¡Cómo está el servicio!

¡Cómo está el servicio!, eso pensamos el sábado Laura, Alejandra y yo después de que nos atendieran dos camareros de ojos azules y sonrisa infinita. Y es que esas sonrisas, de las que a veces no nos damos ni cuenta, son fundamentales para nuestra vida.

Las sonrisas de los camareros, y de las camareras, que nos acompañan en nuestros momentos de celebración se convierten en parte importante del éxito del evento, pues empatizan con nosotros y nos ayudan a que el ambiente en el que nos movemos siga siendo de disfrute y tranquilidad. Es fundamental que las personas que nos atienden tengan actitud de servicio y nos ayuden a que todo sea fácil y lo pasemos fenomenal, pero también es importante que sepamos que son profesionales, que están realizando su trabajo de la mejor manera posible y que están para servirnos, pero no para lo que a nosotros se nos antoje.

La sonrisa con la que me sirven el café de la mañana en el bar de debajo de mi oficina, y ese «Que tengas un buen día» es una manera fantástica de comenzar la jornada. Es junto con la cafeína del desayuno, el chute de energía necesario para afrontar un día que no sabemos cómo se puede desarrollar.

Esas sonrisas siempre acompañan algo bueno, una bebida, algo de comer o un rato de desconexión. Como la sonrisa que acompaña al vermú del jueves por la noche. Esa sonrisa es la que me recuerda que el fin de semana está cerca y que es momento de relajarse. Ese vermú siempre viene acompañado de risas y de amigos, de momentos de felicidad instantánea que se ve reforzada por las sonrisas de detrás de la barra.

Es fundamental que las personas que se dedican a la hostelería desempeñen su trabajo pensando en el cliente, y que nosotros como clientes les respetemos como profesionales que son. No olvidemos que sus sonrisas nos pueden alegrar el día, y a ellos las nuestras también.

¡Gracias chic@s por alegrarnos los días con vuestras sonrisas!

Reyes

 

 

 

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2 COMENTARIOS

  1. Hace muchos años trbajé como camarera en un bar de tapas en Madrid, mientras luchaba por buscar mi hueco en mi profesión de actriz… Hay un dicho que dice que los actores estudiamos Arte dramático y Hostelería… Me gustaba tanto el trabajo que hice amigos entre los clientes, amigos que hoy siguen en mi vida…
    Me sabía sus nombres y lo que tomaban y en cuanto les veía entrar les decía «Hola Fulanito, ¿una caña?» Y mantenía conversaciones con ellos que me enriquecían y llenaban mi imaginario para mis posibles personajes futuros.
    Un día, ya en el teatro, saludando al final de la función, en lo que nosotros llamamos «las glorias» con muy poca humildad, lo reconozco, me topé con la mirada y la sonrisa de una pareja que venía por aquel bar. Fue un cruce fugaz, el justo entre que yo me inclinaba para saludar y me volvía a poner recta para abandonar el escenario… Por suerte el público siguió aplaudiendo y tuvimos que volver a salir y así pude dirigirme a ellos, les saludé haciéndoles ver que me acordaba de ellos y les indiqué que me esperarán a la salida.
    «Blanca y Carlos, una copa de Lan y otra de Colegiata… Qué alegría veros» «Más nos alegramos nosotros de ve que has conseguido tu sueño»
    y nos intercambiamos los teléfonos… Recuperé dos amigos del pasado por esas sonrisas de las que hablas.
    Y mientras escribo esto sonrío recordándolo.
    Una sonrisa infinita
    Sara

    • Me encantan esas sonrisas. Yo también me encuentro con personas que he conocido al otro lado de la barra y nos reconocemos por la calle y nos sonreimos con el mismo cariño con el que me servían el café.
      Me alegra haberte hecho sonreir, Sara!
      Un beso,
      Reyes

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