Cada día en mi trabajo me encuentro con gente que le encanta “vender la moto” de esos que antes era clasificados como vendedores de feria.
Yo los evito a todas todas, pero siempre hay algún kamikaze que esquiva todos los filtros.
Intento ser educado y dejarle hacer, pero lo que no voy a permitir es que me mientas.
Hace poco acompañé a un cliente que quería contratar a una empresa que según ellos eran un referente en el sector con muchos casos de éxito, el caso es que los acompañe y estuve atento a toda la reunión.
Todo era, tenemos que vender una emoción, el producto tiene que llegar al corazón. En un mes tendremos más de 1500 seguidores en Facebook e incrementaremos las ventas un 20% y vamos a despegar con las ventas y vamos a crear 80 artículos que los mostraremos en los mejores blogs de España para dar notoriedad a la marca, así una detrás de otra durante 40 minutos sin parar de hablar.
Charlatán, charlatán, y para colmo se lleva a la reunión a un socio que dice que él tiene una empresa a la que gracias a sus técnicas él ha incrementado mucho las ventas.
Como entenderéis mi misión era estar callado y escuchar, para luego valorar en privado. Y mi valoración era que ni de coña.
El caso es que mi cliente lo contrata, ahora viene lo bueno. Han pasado más de mes y medio y… ¿Tú has visto algo hecho?
Este pavo ha pillado la pasta y solo hace que mandar emails de que el lunes que viene despegamos, lleva ya tres igualitos.
Mis 3 aprendizajes:
Primero. – Escucha a quien piensas y sabes que sabe más que tú, pero sobre todo a los que tienes cerca a esos que te conocen mucho más de lo que tú te piensas.
Segundo.- Si estás dispuesto quemar pasta, al menos que sea en una fiesta memorable.
Tercer.- Estoy esperando la F I E S T A
Caye