¡Hay que ver la facilidad que tenemos para hacer lo que menos nos gusta!
No sabemos cómo pero somos especialistas en machacarnos sin razón. Desde luego yo la primera. Y aun sabiendo lo que va a pasar repites y repites y repites y así en bucle una y otra vez… ¡sálvese quien pueda!
Durante las pasadas fiestas he intentado, sin éxito, desconectar de todo y tener tiempo para mí. Y lo único que me ha quedado claro es que debo revisar mi manera de hacer las cosas. He cometido muchos errores. Sabemos que somos humanos. Obvio. Y precisamente por ser humanos no somos perfectos. Ni tú, ni yo, ni el vecino del quinto…ni nadie. Por lo menos nadie que yo conozca. ¡Y menos mal! Porque el mundo sería aburridísimo si no pasara esto. Pero lo peor de todo es que nadie, cuando mete la pata, se le ocurre que quizás haya sido porque estaba equivocado. Es más fácil echar la culpa a otro. Porque lo que el otro ve, normalmente, no es lo que veo yo.
No sé si estaréis de acuerdo con lo que digo. Quizá la edad me esté volviendo demasiado sensible o una exagerada a la hora de sentir. No estoy excusando nada ni justificando nada. Que nadie se equivoque. Las emociones son las que mueven el mundo. Pero es imprescindible aprender a usarlas. Saber la definición pero no saber usarlas es el gran problema.
Hay cosas que van más allá de lo que ven los ojos y yo quiero ser capaz de ver y mirar. Estar atenta a las acciones de los demás. Sin dejar a nadie atrás. Todos somos valiosos.
Todo esto lleva tiempo. Lo sé. El objetivo es eliminar “al enemigo” y seguro que, si sigo por ese camino, el problema dejará de ser problema. Hay que vivirlo y “sufrirlo”. Porque sólo aprendemos a base de la experiencia. La verdad es que no va a ser tarea fácil y la cantidad de obstáculos que voy a encontrar va a ser más que considerable. Pero no importa. No se puede tener éxito siempre. Debo aprender a gestionar el fracaso y aceptarlo como algo necesario.
Nuestra mayor fortaleza es equivocarnos. ¿No os habéis dado cuenta aún?
Hagamos lo que el sentido común nos dicte. Atrévete. Merece la pena hacerlo.
Sólo hay que saber mirar…más allá.
Fuente de la fotografía: Saul Leiter (1923-2013)