Era llegar los jueves por la noche y todo lo vivido durante la semana pasaba rápido por mi mente, era ese el momento en el que decidía sobre que escribir.
Siempre llegados a un momento de sentarme delante de la pantalla y el teclado todo es muy fácil cuando tienes algo que contar, siempre pienso en no contar cosas negativas, no a los malos rollos, pero al final es como una terapia en la que escribir libera de esas palabras que en un momento dado te has callado, por educación la mayoría de veces pero llega el jueves por la noche y lo sueltas todo así sin filtro como el que no quiere la cosa. Mi terapia la llamo yo.
Por otro lado están esos momentos en los que necesito escribir para contar algo positivo, algo que por mi forma de ver la vida me ha hecho mucha gracia, sigo pensando en que si las cosas me parecen graciosas a mí al resto del mundo también le deben parecer graciosas, y la verdad es que poco o nada me importa al que no le guste.
Y luego están las cosas que escribo porque alguien se lo merece, alguien que me ha hecho pensar, alguien al que quiero mucho, alguien que necesita leer las cosas para caer del burro, no lo pienses más si me conoces ya sabes de que estoy hablando.
Luego por ultimo están las cosas que no me atrevo a publicar, y me las escribo para mí, esos momentos de rabia, de impotencia en los que no quieres entrar en razón y darle a la tecla cura. Mi carpeta de estas cosas escritas y que no público dentro de mi disco duro se llama… Algún día. Una despedida triste, una mala elección, una herida que no cura, el perdonar a alguien que no se lo merece y muchas cosas más que son parte de mi vida pero que quedo para mí y mi carpeta de Algún Día.
Caye