El 2020 sólo ha necesitado un virus para arrasar con gran parte de los planes de medio planeta y el problema principal de todos los que habitamos en él es que la vida no sabía funcionar de otra forma. Nos pasábamos los días haciendo planes y de pronto…¡sólo toca vivir el presente!
¡Ojalá pudiéramos decir que todo pasará pronto! Pero parece que no va a ser así. La realidad es la que hoy por hoy estamos viviendo y, según los entendidos, de la que nos va a costar salir. Se ha colado un peligroso bicho en nuestras vidas y hemos visto como nuestro tranquilo mundo ya no funciona como antes. Hasta ese momento pensábamos que teníamos la respuesta de todo (o casi todo) y ahora vemos cómo la respuesta es únicamente aceptar lo que nos viene dado y a partir de ahí si hay que volver a empezar…¡pues empiezas y santas pascuas!
¡Dejemos de gastar energía en querer cambiar lo que no se puede cambiar! ¡El bicho no depende de nosotros! Dado que eso (lo de cambiar, digo) es imposible, estamos en el momento perfecto para darle la vuelta a todo aquello que no nos gusta y así comprobar, una vez más, que somos más fuertes y más resolutivos de lo que pensábamos. Si repasamos las lecciones de historia que nos dieron en el colegio veremos como ha sido así a lo largo de los siglos. Necesitamos que nos arranquen de cuajo lo que más felices nos hacía para provocar una revolución en nuestras vidas.
Dejar de preocuparnos, preocuparnos hasta caer en el insomnio, volver a hacer planes, tomar caminos equivocados…todas las opciones son correctas. Cada uno tendrá su manera de actuar y cada uno sabrá qué decisión tomar. No hay un patrón a seguir.
Por eso creo firmemente que, de vez en cuando, está bien no saber qué hacer. Al fin y al cabo se trata una vez más de ponernos manos a la obra, aunque sea dando palos de ciego, para ver lo que sobra y no lo que falta. Y es ahí donde reside la verdadera libertad del ser humano. Estoy convencida. Porque nos permite asomar la patita y salirnos del rebaño mostrando hasta dónde somos capaces de llegar.
Y sí. Esa verdadera libertad incluye que no nos importe caer, y fallar, una y cien veces más.
Coco.
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