¿Nunca habéis conocido a alguien y habéis sentido algo que no se puede explicar con palabras? Como una conexión diferente, como un hilo invisible y especial que te une a esa persona sin saber el motivo, sino que por “a” o por “b” habéis congeniado de tal manera que sientes que va a ser alguien especial en tu vida. Algo que llamamos de tantas formas diferentes a mí me gusta llamarlo complicidad.
Esa persona con la que has hablado durante horas y se han pasado volando. Que si quedas de vez en cuando con esta persona te emociona verlo sin pretender nada más. Y que a pesar de conocerlo de poco o de mucho, te salen muchas más cosas que con otra persona. Que comprende tu sentido del humor y tú el suyo, te ríes porque sí, que te hace sentir bien con sólo estar a tu lado, que estás a gusto en esos silencios que con otras personas pueden parecer incómodos, y no necesitas llenarlos. Y que una mirada es suficiente para saber lo que está pensando el otro, sobre todo si va acompañada de una sonrisa.
Hablo de ti amigo y amiga cómplice, tu que has compartido momentos importantes de cuando éramos niños y soñábamos con ser un montón de cosas, de cuando éramos adolescentes y teníamos las hormonas a flor de piel y que ahora cuando ya vemos las cosas de otra manera distinta somos capaces de darle otro sentido a la vida y reírnos de lo pasado, de lo vivido, de lo llorado y de lo reído. Nosotros somos así y por mucho que le joda a la gente no vamos a cambiar ahora.
No recuerdo las años que nos conocemos o quizá no quiero contarlos, pero lo que quiero decirte es Gracias amig@ cómplice.
cAyE