Hay días en los que, de verdad, la realidad supera la ficción. Y es que eso de que “el sentido común es el menos común de los sentidos” es una verdad como un templo.
Todo podría parecer muy inofensivo hasta que, de pronto un día, descubres que información sobre tu vida, la de tus amigos y sobre todo, de tus hijos (y de los hijos de mis amigos) puede ser recabada por alguien que no conoces e incluso ser utilizada para manipular y engañar. Y, además, también descubres que ese alguien se dedica a utilizarlas perversamente para hacer daño a diestro y siniestro, incluidos menores. Esto es lo que venimos llamando MALA GENTE con mayúsculas. Morralla, gentuza, caterva… (se admiten sugerencias) que sólo persigue un fin de venganza caiga quien caiga, aunque los que caigan también sean niños.
Rabia e impotencia fueron las primeras sensaciones que tuve cuando recibí una llamada para contarme que fotos de familia, de mi gente y de nuestros niños han sido utilizadas sin consentimiento alguno para hacer daño a una tercera persona por unos hechos ocurridos en 2013. El tipo en cuestión quiso aplicar “su justicia” en lugar de dejar que la justicia actuase. ¿Desesperación? ¿Venganza?
Circula por ahí la falsa creencia de que todo lo que publicas en tus perfiles de las redes sociales puede ser utilizado por cualquiera. ¡FALSO! El derecho a la imagen es un derecho exclusivo de cada uno de nosotros y el hecho de que subas fotos a una web, a una red social o a lo que sea no implica más que dar permiso a contemplarlas… ¡Y PUNTO!
Dicho esto, mi perfil es mío y las reglas las pongo yo. Y si me da la gana y te dejo ver mis fotos en las redes, eso no te da permiso para que las uses en contra de terceros puesto que sólo tiene efectos dentro de esa red social y no fuera de ella. Puedo publicar lo que me salga de las narices y si copias mis imágenes podré demandarte. Y no sólo yo sino también los que salen en esas fotos y los padres de los menores…así que ¡vete preparando la cartera!
Saber que si alguien no atiende a la ley ésta está de mi parte, me tranquiliza y mucho. Después de todo, consuela eso de que la ley no ampara a las alimañas en ese abuso y en esa maldad manifiesta al recurrir a datos personales de terceros ajenos al caso y, lo más grave, terceros menores a los que les amparan unos derechos fundamentales dotados de una especial protección.
Esta es la cara oculta de las redes sociales. Y…me rebelo.
Me rebelo porque me gustan mucho las redes sociales. Me parecen un gran invento. Y no. No es de recibo atacarlas, demonizarlas y hacerlas culpables de todo.
Y es precisamente por eso que no pienso dejar de usarlas. ¡Muy al contrario!
Coco.
Fuente de la fotografía: Pinterest.