En el refranero español se recoge una frase que dice «Quien hambre tiene, en pan piensa», pero en mi pueblo, que somos mas chulos que un ocho decimos que «El que tiene hambre, sueña rollos», ¿Para qué nos vamos a conformar con pan?.
Es absolutamente humano eso de querer siempre más de lo que tenemos, (ya lo decía Maslow) y más aún cuando podemos elegir. Cuando queremos algo no queremos un genérico, eso lo dejamos para cuando hacemos la compra en mercadona. Si queremos un móvil queremos ESE móvil, si queremos un coche, ESE coche, si queremos un trabajo, queremos EL trabajo, y no cualquier cosa nos vale.
El afán de superación está muy bien, es muy digno querer siempre lo mejor, pero habrá que currárselo, ¿o no?. Digo eso porque parece que últimamente estamos un poco a la que cae… Queremos que las cosas nos salgan solas, que el destino confabule a nuestro favor y que los resultados sean siempre de 10. No es que no piense que te mereces todo lo bueno que te pase, que si, que yo para los demás siempre quiero lo mejor, incluso para los que no son mis amigos, pero tampoco me gusta que los éxitos le lleguen a quien no se lo trabaja.
Por suerte, a nuestra generación nos educaron en la cultura del esfuerzo, («el que algo quiere, algo le cuesta»), pero parece que esto ya está pasado de moda, ahora estamos en el «dame más, que más me merezco» y no, por ahí no paso. Aquí curramos todos, escribimos todos, estudiamos todos, y si no obtienes lo que quieres será porque algo no estás haciendo bien.
En vez de mirar tanto tu ombligo y pensar en que eres el centro del mundo y todos los rollos deberían de ser para ti, mira a ver que hacen los demás, que por un poco de pan se dejan el alma y consiguen además del éxito el reconocimiento social.
Reyes