¡Unos profesionales, oiga!

¿Quién no ha practicado esa manía innata en el ser humano de examinar la vida de otros?
Todos en algún momento perdemos el tiempo con tonterías al hablar de los demás y, hasta ahí, más o menos se acepta. Y se acepta porque la raza humana somos una panda de arrogantes que nos creemos con la capacidad y el derecho de predecir la vida y el ocaso de otros en lugar de prevenir lo nuestro. Es ahí cuando viene el problema y es ahí cuando aparecen en escena esos tipej@s que, con una gran capacidad para la imaginación, dotan a la vida de los demás de pasajes que jamás han vivido. Inventores que empiezan ensayando con sus propias vidas y, cuando ya han cogido carrerilla, se dedican a analizar e imaginar las de los demás.
¡Pobre gente! Les alivia saber que los demás también tienen los pies de barro. Y si para eso hace falta inventar, inventan lo que haga falta: fracasos, fallos, metidas de pata…cualquier traspiés es bueno para que se conviertan en falsos gurús y sentencien qué o qué no lleva a una persona a hacer algo. O en agoreros que tiran de la “ciencia” para protegerse a sí mismos.
Porque los más atrevidos se creen capaces incluso de leernos la mente al resto de la humanidad a pesar de las máscaras y de las corazas que nos ponemos cada día. También hay quienes te ponen fecha de caducidad, que si durarás menos que un pastel en la puerta de la escuela, que si sigues así vas por mal camino, que si haces estos es porque eres esto otro…hasta el punto de elaborar toda un tesis doctoral salpicada de frases de autoayuda que cogen de aquí o de allá, según les convenga, para reforzar la opinión que tienen de ti. ¡Unos profesionales, oiga!
Para ellos el mejor pasatiempo es dedicarse a inventar el pasado y adivinar el futuro de antemano y sacar conclusiones antes de tiempo. Esta fauna mueve los hilos en función de la persona que tienen enfrente. Tienen alguna especie de morbo con la vida ajena y no se dan cuenta que lo que critican es lo mismo que ellos hacen a escondidas.
Lo siento lectores de mentes pero os tengo que dar una mala noticia: los humanos somos incapaces de adivinar el futuro nuestro y mucho menos el de los demás. Y si lo que os pasa es que os sentís decepcionados por tener una vida vacía y sin cosas importantes a las que dedicaros, dejad de inventar. Es una manía insana que, tarde o temprano, os pasará factura. Y sí. La vida es más bonita cuando no juzgas, no inventas y no te metes en la de los demás.

Moraleja: En la medida que podáis, no caigáis en la trampa de juntaros con estos inventores ni creer en sus «estudios científicos». Son nefastos. Y cuanto más expertos se creen…peores son los resultados de sus inventos.

Coco.

Fuente de la fotografía: Pinterest.

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