¿CUESTIÓN DE SUPERVIVENCIA?

Hoy iba a empezar con una confesión pero he preferido ir directa al grano: No siempre estamos de buen humor. Hay días que no, por mucho que lo intentes.
Entre los motivos que más tenemos a mano podemos alegar que sea por culpa del finde o que sea porque no ha sonado el despertador. O también porque has dormido fatal. ¡Vaya usted a saber! El caso es que tu frase del día será algo así como “¿pero qué mierda es esto?”
También pasa, muy a menudo, que hacemos todo lo que nos han dicho que hagamos y, aun así, el resultado no es el que esperábamos. Y entonces, nos sentiremos fatal y tendremos…otro día mierda. Tener un día de mierda de vez en cuando es lo más normal del mundo, y habrá que vivirlo y sacarle toda la sustancia posible porque el duelo existe y no pasarlo no es una buena solución. Ahora, eso sí, después del duelo…a seguir.
Como soy tonta me consuela mucho saber que no soy la única humana que padece estos cambios de humor. ¡Aquí no se libra nadie! Pero también me consuela saber que hay muchas otras cosas que me pueden salvar el día. Como, por ejemplo, que siempre habrá alguien en algún rincón del planeta que me supere en eso de tener un día de mierda. (O como decía mi abuela: “mal de muchos, consuelo de tontos”).
Mi tía la de Murcia siempre habla de una regla muy simple. Dice que nunca falla: “No pienses demasiado después de la cena. Pensar demasiado al final del día es la receta perfecta para una noche de insomnio. Todo se ve mejor a la luz del día. Haz la prueba. Funciona”. Pues bien…he hecho la prueba al revés. Por algún sitio se empieza ¿o no? Y sí, funciona. Y alegra saber que puedes con eso y con mucho más porque he notado en mis propias carnes que aplicar cierta amnesia a la hora de afrontar los problemas no va a solucionar el problema pero te ayudará a mirarlo con otros ojos. ¿Cuestión de supervivencia? Pues realmente no lo sé. Pero lo que sí tengo clarísimo es que el problema está en los ojos de quien mira.
Así que tú, la/el que está detrás de la pantalla, cuando tengas un día de mierda, y te lo digo por experiencia, lo más aconsejable será que trates de asumir esa condición y de mantener los ojos bien abiertos. Yo, incluso, en ocasiones he llegado a pensar en la meditación…”¿Meditación YO? ¡Calla loca!¡Tú no sirves para eso!” “¿Y si te ríes de ti? ¿Reírme de mi misma? ¡Haz la prueba!» (es mi otro yo la que ha escrito esto último).  Y sí, sinceramente, la sensación de libertad que me ha dado el poder reírme de mi cada vez que lo he necesitado me hace más fuerte. Me libera, me relaja y elimino el estrés. ¡3 en 1! De un tiempo a esta parte, visto lo visto y tal como está el panorama, me he vuelto firme defensora de que hay que practicar más eso de reírte de ti mismo. Porque si te ríes de ti, despistarás a los demás, se reirán contigo y entonces serás invencible. Comprobado.

¡Habéis visto? Cada vez que viene el humor…nos salva.

No tengáis miedo a hacer el ridículo. Hay que saber sacarle punta al lado cómico de nuestro drama. Sólo hay que tener confianza y, si sale mal, pues…otra vez será.

No hay más.

Coco.

Fuente de la fotografía: Pinterest

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