¡HASTA EL CULO!

 

Soy de esa clase de gente con la firme creencia de que debemos dar lo mejor de nosotros mismos siempre. Y así nos pasamos la vida: esforzándonos lo indecible para dejar nuestra huella, gritando más fuerte que el de al lado para que nos vean mejor o currando el triple para alcanzar…lo que algunos consiguen casi sin esfuerzo. Y, a pesar de incluso conseguirlo, siempre queremos más porque nunca es suficiente.

El mundo en el que nos movemos nos aprieta, hasta ahogarnos, para cumplir determinados estereotipos. Nos impone unos cánones a veces incluso de difícil cumplimiento. Y por supuesto, nosotros que somos muy obedientes, aceptamos el apretón.

Cuando desde chiquitina te enseñan a convivir con ciertos aspectos del mundo que te rodea, acabas haciéndolos tuyos y acabas, también, absolutamente convencida de que no hay otra forma de hacer las cosas. El sistema en el que nos movemos genera un rechazo a determinadas imperfecciones y, claro está, que levante la mano el que quiera ser rechazado. Al final sólo te relacionas con esa tribu con la que te sientes “uno más de la manada”. Sin embargo, lo cierto es que somos tremendamente vulnerables a que nos vean “de verdad”. Que vean qué se esconde tras “la máscara”. Que nos vean tal cual somos.

El resultado es que, de una forma u otra, intentamos pertenecer al grupo “triunfador” y lo peor de todo esto es que nos pasamos la vida entera suspirando por ser quien no somos y sintiendo envidia del otro.

Era de esperar.

Y la culpa es nuestra…¡POR TONTOS!

Os anuncio que, después de un largo tiempo intentándolo, ¡dimito! NO QUIERO. ¡Estoy hasta el culo de intentar hacerlo todo mejor que nadie!

Vayamos por partes. Como ser humano necesito sentirme conectada con el resto de la humanidad. Pero como Coco necesito mostrar mis luces y mis sombras sin miedo a sentirme rechazada porque lo que de verdad soy, lejos de ser perfecto, no sea aceptado. Me ha costado muchos años quererme y, francamente, ser lo que no soy es lo que me provoca el mayor de los fracasos. Necesito a mi lado a personas que no critiquen mis rarezas, mis manías y mis gritos. Pero también que sepan respetar mis momentos de silencio o de soledad.

¿Dónde estaría la solución? La verdad es que eso de de quejarme sin plantear soluciones lo llevo bastante mal. Podría darle más vueltas al asunto pero siempre llegaría a la misma conclusión: “Coco, tú a lo tuyo. Ni  caso a lo que digan los demás sobre tus extravagancias”.

Básicamente me he dado cuenta que no quiero alejarme de mis imperfecciones. Que me alivia decir “no puedo más “o “estoy rota” cuando realmente lo estoy. Que quiero que mis carencias salgan a la luz sin sentirme culpable. Y que si ser tonta significa no estar al cien por cien 24 hora al día durante 365 días, entonces querido amigo… ¡el tonto eres tú!

 

Gente de bien que me leéis y opináis como yo, respirad aliviados: ¡NO TODO ESTÁ PERDIDO!

 

Coco

Fuente de la fotografía: Pinterest

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2 COMENTARIOS

    • Jajjajaja gracias Bibi!!!!!!!!!!!!! Eso de molar hasta cabreada es de lo mejorcito que he leído en muuuuuucho tiempo!!!
      Un besazo enooooooorme!!!

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