

Sin embargo, su ansia de poder no es más que MIEDO y, para protegerse, se convencen a sí mismos y a los demás que están rodeados de enemigos y si no existen, los inventan. Tienen cierta obsesión por su seguridad y temen sufrir un atentado.Uno de los dos, adivinad cuál de ellos, lleva su propio inodoro porque teme que sus enemigos puedan hacerse con sus heces y así conocer su estado de salud. El del flequillo naranja lleva dos limusinas blindadas apodadas como “La Bestia”. Sólo hay que recordar cuando el asiático envió varios aviones trampa antes de que el suyo aterrizara. Y si nos fijamos bien cuando sale en los medios veremos que lleva un śequito de una docena de hombres cuya altura es similar a la suya. Los utiliza para, en caso de ser necesario, actúen como escudos humanos. Su equipo de seguridad le sigue al trote cuando va en su limusina formando un anillo alrededor con una visión de 360 grados. Esto en mi tierra se llama…MIEDO.

¿Se volverán a insultar otra vez? Mientras esta pregunta pasea por millones de mentes, otras almas rezan porque no sea así. No respetan los límites. Auténticos depredadores para los que el resto de mortales somos sólo un rebaño sin nada que aportar. No aceptan consejos de nadie. Impulsivos. Llevan rematadamente mal la frustración. Creo que en el caso del bajito ya de pequeño vivía estresado porque no tenía nadie de su edad con quién jugar. Fracasados morales que llevan toda la vida acomplejados por ser los segundones de la pandilla. De hecho, el del peinado “ambitious”, mientras estudió en Suiza ya demostró su poca habilidad en la relaciones sociales (vivió bajo un seudónimo todos esos años) y lo mal que se le daban las matemáticas, la física, la historia y alguna que otra disciplina más. Es por eso que no dejan títere con cabeza. Sin compasión ni humildad. Jamás reconocen sus errores. Sin ningún tipo de arrepentimiento cuando hacen daño.
Sólo buscan el reconocimiento y …a cualquier precio.
Y todo esto sólo por llegar a ser…alguien. Por llegar a ser…algo.
El poder. Una de las mayores causas de infelicidad del ser humano.

A la tercera, la pregunta llegó sola. ¿En manos de quién estamos?

P.D.: ¿Será el mundo más seguro después de la reunión de estos dos?

 

 

Coco.

Fuente de la fotografía: Pinterest.

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