Hasta los huevos de los cenizos, de los pesaos, de los del mal rollo, de los quejicas, de los amargados, de los chivatos, de los llorones, de los necios, de los populistas, de los pobrecitos, de los matones, de los abusones, de los gilipollas, de los imbéciles, de los que solo saben molestar, de los que no son empáticos, de los que van sin mascarilla, de los que fuman, de los que hablan como si estuvieran perdiendo el oído, de los altivos, de los aprovechados, de los que lo van dejando todo pasar, de los que esconden sus cadáveres debajo de la alfombra, de los que intentan disimular y se les ve venir a dos kilómetros, de los perdona vidas, de los mentirosos, de los del lenguaje inclusivo, de los que me dicen lo que tengo que hacer, de los perdonavidas, de los besugos, de los cafres, de los chupasangres, de los huevones, de los zarrapastrosos y de los magantos (como diría mi abuela).
Parecen muchos, o pocos, pero con todos estos me he cruzado esta semana y si me tienen hasta los huevos.
Porque cuando uno está hasta los huevos de algo pues coge y lo dice así sin más.
Por cierto también estoy hasta los huevos del Black Friday.
Caye