El otro día me recordaba Reyes un post que escribí hace tiempo. Se titulaba “Ahora que peino canas…”. En él hablaba de que nos transformamos a ser lo que no somos por miedo. Porque tenemos miedo a (casi) todo. También hablaba de la necesidad de ser original y de la de arriesgar dando rienda suelta a la imaginación
Hoy, cuatro años después, estoy más convencida que entonces de lo que decía. Me apetece más que nunca hacer lo que me da la gana a pesar de que siempre aparecerá alguien que cuestione la forma en que organizo y disfruto de mi vida. Y es poco lo que se habla de esa gente gris, con el morro torcido todo el día y cara agria, reprochando a diestro y siniestro lo que hacen y dejan de hacer. Sea lo que sea, siempre cuestionarán la vida de los demás. A veces me tocan tanto las narices que me dan ganas de espetarles que me dejen en paz y que se dediquen a disfrutar de la suya si es que saben lo que eso significa. Luego pienso en mis energías (que están para seguir disfrutando) y se me pasa.
A ver, almas de cántaro: tratad de probar un poco de aquí y otro poco de allá, atreveos a vagar de vez en cuando sin rumbo fijo (¡o que piloten otros!), a estar solos y que os guste vuestra soledad. Haced una lista con las cosas por las que preocuparos y por las que no y aquí debéis ser sinceros con vosotros mismos porque, a lo mejor, os toca reconocer que lo que os pasa es que no estáis viviendo la vida que os gustaría y eso os lleva por la calle de la amargura. Probad disfrutar del placer de vivir (que son dos o tres días ná más), de conocer gente nueva, de aprender de los demás (y entenderles), de quitar importancia a las cosas, de reír con todas las ganas y de equivocaros. A veces sales ganado. Comprobado.
Diré, por experiencia propia, que si intentas hacer esto desaparecerán muchos de tus males imaginarios.Y algunos dejaréis de dar lecciones morales a los demás. DATO IMPORTANTE.
No lo digo con resentimiento. Lo digo porque somos una legión los que no consentimos que nadie venga a decirnos lo que tenemos que hacer a no ser que pidamos consejo y nos aburren esos sermones que solo hacen que poner en evidencia al sermoneante. La sinceridad no pedida está, en mi opinión, sobrevalorada y en este mundo todos tenemos defectos y tú…también.
Coco.
Fuente de la fotografía: Pinterest.